De los pendientes sociales que tenemos en el país y en el estado, está el reconocimiento legal a quienes nos apoyan en nuestro hogar con el mantenimiento de la casas. Los y las empleadas domésticas permanecen en la misma situación que tenían en la época colonial.

Quienes contratamos sus servicios no estamos obligados a proporcionarles ninguna prestación de las que cualquier asalariado tiene. Se deja al libre albedrío del contratante. No generan antigüedad, no cotizan para acceder al servicio de salud pública, etcétera. Si acaso, se logra que los “señores de la casa” les paguen un doctor particular y sus medicamentos. Es decir, sólo se les “repara”, para que sigan funcionando.

No basta con decir que ella o él son “como de la familia”. Que coman lo mismo que uno y demás eufemismos que utilizamos recurrentemente para mostrar que somos “buenas personas”.

Ya es necesario que se legisle y regule el trabajo doméstico, como uno más de la rama productiva de este país. ¿Ha pensado cómo sería su vida sin el apoyo de sus trabajadores domésticos?

El presidente de la Comisión Permanente de Justicia y Puntos Constitucionales del Congreso del Estado, Ciro Gonzalo Félix Porras, ya trabaja en una Iniciativa que será presentada al Pleno, para su aprobación. En tanto, dijo que “pedirá el apoyo de las secretarías estatales De Trabajo, Previsión Social y Productividad, De Desarrollo Social y De Gobierno, así como otras instancias, para realizar un estudio que permita determinar cuántas personas se dedican al servicio doméstico en la entidad y se reconozcan sus derechos laborales.”

Si bien las y los trabajadores domésticos tienen acceso a diversos programas sociales y de asistencia, ninguno los atiende específicamente. Por lo tanto, tampoco hay obligación para el patrón.

En este contexto, existen en el país y en nuestra entidad miles de personas que trabajan sin alguna prestación social. Aunque puedan acceder a ellas mediante sus propias afiliaciones (en el caso del IMSS) pagando sus cuotas.

No son sólo quienes nos apoyan en las labores del hogar. Muchos profesionistas están en esa situación. Sobre todo las nuevas generaciones, que se contratan con empresas privadas (escuelas, fundamentalmente), asociaciones civiles, y bajo figuras jurídicas en las que son prestadores de servicios. Les pagan “por honorarios”, sin obtener alguna prestación a la que tienen derecho.

El mismo Diputado comenta: “Se apoyaría a muchas personas que trabajan sin prestaciones. No porque la ley no lo estipule, sino porque para ellos, de manera particular, es difícil acceder a estos servicios”.

Para resolver los grandes problemas sociales debemos empezar por los pequeños, que nos rodean y por su cercanía ignoramos o no queremos ver. En fin, espero que la Iniciativa prospere, por el bien de nuestra sociedad.

Antes de concluir envío una especial felicitación a quienes cotidianamente ejercen el magisterio. Sin ellas, sin ellos, no podríamos escribir nuevas las páginas de nuestra historia.

Por hoy es todo. Le deseo un excelente fin de semana y nos leemos en la próxima entrega.