El pasado martes 17 de mayo fueron tergiversadas mis declaraciones acerca de la necesidad urgente de combatir la impunidad y castigar a quienes hayan cometido delitos en contra de los veracruzanos. Quiero reiterar y dejar muy claro que por el momento no he señalado a nadie en particular, pues para culpar hay que tener las pruebas en la mano.
Lo que sí expresé fue mi condena y reprobación a cualquier forma de corrupción e impunidad que tengan lugar en el servicio público, pues lamentablemente es un problema latente en todos los niveles de gobierno, en todos los partidos políticos y en todos los ámbitos de la vida pública de México.
Insistí en que es necesario castigar a los responsables de los actos de corrupción; que hay que dar con los responsables y castigarlos con todo el peso de la Ley.
Hay quienes señalan y acusan sin fundamento, tal parece que los mueve la venganza y los intereses personales, a mí me mueven la justicia y el interés social; por eso estoy en espera de lo que resuelva la Auditoría Superior de la Federación, porque sería irresponsable condenar públicamente sin pruebas.
Algunos maliciosos con ironía han exigido que me desligue de algunos actores políticos, con la misma puya les respondo que nadie se puede desligar de alguien o algo a lo que nunca estuvo ligado. Reitero, el único grupo al que pertenezco es a Veracruz, que forma parte del grupo México, mi alianza más fuerte es con los ciudadanos.
Poco se lograría si dejamos que se desaten las venganzas políticas, nuestra lastimada economía y nuestras instituciones se pueden ver comprometidas, por el deseo o rencor propio y poco interés de ayudar a Veracruz. La política debe retomar su cauce, que es construir soluciones y abatir los problemas, mas no sembrar la discordia mediante mentiras.
Por supuesto que cualquiera que haya abusado de un cargo público y haya dañado el patrimonio público, cuando esté plenamente probado, deberá responder por sus hechos con toda la dureza que permita la ley, sin importar el nivel de gobierno y sin distinción de partido. Pero de poco serviría meter a la cárcel o inhabilitar unos años a quienes hayan cometido actos de corrupción si no mejoramos nuestro sistema de justicia y logramos que este tipo de delitos no queden sin castigo.
La corrupción es un lamentable y vergonzoso problema, un mal endémico que lastima a todos los mexicanos. La mejor manera de acabar con la corrupción es abatiendo la impunidad, definitivamente ese es el verdadero enemigo, el crimen sin castigo. Porque es un verdadero crimen robarse el dinero que debe usarse para resolver problemas sociales ingentes, como la Educación y la Salud.
La corrupción existe en muchos países, pues en todos lados existe gente sin principios y falta de ética, pero la diferencia estriba en aplicar la ley y castigar a los delincuentes. La mejor forma de abatir la corrupción es construyendo un orden jurídico y político con auténticos frenos y contrapesos, donde los órganos de fiscalización y jurisdiccionales tengan plena autonomía e independencia y, con ello, sean capaces de garantizar el castigo a quienes cometen algún acto de corrupción.
Es impostergable promover una transformación profunda que logre la participación de la ciudadanía en la vigilancia del ejercicio y destino de sus propios recursos, porque el principio de la corrupción es representar el interés ajeno.
Si logramos que las instancias jurisdiccionales y de fiscalización tengan plena autonomía, sean elegidas con la participación ciudadana y quienes vigilen día a día la conducta de los servidores públicos, el uso y destino de los presupuestos y recursos públicos, entonces sí habremos dado un gran paso en la lucha contra la corrupción y la impunidad.
En Veracruz, nos estamos dando a la tarea de ir articulando una amplia y estratégica propuesta para abatir de una vez por todas la corrupción y librarnos de este pernicioso mal que es la impunidad. Más adelante detallaremos este proyecto.
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