Es mejor un mal arreglo que un buen pleito, con tal de avanzar en el desarrollo social y en el crecimiento personal. No se trata de perdonar sin olvidar ni de borrón y cuenta nueva, sino de sacar los pendientes que se tienen y muchas veces, por minucias, no se ha podido resolver.

De la comparecencia del secretario de Infraestructura y Obras Públicas, Tomás Ruiz González, ante diputados de la LXIII Legislatura local, se puede afirmar lo dicho en el párrafo anterior. El funcionario privilegió el diálogo sobre cualquier otra actitud, sabedor de que sólo así se pueden resolver los problemas.

Al cabo de tres rondas de intercambio de opiniones e información entre el funcionario y los representantes populares, las partes quedaron satisfechas con el resultado del encuentro. Ahora sabemos que en un año, tentativamente, se concluirá el Túnel Sumergido de Coatzacoalcos, cuya obra se ha prolongado durante más de una década.

En respuesta a los cuestionamientos, el funcionario estatal informó que remitirá para su modificación el Título de Concesión otorgado el 22 de septiembre de 2004 para construir y operar el túnel sumergido, tras llegar a un acuerdo con quienes aún tienen dicha concesión.

La empresa FCC Construcción SA, ahora del grupo económico del empresario Carlos Slim, concluirá los trabajos del citado túnel. Es importante recordar que el avance de la obra es de aproximadamente 90 por ciento, por lo que es posible que se entregue en el plazo acordado.

Al responder las preguntas del diputado Eduardo Sánchez Macías, el Secretario de Infraestructura y Obras Públicas precisó que: “la mala planeación y una serie de eventos desafortunados como hallazgos arqueológicos, responsabilidad compartida entre Gobierno y concesionario, son fallas que retrasaron la obra por más de diez años”.

El quid de esto –independientemente del contexto– es construir acuerdos mediante el diálogo respetuoso y franco, con el objetivo de avanzar. Hay que dejar esas actitudes quejumbrosas o mantener la mirada en el pasado y buscar paja en los ojos ajenos, sin darnos cuenta de la viga que traemos en los propios.

Concluir esta obra requiere de invertir 551 millones de pesos que no saldrán del erario, sino de la aportación del concesionario. Con estos recursos económicos sabemos que el costo total del túnel de Coatzacoalcos es de 5 mil 134 millones 800 mil pesos, y en términos reales hubiera sido muy difícil que se hiciera sólo con dinero público.

A lo anterior se suman los beneficios directos e indirectos que este tipo de obras llevan a las poblaciones: empleos formales e informales, circulación de capital, reactivación económica, etcétera.

Es tan sencillo como entender que el refresco que compramos en la tienda de la esquina, el electrodoméstico, la despensa, la entrada al cine, los uniformes escolares, los medicamentos, en resumen, lo que gastan y reciben muchas personas de la región sur de Veracruz, proviene directamente de los trabajos del Túnel Sumergido.

Pero bueno, ¿qué queremos con todo esto? No se trata de olvidarlo todo, pero tampoco de frenar el desarrollo. Tan sencillo, que así se dijo en la comparecencia: “La diputada Gladys Merlín Castro, del PRI, cuestionó el cambio de estrategia en la obra, y Ruiz González aclaró que prevaleció el diálogo y la negociación entre las partes, ‘ya que con el pleito judicial no hubiéramos dado una respuesta pronta a los veracruzanos’. No obstante, aclaró a Joaquín Rosendo Guzmán Avilés, del PAN, que existe una denuncia ante la FGE por inconsistencias legales en la autorización de los convenios de la obra”.

Por hoy es todo. Le deseo un excelente inicio de semana y nos leemos en la próxima entrega.