Las familias siguen siendo el núcleo y base de nuestra sociedad. Más allá del número de integrantes y las “clasificaciones” que los teóricos sociales les adjudiquen, lo cierto es que seguimos viviendo y codependiendo con otros seres vivos.

Sin embargo, al desintegrarse por separación voluntaria o necesaria, no deben romperse los vínculos afectivos y materiales con los hijos e hijas procreadas durante la relación. No importa que cada quién inicie un nuevo recorrido, con pareja o sin ella. Se debe asumir el compromiso. En pocas palabras: no se vale desobligarnos de los deberes contraídos.

Lo comento porque una de las muchas realidades que las mujeres separadas vivimos es la carencia de apoyo de la ex pareja (no en todos los casos), y asumimos con dignidad sacar adelante a quienes dimos vida, porque sabemos que no basta con tener a los hijos: hay que mantenerlos y cuidarlos en su salud física y mental.

Por eso aplaudo y celebro que la diputada presidenta de la Comisión Permanente para la Igualdad de Género de la LXIII Legislatura local, Mónica Robles Barajas, trabaje con sus homólogas sobre el tema de las pensiones alimenticias. Bien dice que, el varón arguye no tener trabajo para –en su caso– evitar cumplir con sus obligaciones legales. En tanto la mujer, con o sin trabajo, tiene que llevar alimento y vestido a las y los hijos.

Refirió “un criterio reciente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que determinó que un cónyuge dedicado al trabajo doméstico, casado por bienes separados, es acreedor a 50 por ciento de todo lo adquirido durante el matrimonio: Debemos estudiar esta sentencia y sus implicaciones”.

Adecuarnos a la época sin perder el rumbo de la equidad legal es uno de los caminos que debemos recorrer. Es verdad que hoy muchos hombres asumen roles que antaño no veíamos dentro de las familias, que muchos viven con sus hijos e hijas sin la presencia de la madre, pero también es cierto que muchos –quizá la mayoría– se desligan del compromiso, como si al separarse de la mujer lo hiciera con los hijos. ¡Eso no se vale!

Y es que aún persiste la costumbre de dejar a los hijos a la madre, como si los hombres no fuesen capaces de responsabilizarse de ellos. Por eso la ley debe buscar proteger a la mujer, aunque debe también considerar al varón y no dejar de lado esta realidad que ya se presenta en casi un millón de hogares en el país. Es decir, la de los hogares con “papá soltero”.

Estoy segura de que la comisión legislativa referida considerará todas las situaciones que nuestra sociedad veracruzana vive. La igualdad y el respeto se construyen dentro de los hogares. Seamos responsables de nuestros actos y así abonaremos un mejor futuro para Veracruz. Porque quienes nos ven y nos juzgan no son los vecinos, sino nuestra propia descendencia. Ellas y ellos son nuestros mejores jueces y el espejo en el que nos reflejamos.

Por hoy es todo. Le deseo un excelente día y nos leemos en la próxima entrega.