Para explicar con cierta precisión los tiempos que corren ya no es posible utilizar las viejas herramientas de interpretación acerca de una realidad que día a día está cambiando, no está oculto el que los acontecimientos políticos, los económicos y sociales mantienen en nuestra realidad nacional un dinamismo extraordinario; porque somos parte del cambio con frecuencia la espesura nos impide una visión más clara pero la evolución es manifiesta. Una prueba contundente la demuestra la decaída imagen de un presidente cuya autoridad está seriamente cuestionada, reflejada en el drástico desplome de la aceptación ciudadana hacia un gobierno que inicialmente contempló actitudes restauradoras del autoritarismo. En esta fase del cambio que han experimentado nuestras instituciones sólo el enfoque en perspectiva nos referencia su dimensión, por caso: cuando el diputado Porfirio Muñoz Ledo se “atreve” a interpelar al presidente Miguel de la Madrid, en momentos en que este rendía su informe de gobierno, recibió una extraordinaria andanada de críticas por haber osado interrumpir al gran tlatoani; ¡nunca se había visto, en los tiempos modernos, tal atrevimiento! ¿Por qué se “falta el respeto” de esa manera al presidente? Sin embargo, en los tiempos de hogaño aquel “atrevimiento” se ha convertido en lugar común.
Similar fenómeno ocurre en cada una de las entidades federativas, cuyas autoridades, provengan del partido que sea, enfrentan serios cuestionamientos de sus respectivos mandantes: en Sonora obligan al gobernador a destruir las presas que había construido de manera ilegal, y además a pagar las multas correspondientes a Conagua; en Michoacán la participación de las fuerzas de autodefensas conducen a cambios en los mandos estatales y obligan al gobierno federal a intervenir en el combate al crimen organizado; en Guerrero la inconformidad social derriba al gobierno estatal; en Veracruz la crisis pecuniaria en el gobierno obliga a la clase gobernante a medir su discurso, ahora cada vez más distante del diseño inicial que versaba sobre un hiperbólico e inexistente escenario. Esto último ha sido orientado, más que por efectos de una ciudadanía medianamente participativa, por el imperativo categórico de una realidad inocultable que ha develado la grave situación financiera del actual gobierno, reflejada en una gestión administrativa poco provechosa.
Frente a tal escenario no es posible asumir que nada ha cambiado, pues día tras día hay signos manifiestos de rutinas nuevas que delatan una correlación de fuerzas nunca antes vista, y actitudes de actores políticos inéditas que serán rutinarias en el inmediato porvenir. En esta aldea, ¿cuándo se había presentado el hecho de que un senador de la república en México se instituyera en factor de poder al margen de la autoridad del gobernador en turno?
Lo nuevo sin duda es que en Veracruz los senadores se han constituido en factores de poder, debe aclararse que esta no es una tesis que generaliza, pues sólo es referida a los senadores José Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa, ya que ambos, juntos o por separado, configuran un factor de elevada presencia al interior del Partido Revolucionario Institucional en el Estado de Veracruz, al grado que en la sucesión de gobierno tienen un peso específico, sine qua non en el ramo electoral, de lo que sin duda están conscientes y día a día trabajan en una agenda orientada para consolidar sus respectivos proyectos.
¿Cómo desestimar que los tiempos han cambiado en usos y costumbres políticas si los “destapes” anticipados se han convertido en lugar común? Ya lo hicieron el diputado Alejandro Montano, el senador Héctor Yunes y recientemente Armando López Contreras “destapó” a José Yunes Zorrilla, los tres han hablado de su intención por participar en la elección de 2016 de manera activa. Incluso, la dirigente estatal de Movimiento Ciudadano en un desliz declarativo asumió que Dante Delgado también podría ser candidato en 2016, aunque rectificó porque su partido mantiene un recurso ante la Suprema Corte contra la reforma que homologa la legislación local a la federal para un gobierno de dos años.
A pesar de estos destapes por adelantado, desde el gobierno estatal nada se atisba que denote interés por detener la avalancha, contrario sensu a cómo antaño se estilaba para sujetar a los “acelerados”; nada ha ocurrido porque los tiempos y costumbres son otros y no existe poder que lo evite, diferente a los viejos tiempos cuando nada se movía sin la autorización de quien mandaba. Pero está visto que un intento por inhibir las acciones anticipadas sería vano porque no obtendría respuesta favorable. ¿Cómo intentarlo cuando la fuerza del PRI estatal en estos momentos no radica en su estructura formal? ¿Qué fuerza organizadora y de convocatoria tiene la ya anodina CNOP? En el sector obrero la desaparición del corporativismo dio al traste con la otrora poderosa central obrera, la CTM, cuyo dirigente estatal se queja de ser ignorado en las candidaturas a cargos de elección popular, ¿cuál es su aporte en votos?; el sector campesino, ya burocratizado no obedece a dirigencias sino al que pueda obtener canonjías provenientes de los programas de gobierno, y está de tal manera fragmentado que los focos rojos obligaron a designar una presencia de la CNC para galvanizar la pugna de intereses.
(Un personaje político veracruzano que se podrá convertir en importante factor en las decisiones para el tema sucesorio en Veracruz es Dante Delgado Rannauro, en la hipótesis de que Movimiento Ciudadano consiga el tres por ciento en la elección de junio próximo. De lograrlo, su posición en el ajedrez político veracruzano cambiará sustancialmente pues representará un aceptable porcentaje de votos que podrá aportar al candidato al gobierno con el que se coaligue, salvo que le afecte el síndrome lopezobradorista y le entre a la pulverización del voto al intentar participar una vez más como candidato al gobierno, aun en esta eventualidad su calidad de factor político será insoslayable).
En la penumbra opera otro factor político en Veracruz, ocupa el vacío que el noviciado le ha permitido, ha estado presente en los procesos electorales veracruzanos de 1998 a la fecha y recientemente ha inspirado la creación de partidos políticos estatales con el propósito de ensanchar el radio de acción por el que se mediatice y desactive a los auténticos opositores. Su método para ganar elecciones es efectivo, aunque nada tiene que ver con principios democráticos: dividir a la oposición comprando dirigentes (¿cuántas riquezas han surgido con dinero proveniente del erario, generosamente distribuido entre panistas, perredistas, aliancistas, tan maleables como la cera?), inducir “sugiriendo” que las dirigencias de partidos “opositores” lancen candidatos sin perfil ganador con el propósito de dejar a los del PRI en una muy cómoda ventaja; desalentar la participación de opositores cuya convocatoria ciudadana es elevada, primero a través de la cooptación por la canonjía o la intimidación en último recurso, han sido modos eficaces para lograr triunfos “electorales”. Debido a que en política todo lo permitido es posible, los réditos de estos procedimientos han rendido frutos extraordinarios, ya para los nuevos ricos, ya para quien se ha encargado de implementarlos con éxito. También factores de importancia son la Iglesia y los Empresarios, pero ese es otro cantar, con tonada diferente.
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29-marzo-2015.