«¿Como iniciar un diálogo, una conservación nacional entre el gobierno federal y la sociedad, que no la hay-? Obviamente no es posible un intercambio abierto en un país de 115 millones de habitantes. Sin embargo, hay mil y un maneras en que se puede avanzar un intercambio que contribuya a construir un espacio de mayor sobriedad en el discurso y, por ende, de civilidad hacia el futuro. Sólo a título de ejemplo, está el modelo que los estadounidenses llaman «town hall meetings», donde un auditorio, unas cien o doscientas personas, se reúnen con el Presidente- o sus funcionarios- con un formato flexible de preguntas y respuestas que es trasmitido por televisión. Pero lo importante no es el formato sino el hecho de intercambiar puntos de vista, pero sobre todo explicar y tratar de convencer. En esta era es imposible gobernar sin convencer, algo que ha estado ausente en la política mexicana. Buenos argumentos pueden ganar comprensión y reconocimiento. Y legitimidad». Lo comenta Luis Rubio en «Reforma».