Somos lo que somos por nuestros actos, no por lo que decimos. El discurso refleja nuestro pensamiento, lo propaga, lo difunde, pero los hechos cotidianos son marca indeleble con la que nos identifican y nos recordarán. Mientras no aprendamos a respetar nuestro entorno social y natural no habremos de diferenciarnos de la barbarie de antaño.
Los eventos masivos son catarsis colectiva que permite liberarnos de todo lo que hemos reprimido en días o semanas previas. Por eso cantamos, gritamos, manoteamos y hacemos cosas que, en un estado normal, jamás hubiésemos imaginado. Entre estas “cosas” está el volvernos violentos y agresivos.
Que se haya reformado la Ley del Sistema Estatal de Cultura Física y Deporte para sancionar a las personas que cometan actos violentos en eventos deportivos y espectáculos, y que pongan en riesgo a familias, sobre todo a menores de edad, es una noticia excelente.
“Esta reforma incluye el capítulo De la prevención de la violencia en el deporte, en el que se establece que se entiende por actos o conductas violentas la participación de deportistas, entrenadores, árbitros o directivos en riñas y peleas, así como la exhibición de pancartas, símbolos o emblemas, o la entonación de cánticos que, por su contenido, inciten a la violencia y la irrupción no autorizada al terreno de juego.”
Por suerte, en nuestro estado no tenemos registrados hechos violentos como en otros lares del país y del mundo, pero no tenemos que esperar a que pasen, para entonces hacer leyes y aplicarlas. Esto es lo que motiva, anticiparse a situaciones negativas que pueden terminar en tragedias.
Por otra parte, la LXIII Legislatura veracruzana dio entrada a la Iniciativa que promueve la conversión de los zoológicos del estado a santuarios para los animales. Se debe entender el término “santuario” en forma connotativa, no en su definición lexicográfica o denotativa.
Con esta Iniciativa se pretende reformar la Ley de Vida Silvestre para el Estado y dar cabida a los animales maltratados, abandonados o provenientes de los circos.
Esto es una cuestión cultural de respeto a la vida, en sí y por sí. Quienes profesamos un credo sabemos que toda la vida fue generada por un creador. Por lo tanto, somos iguales ante él. No respetar las otras formas de vida es irrespetar la nuestra.
Para quienes no profesen una fe determinada, la propuesta de reforma representa un avance civilizatorio en nuestra entidad. Buscar y lograr el respeto a nuestro entorno es vital, para quienes aspiramos a una mejor sociedad.
Una cultura y una educación que nos permita aceptar y respetar otras formas de vida, de pensar, de ideas, de costumbres y hábitos nos permite ser mejores personas cada día. Nos da la oportunidad de profesar en el hogar y el trabajo que la violencia y la irracionalidad no son los caminos que buscamos, sino los que queremos evitar.
No me resta más que agradecer su atención e invitarlo a que el próximo domingo ejerza su derecho y cumpla su obligación cívica de sufragar por el o la candidata de su preferencia. Es importante que haga y deje constancia del país y del estado que quiere. Le deseo un excelente fin de semana y nos leemos en la próxima entrega.