Por Ramón Durón Ruíz

Lactancio sabiamente afirmó: “Donde el miedo está presente, la sabiduría no puede existir” y es que tenerle miedo al miedo, no es vivir, es sobrevivir; el miedo rompe tu armonía con el universo, te desempodera de la vida. Al respecto mi querido amigo Edwin Palacios me envía un correo genial. “Los cuatro miedos de la vida del ser humano son:

1. Miedo a la soledad, Te lleva por dos caminos, el primero en que el ego trabaja en hacerte creer que realmente estás solo, que tu estás unido a los demás, con el fin de sentirte protagonista de la vida y encontrar el reconocimiento, en todos los niveles.

Tu espíritu desea que recuerdes que eres parte de una Totalidad. Que tú siempre estás unido a la energía integradora de DIOS, que se manifiesta en una llama interior que posees, una luz que debes expandir.

Cuando le das fuerza a esa luz interior, miras con los ojos de tu corazón, eres consciente de que siempre tienes compañía. Es la compañía con tu ser interior y con tu Creador Supremo.

Llegarás a comprender que la soledad es una maravillosa oportunidad de la vida para compartir contigo mismo; y justamente en éste momento, empiezan a aparecer aquellas personas que vibrarán con tu misma sintonía e intensidad.

2. Miedo a la escasez Superar, el miedo a estar escaso, sin dinero u oportunidades para ser cada vez más abundante, requiere de un trabajo contigo mismo.

Date la oportunidad para sentir ese “deseo de merecer lo mejor para tu vida”. El sentimiento de víctima, es una señal de que el fantasma del miedo está invadiéndote.

Hay una palabra de siete letras que, cuando la repites, da claridad al estado de abundancia que HOY tienes es: ¡Gracias!

Cuando agradeces por todo cuanto tienes en éste momento y por lo que llegará a ti, comienzas a ser perceptible de todas las cosas que DIOS te ofrece cada día. Agradece y, en poco tiempo, todos tus deseos comenzarán a materializarse.

3. Miedo a la enfermedad, la enfermedad es un desequilibrio de tu estado de conciencia. Cuando empiezas a sentirte débil, está claro que perdiste tu fortaleza interior. Enfermedad, es una palabra compuesta del latín “in-firmus”, que significa “Sin Firmeza”.

Si comienzas a erradicar las auto-culpas, estarás dejando las cárceles del saboteo mental y te liberarás de éstas ataduras.

Piensa positivo respecto de ti mismo. Reconcíliate con el pasado, perdona íntimamente en tu corazón todos los sucesos de dolor, llena tu corazón de alegría, perdón y paz.

Permanece también en silencio, porque Dios te hablará en éste espacio de meditación. El remedio para la enfermedad es el Amor.

4. Miedo a la muerte, Cierra tus ojos un momento e imagina que hace una semana has muerto y estás en el cementerio visitando tu tumba. Miras tu lapida y piensas en tu epitafio. Trabaja, día tras día, para acercarte al epitafio ¿qué declaras?

El miedo a la muerte se supera, cuando tu meta es proyectarte en la Trascendencia de tu entrega, bondad, generosidad, desprendimiento, altruismo, amor incondicional al prójimo, sin esperar retribuciones, amor que vivirá en la memoria y los corazones de quienes hiciste contacto en la vida e hiciste felices.”1

Para el Filósofo de Güémez, vivir con miedos, es vivir en la derrota; HOY pleno de Fe descubre tus fortalezas, enfrenta los miedos –no digo tus miedos, porque no son tuyos– míralos cara a cara, recordando que tu no naciste para ser derrotado, HOY atrévete a andar tu camino, a ir adelante, a dar un nuevo paso pleno del energético poder del amor, porque donde hay amor… los miedos se ahuyentan.

Hay una relación perpetua: miedo genera miedo, amor crea amor, HOY enfrenta pleno de amor aquello a lo que le temas, el amor te lleva a realizar la proeza de creer en ti y jamás dejar de luchar, para trascender los entretelones del tiempo y ser feliz.

Resulta que con motivo del fin de año escolar, el Filósofo de Güémez obtiene permiso de los papás para llevar a los niños de sexto año de Primaria a un paseo por el río Corona, con una respectiva carne asada y pernoctar a orillas del río; pero el mal tiempo los agarra preparando la cena, los rayos y truenos desgarraban el cielo, en pleno fragor de la tormenta, el Filósofo les dice a los niños:

–– ¡Animo! ¿Quién manda aquí: yo o el miedo?

–– ¡¡El Miedo!!! –Responde un niño, que temblaba mucho, –como pa’ ponerle azúcar a los buñuelos.

–– ¿Cómo que el miedo? –Inquiere el campesino de allá mesmo, tratando de darles ánimos.

–– Claro, porque ¡tú eres el Filósofo…! ¡PERO EL MIEDO ES GENERAL!

1Tomado de Kapulli y Temazcal, antigua sabiduría Tolteca desde el sitio Deja fluir. http://www.formarse.com.ar/ https://www.facebook.com/formarse https://plus.google.com/+formarse/posts https://twitter.com/FormarseLibros

filosofo2006@nullprodigy.net.mx