Nos honra hablar el día de hoy sobre una de las ciudades emblemáticas de nuestro territorio veracruzano, nos referimos a la Ciudad de Perote, Veracruz. Como muchas de las poblaciones de nuestro territorio nacional su origen por momentos se vuelve mágico quedando entre la realidad y la ficción.
El arqueólogo mexicano Alfonso Medellín Zenil, maestro de la Universidad Veracruzana, uno de los fundadores del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia), realizó una serie de investigaciones en 1950 encontrando vestigios prehispánicos en la zona del Naucampatepetl, hoy conocido como Cofre de Perote, nos refiere que la región se encontraba habitada entre los 600 a 900 años después de la era cristiana, por un asentamiento Náhuatl, la zona baja era conocida como Pinahuizapan.
Ya para el año de 1519 Hernán Cortés y sus soldados en su trayecto a la gran Tenochtitlan, pasan en su caravana por el valle al pie de la montaña, como lo relató en su momento Bernal Díaz del Castillo, siendo ruta obligada entre el mar y la meseta central, llamada posteriormente “Camino Real”.
Se autorizó el 20 de junio de 1525 la creación de un asentamiento español dando la licencia a Francisco Aguilar para instalar una venta y meses después una casa de madera que sirvió de mesón, llamándose en sus inicios Villa de San Miguel. Dos años más tarde pasó a ser propiedad del soldado ibérico Pedro de Anzures, famoso por su singular estatura y grueso volumen por lo que era conocido con el mote de “Pedrote”, con el paso del tiempo derivó en Perote, llamando al paso como San José de Perote, refiriendo así también el nombre a la montaña. A lo lejos en la punta una gran piedra rectangular en forma de cofre fue lo que definió a esa elevación de 2220 metros de altura, para ser conocida como Cofre de Perote, lugar en donde se encuentran tres sitios arqueológicos, cuenta con una superficie de 11700 hectáreas y que desde 1977 fue decretado Parque Nacional. Las lluvias de la montaña forman los afluentes de los ríos Nautla, Actopan y Huitzilapan.
Una de sus construcciones emblemáticas de Perote es la Fortaleza de San Carlos, conocida inicialmente como el Castillo de Perote o Castillo de San Carlos. El Virrey Joaquín De Monserrat la mando a construir en 1770 ante el temor de un posible ataque inglés, seis años después quedó concluida, sus recuerdos son fascinantes y para muestra mencionaré solo algunos: el destacado intelectual Fray Servando Teresa de Mier estuvo prisionero en 1817; el presidente Guadalupe Victoria ordena la creación del Colegio Militar y en la enfermería de la fortaleza expiró en 1843.
Es durante la intervención norteamericana que tras la caída de Cerro Gordo y Xalapa que los invasores ocupan el fuerte y lo saquean llevándose consigo los 54 cañones de bronce de alto calibre como parte de su botín de guerra.
Una anécdota que no puedo dejar a un lado es la sucedida durante la segunda intervención francesa en nuestro país en 1863, previendo que fuera utilizado por los franceses se intentó destruirlo colocando importantes cantidades de pólvora en toda la fortaleza y al hacer explosión las casas del pueblo quedaron dañadas, cuarteadas y derrumbadas varias de ellas, el bastión quedó intacto.
Otra de las haciendas de importancia dentro del municipio es la de San José de los Molinos; en 1525 el cabildo de la ciudad de México concede licencia a Francisco Aguilar para su establecimiento, edificándola en los dos siguientes años entre Xalapa y Perote, fue tal su importancia que durante 1880 cuando pasa a manos de Juan Mier y Rubín se aprovecha como aserradero y fábrica textil llamada “La Calandria”, con el tiempo dentro de la enorme propiedad pasa el ferrocarril e incluso se hace una parada llamada como el apellido del propietario, “Rubín”.
Es mucha la información que aún queda de ese municipio, con decirles que cuenta con un pequeño asentamiento muy cerca de la comunidad de La Gloria, llamado “La Chingada”, porque durante muchos años estuvo en el abandono y por su lejanía con la cabecera municipal.
Siempre es un buen momento para ir a comer a Perote lugar de excelentes embutidos, de los ricos cocoles de queso y las tortas que son una delicia al paladar, y sobre todo cuna de sus hospitalarios habitantes.
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