A poco menos de un mes, a unos cuantos días de elecciones federales, las condiciones en que se desarrolla la vida social de México, cada vez son más y más preocupantes. Si hasta hace no muchas décadas se pensaba que el país transitaba por senderos de autocorrección y de encaminamiento hacia niveles aceptables de vida, hoy la realidad que lacera a la nación indica otra muy diferente situación.
Los deplorables acontecimientos en Jalisco solo indican que las cosas no andan nada bien. Cada vez el círculo se aprieta más y más, lo que ahí sucedió habla de combates formales entre grupos muy bien armados, con una poderosa capacidad de fuego, contra fuerzas regulares del ejército. Derribar un helicóptero de las características del abatido no es algo menor y supone un estado casi de pre guerra.
Considerando esto una exageración basta retrotraer la mirada a poco tiempo atrás y se comprobará que el problema ha empeorado innegablemente. Puede ser minimizado, como se hace con todo lo que es negativo en el contexto socio político, pero la realidad no puede soslayarse ante la evidencia.
El asunto es de origen político, económico, estructural y se torna problema de gobierno. La alta producción o el tránsito de sustancias prohibidas en Mexico, que tienen una gran demanda en el país del norte, provocan que en su trasiego y transporte el pago de un altísimo precio en daños materiales y vidas humanas, para mantener satisfecha una demanda en el extranjero cuyo elevado consumo es un hecho incuestionable.
Es decir, mientras aquí se corren todos los riesgos y quebrantos, allá se disfruta lo que aquí se paga con terrible sufrimiento pues altera el sano desarrollo social y atropella a la autoridad constituida; atenta contra el Estado nacional y lastima al pueblo en general. Hay estudiosos muy calificados que proponen dejar pasar las “valiosas” mercancías y que sea en la nación consumidora donde se paguen los costosos precios sociales.
Por si no fuera suficiente se padece en Mexico, el embate de una economía precaria por causas internas y externas, estas últimas por un complejo proceso de descomposición global; el coctel formado es fuertemente perverso y absorbido directamente por el ciudadano común y corriente.
El país tiene altibajos, zonas de claridad y otras de sombra; marcha enfrenado por circunstancias que lo lastran. El gobierno hace lo que puede pero se nota lo inocultable, es rebasado por fuerzas obscuras. Cuales: la debilidad institucional que no pone orden en la corrupción, que es incapaz de erradicar la impunidad, que además no logra articular la indispensable corresponsabilidad de todos los órganos de autoridad en los tres poderes del Estado, en los tres niveles de gobierno.
Se trasmite el agotamiento institucional, en consecuencia lógica, a los estados federativos. La anemia de recursos económicos es trasmitida en cascada ineludible. Menos recursos fiscales en la federación, menor asignación a las entidades. Si estas de antemano soportan cargas de deudas contraídas anteriormente, mayor es el castigo endosado en razón directa a su población, la cual sufre penalidades para obtener el pago de adeudos oficiales diversos, retraso en pagos de cuenta corriente, de pensiones, incompletos al magisterio y otras muchas irregularidades que colocan a las administraciones locales en condiciones de gran presión financiera que desemboca en protestas que a veces llegan a ser violentas.
Si se suma a ello corrupción, impunidad y prevaricato, el pedido esta completo. En Veracruz, desde el sexenio anterior se opto por la famosa bursatilización que resulto ser “trampa de necios en actos de malvados”, citando al poeta ingles Rudyar Kipling. Hace aproximadamente seis años, más o menos, las fanfarrias sonaban en todo lo alto, era la solución maravillosa remediadora de todos los quebrantos de este bendito y maltratado girón veracruzano.
Algunas voces tímidas, de economistas calificados, fueron apagadas cuando advertían de riesgos y afirmaban que la bursatilización era técnica y prácticamente una deuda diferida. No se oyó la advertencia. Se impuso el ficticio remedio a la economía de Veracruz. Hoy se pagan en réditos crecientes y poco abono para redimir la suerte principal, aquellos sueños hipnotízantes que engañaron a sus habitantes impunemente.
Añadido a toda esta calamidad, funcionarios de gobierno del estado, fueron señalados y defenestrados, echados de sus encargos por sospecharse conductas turbias en el manejo de recursos. Hoy, para colmo de desatinos, estos son candidatos a diputados federales del PRI-PVEM en campaña.
Pero en la suma de ingredientes inesperados de este culebrón político de una democracia lastimera, cuenta el punto de acuerdo aprobado en el Congreso de la Unión, para que la PGR proceda a dar curso a la denuncia de la Auditoria Superior de la Federación, por desvío de recursos federales, imputables a los ahora candidatos y a otros responsables. Acuerdo que presentado por el PAN, tuvo el apoyo de PRI y PRD, lo que obliga a darle insoslayables interpretaciones y cuestionamientos de orden político.
¿Se pretende enviar un mensaje a Veracruz, con el amago de ejecutar las recomendaciones de la ASF? Es significativo, por el contenido político implícito de que legisladores priistas hayan apoyado estos acuerdos lo cual, sin duda, cuestiona las decisiones políticas tomadas en el estado, frente a las elecciones de junio, en medio de cuestionamientos de anemia económica e inseguridad.