La arquitectura urbana es la fisonomía de una ciudad. En ella vemos el paso del tiempo, las formas y modos de vida de una población, sus costumbres y hábitos. Observar con atención nos permite comprender quiénes somos y a dónde vamos.

El desarrollo social nos obliga a cambiar, a mutar nuestro entorno, a buscar formas de resolver problemas económicos. De ahí que en muchos municipios de la entidad se habiliten viejas casonas para establecer comercios de toda índole. Basta ver nuestra capital para darnos cuenta de la transformación urbana que ha sufrido el Centro Histórico en los últimos lustros. Estamos perdiendo nuestra memoria, el paisaje urbano cambia y nosotras ni cuenta nos damos.

Pero Xalapa no es el único caso. Veracruz está lleno de historia en cada uno de sus municipios. Microhistorias que hacen la Historia (así, con mayúscula). Cada barrio, cada localidad, cada colonia tiene su propia memoria y no la preservamos.

Es común escuchar a colegas y amigos que viajan al extranjero y regresan comentando las “maravillas” que vieron, sin darse cuenta de que con sus palabras, muchas veces, reflejan ignorancia sobre nuestro propio entorno. Preferimos un parque temático de Disney o una visita a una “ciudad colonial” de nuestro país, en lugar de cuidar y difundir lo que tenemos en casa.

Esta semana que concluye se presentó un Anteproyecto de Punto de Acuerdo para que las autoridades municipales y el Gobierno del Estado busquen los mecanismos para solicitar el apoyo necesario al Gobierno Federal, a fin de integrar y/o ampliar el registro de inmuebles históricos que tenemos en los 212 municipios.

Dicha propuesta la presentó el diputado Adolfo Jesús Ramírez Arana, quien consideró que: “desde el Congreso del Estado se debe elevar la voz para emprender acciones de rescate y conservación que permitan a los veracruzanos contar para siempre con edificios, plazas y monumentos decorosos que se preserven como de utilidad pública y den cuenta de la historia de cada lugar.”

Bastaría revisar los anales de nuestra historia para darnos cuenta que este pedazo de tierra que hoy llamamos Veracruz ha sido de un constante tránsito y asentamiento poblacional desde hace varias centurias. ¿Acaso los ancestros no dejaron registro de su paso por estas tierras? No sólo me refiero a las zonas arqueológicas, que a pesar de su importancia son poco visitadas por quienes aquí habitamos.

También, a nuestra historia reciente, la del siglo pasado. Esos años que nos permitieron ser lo que hoy somos. Vimos “nacer” asentamientos en campos petroleros, en zonas de cultivos específicos, en áreas que antes eran inhabitables, pero que la necesidad de nuestros antepasados hizo posible que hoy existan.

No voy a escribir sobre lo que Usted conoce mejor que yo: su entorno, su ciudad, su municipio. Porque cada par de ojos mira y observa distinto. De eso se trata, de mirar juntos y de caminar unidos. Dejemos a nuestros herederos y herederas la ciudad que alguna vez nos dio su encanto, para quedarnos y decidir que aquí queremos morir.

Por hoy es todo. Le deseo un excelente fin de semana y nos leemos en la próxima entrega.