Es difícil aceptar responsabilidades, pero es más complejo ser autocríticos. Tenemos facilidad para evadir los problemas y culpar de ello a cualquiera. No sé, pero así ha sido nuestra sociedad. Al menos los años que me han tocado vivir y en los lugares donde he habitado.

Responsabilizamos de nuestros actos a quien sea: los vecinos, el Gobierno, “el otro”, “la otra”, y así hasta el infinito. Muy pocas veces reconocemos que nosotros también somos parte de los problemas. Por ejemplo, la basura en las vías públicas. ¿Acaso la botella vacía, la bolsa o las heces de animales nacieron solas en medio del pavimento?

Pero si eso hacemos en lo individual, imagine usted los desechos que generan las industrias y empresas privadas y públicas. Ahora que estamos en periodo vacacional y que las playas son uno de los principales destinos, vemos cómo la contaminación arrasa lo poco que nos queda de lo mucho que tuvimos.

El secretario de la Comisión Especial de Energía y Recursos Renovables de la LXIII Legislatura, Juan Eduardo Robles Castellanos, recientemente hizo un llamado a las empresas asentadas en nuestro territorio, para contribuir al cuidado y protección del medio ambiente.

“El Diputado local consideró que cuidar la calidad del aire, del agua y un medio ambiente sano es responsabilidad de todos, independientemente de las políticas públicas en la materia. Por ello, reiteró que las empresas deben hacer su parte, sobre todo las que generan gran cantidad de desechos plásticos, cartón u otros materiales.”

Si bien existen normas y leyes que tratan de proteger nuestro entorno natural, también es cierto que las buenas leyes no resuelven el problema sin la participación de la sociedad. Y en este sentido no podemos dejar todo a los gobiernos, sin contribuir desde nuestro espacio –por modesto que sea–, a preservar el ambiente natural que aún tenemos.

En el caso de la Iniciativa Privada, considero que este segmento puede ser puntal en el cuidado y preservación del entorno; establecer políticas y lineamientos empresariales podría repercutir en los hogares de sus empleados.

Capacitación en el manejo de los desechos, separación de los mismos y saber qué se puede reciclar, vender o donar. Incluso, esto puede ayudar en las economías familiares y de las micro, pequeñas y medianas empresas.

La suma de pequeñas acciones genera los grandes cambios. El asunto es tomar conciencia de lo que somos y lo que hacemos para protegernos en el futuro como especie. Esto ya no es una cuestión de ideologías o de gobiernos, sino de sobrevivencia planetaria.

Muchos de los llamados “desastres naturales” sólo son consecuencia de acciones que hemos realizado. Verbigracia: los deslaves en zonas residenciales o los derrames de hidrocarburos en nuestras aguas.

Pero bueno, este mundo post industrial es el que nos tocó vivir. Si bien disfrutamos los avances tecnológicos y científicos, también debemos disfrutar nuestro medio ambiente. El quid es encontrar los puntos de equilibrio y reflexionar sobre nuestras acciones. Para quienes somos creyentes, estos días son aptos para la reflexión y toma de decisiones.

Por hoy es todo. Le deseo un excelente día y nos leemos en la próxima entrega.