No basta con respetar las leyes, debemos cumplirlas para vivir en paz y armonía, pero sobre todo para encontrar los puntos de equilibrio de convivencia con nuestros semejantes. En materia ambiental –como en muchas otras– pareciera una pista con obstáculos para ver quién se salta más los marcos legales.

Las quejas por abusos de autoridad son válidas y legítimas. ¿Y las de la autoridad por el abuso ciudadano? Desde la mínima violación al Reglamento de Tránsito, de Comercio, el respeto al ambiente, no colarse en la fila ni pedir favores al conocido, al amigo, al familiar, etcétera. Nuestro país es el reino de las “palancas”, y creo que en lo íntimo queremos que así se quede.

Todo este preludio tiene que ver con las recientes declaraciones del diputado vocal de la Comisión Permanente de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Aguas de la LXIII Legislatura del Estado, Édgar Hugo Fernández Bernal, quién considera innecesarias más leyes ambientales: sólo deben aplicarse las actuales.

La razón le asiste al Legislador. ¿Para qué más leyes, si las que tenemos no las tomamos en cuenta? El mismo diputado ejemplifica en relación con las plantas tratadoras de agua, que –dicho sea de paso– es una obligación tenerlas en los centros urbanos.

“Algunas plantas de tratamiento han tenido costos millonarios, pero al parecer sólo están de ornato, como es el caso de la planta del Fideicomiso del Alto Río Blanco (FIRIOB), que vierte aguas en ese cuerpo de agua, uno de los más contaminados de la región. Estas descargas son complejas, porque recibe tanto domiciliarias como de las empresas establecidas en el corredor Orizaba-Ixtaczoquitlán. Urge analizar lo que sucede ahí”.

Si bien la Comisión Nacional del Agua trabaja coordinadamente con los gobiernos estatales y municipales, a veces algunos ayuntamientos carecen del presupuesto necesario para el mantenimiento de sus plantas tratadoras de agua.

Pero también la cooperación de la sociedad debe ser significativa en el uso diario del líquido. Desde el hogar podemos y debemos enseñar una cultura de respeto a nuestros recursos naturales, en especial los que son vitales para la humanidad.

Hoy somos víctimas de nuestros excesos de ayer. Padecemos estiajes, aún en lugares donde hace algunos lustros era impensable. Hemos dañado nuestros mantos freáticos, nuestros ríos, lagos y lagunas. Cada vez es más costoso surtir de agua potable a las ciudades. Lo sabemos y poco hemos hecho para mitigar el problema.

En los sanitarios tiramos más agua de la que un ser humano necesita para vivir. ¿Ya hizo cuentas de los litros de agua que se usan en los baños de las escuelas, oficinas públicas y privadas, empresas e industrias?

Captar el agua de lluvia y utilizarla para limpieza, baños, regar el jardín y otros menesteres domésticos nos puede ayudar. Si en las escuelas y demás ejemplos que nombré se hace lo mismo, también ayudaríamos a legar un futuro mejor a nuestros descendientes.

Éstas y otras acciones nos servirían de mucho, pero lo importante es que los gobiernos hagan lo suyo, que nosotras nos encargamos de lo nuestro.

Por hoy es todo. Le deseo un excelente día y nos leemos en la próxima entrega.