No cabe duda que llevar una relación estable y equilibrada en pareja, no es fácil,–y lo dice alguien que ha vivido felizmente un matrimonio que ya alcanza más de 3 décadas–, pero afirmo que no es imposible. El que dure una pareja unida o en matrimonio, no garantiza que esta sea siempre “miel sobre hojuelas”, ni tampoco que la unión esté blindada para repeler los embates de circunstancias, problemas o tentaciones, que afecten su estabilidad. No, la realidad es que siempre existen los riesgos, pero en la medida de que las personas maduran juntas, se valoran y respetan mutuamente todos los días, se demuestran amor, se comprometen a resolver los problemas comunes y existe la voluntad de ambas partes por superarlos, habrá posibilidades de que la unión se conserve y pueda enfrentarlos por muy difíciles que estos sean.
Y esto le viene bien saberlo a las nuevas generaciones, cada vez más resistentes en asumir compromisos y cada vez más alentados por la moda o por las experiencias ajenas, pensando a priori que la vida en común o el matrimonio no es bueno o buscándolo, con la intención consciente o inconsciente de deshacer su relación formal, cuando aparézcala primera dificultad.
Pero esta actitud de los jóvenes es derivado, en parte, por el déficit serio de información negado desde los hogares, centros educativos y la sociedad, que no les ha permitido tener confianza en sí mismos, sintiéndose desubicados en lo emocional, sexual y económico, e inseguros para tomar buenas decisiones en eso de la planeación de su vida en pareja o en matrimonio.
Y como académica,– que siempre fui–, le apuesto a la formación e información para los jóvenes, a fin de que puedan madurar –independientemente de la edad–, y sus actos sean congruentes a sus condiciones y realidad para que no hagan elecciones apresuradas, que sólo aceleren más la presencia de problemas en su vida.
Y para ello he elegido una serie de temas para reflexionar en ellos, que desde luego se debe profundizar con mayores referencias, considerándolos vitales de ser expuestos a los jóvenes, en especial en aquellos que se encuentran frente a disyuntivas dentro de sus relaciones de noviazgo, de pareja o matrimonio. Entre otros están: 1) las condicionantes para buscar una pareja, 2) los principios , estatus social y cultural de las parejas; 3) la respuesta sexual y los controles sobre la misma para vivir con madurez y plenitud la sexualidad en pareja y en la vida; 4) las dulces responsabilidades y compromisos de la vida en pareja y la llegada de los hijos; 5) la alegría y satisfacción en la convivencia diaria para mantener viva la emoción del amor y del respeto; 6) el valor de vivir en pareja y el interés de apostarle a un hogar integrado y duradero, entre otros temas valiosísimos.
a) Las condicionantes, a considerar en la elección de la pareja.
Empezaré con una pregunta ¿Por qué se elige una pareja? Bueno puede haber diversos condicionantes: A) el primero es la atracción y puede suceder desde el primer momento en que aparece el personaje o después de varias citas, sintiéndose una elevada empatía y ello implica, a su vez, correspondencia de la otra parte; B) el segundo, es la predisposición, que puede tener causas negativas o positivas: La positiva, sería que la persona este receptiva al amor, es decir que no guarde ningún prejuicio a priori respecto a si misma o del pretendiente y , que ello permita una motivación mutua desde el inicio del contacto. Entre los negativos estarían: a) buscar sólo una compañía sin investigar si la pareja es la correcta; b) buscar una pareja por evitar la soledad, salir del hogar o huir de la tutela de los padres, c) por moda (no quedarse) y, d) por presión familiar, etc.; C) el tercero, la consciencia que determina el grado de madurez de la persona, ubicándose en la etapa exacta en que ésta se percibe preparada para entrar a este proceso de enamoramiento con entrega , pero también con cautela , asumiendo con inteligencia las causas y efectos de una relación amorosa.
b) Los principios, estatus social y cultural de las parejas.
Los valores o principios, son muy importantes a considerar en las parejas. Puede haber personas conservadoras que les atraen otras que son modernas y liberadas, pero la verdad es que sólo en casos excepcionales, la relación fructifica. Pero cuando se desea buscar una pareja con seriedad, deseando durar, lo mejor es buscar personas con gustos, valores, cultura e intereses afines. Los jóvenes hoy tienen que ser más observadores, ver si la persona de la cual se están enamorando, coincide con sus creencias, gustos e intereses. En algunos países—incluso en algunas regiones del nuestro–, las parejas buscan coincidir hasta en las religiones y normas morales, incluso que el estatus económico, social y cultural no sea tan marcado en diferencias, para que puedan facilitarse las cosas y la relación se consolide más rápidamente. Los casos en donde la sirvienta se enamora del joven rico, solo se da en las telenovelas, la realidad es que entre más afines sean las condiciones emocionales, culturales y económicos entre las parejas, el vínculo será más firme desde el inicio.
c) La respuesta sexual y los controles sobre la misma para vivir con madurez y plenitud la sexualidad en pareja y en la vida.
El tener conocimiento y control de la respuesta sexual personal, es base para saber madurar en el tema. Los jóvenes, apenas empiezan a sentir atracción por alguien, buscan –si se puede–, desfogar sus deseos sexuales. Y es claro que mientras menos madurez se tiene la respuesta sexual será más desenfrenada y espontánea. Pero conforme las personas se informan a tiempo de estos temas y se va tomando consciencia de los actos y riesgos de una relación sexual apresurada, se empiezan a tomar las precauciones debidas dentro de las relaciones,–prevenir un embarazo o evitar alguna enfermedad–. Y entonces, cuando se asume la responsabilidad, se va aprendiendo a controlar los impulsos y a comportarse de manera sensible y acertada en una relación. En el caso de las parejas ya unidas, es igual, cuando encuentran el sentido de vivir juntos a plenitud su sexualidad, complementados, satisfechos, pero sobre todo cuidadosos de no alterar con sorpresas su vida en común, etc., encuentran un maravilloso pretexto para afianzar su relación.
d) Las dulces responsabilidades y compromisos de la vida en pareja y la llegada de los hijos.
Cuando ya se ha tomado la decisión de vivir en unión libre o en matrimonio, es muy importante superar las etapas de la relación en pareja, siendo estas: a) la “luna de miel”, que corresponde a los primeros meses o años y que implica que las parejas se siguen amando intensamente, pero también tolerándose en sus diferencias porque están en la etapa de adaptación; b) la etapa de la aceptación, que coincide con las primeras disputas, reclamos pero también reconciliaciones, a veces coincidiendo con el primer embarazo, que descontrola a la pareja desde la gestación y que es una etapa preparatoria a la nueva adaptación; c) la llegada del primer hijo, que representa un cambio en los hábitos, diversiones, compromisos, gastos, etc., pues el nuevo ser que llega, implica atención de ambas partes y compromisos de diversa índole, que son más fácil de superar con comprensión y apoyo mutuo; d) la etapa del desarrollo , que coincide con los deseos en la pareja de crecimiento de alguna o ambas partes por buscar un mejor trabajo, un ascenso, realizar un postgrado , poner algún negocio, etc., siempre pensándose en que a través de ello se puede llegar a mejorar económicamente y atender mejor la familia; e) la etapa de la consolidación, que corresponde al logro de la estabilidad emocional y económica para estar en la posibilidad de encargar otro hijo,–si así se desea –, y/o darle lo mejor a los que ya crecieron, asumiendo ambos la responsabilidad y el compromiso de la educación de los mismos y el esfuerzo de sacar adelante a la familia.
e) La alegría y satisfacción en la convivencia diaria para mantener viva la emoción del amor y del respeto.
Pero lo más importante es mantener la emoción todos los días, conviviendo con respeto y con mucho afecto y estando juntos en las buenas y en las malas. Y en esto se vale de todo. Desde amanecer ofreciendo un beso, hacerle el desayuno a la pareja preparando lo que más le guste, tenerle la ropa preparada–uno y otro–, saber escuchar a la pareja lo cotidiano, compartir compromisos del hogar, responder y corresponder a las insinuaciones de hacer el amor, mantenerse atractivo o atractiva para la pareja, tener un hermoso detalle después de una discusión, etc. Pero sobre todo, buscar que la relación esté basada en la alegría. Si leyó usted bien. ¿Y qué quiero decir con esto? Que independientemente que se tengan problemas, siempre debe tenerse la voluntad de comunicarse, comprenderse y sobre todo apoyarse , terminando con algo que rompa el hielo–no perder el buen humor– y recuperar la alegría, para poder concluir la etapa de enojo o incertidumbre, animados y motivados a seguir luchando juntos.
f) El valor de vivir en pareja y el interés de apostarle a un hogar integrado y duradero.
Sin duda las parejas, pasan por muchos trances. En esto no hay blindajes y siempre habrá circunstancias que pongan en riesgo la estabilidad y el equilibrio familiar. Pero estas son pruebas que se deben superar con mucho valor y madurez. Lo más importante es que ambos estén convencidos, que sólo juntos pueden hacer frente a los problemas y que en esa unión, esta su mayor fortaleza. Y sobre todo, que los mismos por muy difíciles y dolorosos que sean, son parte del proceso de sus vidas y es necesaria la aceptación pero también la adhesión para salir adelante. Hoy más que nunca, se necesita que las parejas busquen hacer duradera su relación, evitar en lo posible las separaciones o los divorcios—a menos que sean estrictamente necesarios–, porque la familia integrada y funcional es la que garantiza mayores posibilidades de que los hijos tengan modelos positivos, identidades satisfactorias y excelentes valores que les serán útiles en su vida. Y ese es, pues, el mayor reto de las parejas y matrimonios, que puedan ser funcionales y ello lleve a alimentar la relación todos los días con comprensión, respeto y amor.
Luego entonces, saber qué es lo que nos une a la pareja, es algo que nos debemos preguntar todos los días y de la respuesta que obtengamos, nos llevará a descubrir hasta qué punto está cercana o lejana ésta, de nuestro corazón.
Y cualquiera diría que soy bastante cursi haciendo estas reflexiones, pero les responderé siempre, que es mejor reflexionar en lo ideal para lograr que mejore lo real. Porque estoy convencida que para hacer duradera una relación, —además de incluir todo lo anterior—se debe sumar algo más que considero básico e importante: DESPRENDERSE CADA INDIVIDUO DE LA VISIÓN EGOÍSTA DE QUE, SE ES MERECEDOR DE TODO.
Las parejas equilibradas son las ideales, pero no hay equilibrio sino hay madurez, amor y atención correspondidos, si no existe consciencia de que para recibir se necesita dar y mucho.
Dar, –pero no lo que tú quieras entregar–, sino pensando en lo que espera la pareja recibir de ti; y recibir lo que te ofrecen, pero también esperando que en ello venga lo que tu ansias acoger de la otra parte. Y si esto se practica a partir de un sentimiento honesto, el vínculo se fortalece, no se rompe y sin duda será duradero.
Ojalá los jóvenes, recibieran con mayor frecuencia estas reflexiones: en las pláticas entre padres e hijos, en las clases de sexualidad, en las prenupciales, en las conversaciones entre las amigas o entre hermanos, etc., y las hicieran parte de su preparación cotidiana, la verdad las cosas cambiarían, porque se estarían abordando sus problemas y sentimientos de manera realista, intentando ofrecerles cosas útiles para ayudarles a ser felices.
Gracias y hasta la próxima.