A mí no me viene el saco, porque como periodista no informé o repliqué el tema de la polémica declaración del arzobispo Hipólito Reyes con respecto a las madres solteras.
Pero me pongo el saco aunque no me venga, presbítero Suazo, porque usted de manera tan general como temeraria acusa a los periodistas veracruzanos de calumniadores, difamadores y malinformadores. No lo dice de frente, es obvio, porque su texto no precisa nombres de personas ni de medios, y deja a la libre imaginación del lector, a la interpretación (a la exégesis, usted me entiende) la buena fama de muchos esforzados comunicadores veracruzanos.
Le recuerdo la definición del Diccionario de la Real Academia Española de “difamar”: porque le viene muy bien a usted: “Desacreditar a alguien, de palabra o por escrito, publicando algo contra su buena opinión y fama.” Y ya entrados en gastos, yo también le dejo tarea y le pido que analice seriamente el término “calumnia”: “Acusación falsa, hecha maliciosamente para causar daño.”
Pregúntese si no ha caído usted precisamente en el pecado que condena en “muchos periodistas”
Yo lo trato de entender en su naturaleza humana, padre Suazo, y comprendo que usted esté enojado porque maltrataron a su jefe inmediato, que eso es monseñor Reyes para usted. De ahí tal vez surgen esas tronantes afirmaciones no propias de alguien que es representante de la religión del amor y del perdón.
Cuando leo lo que puso, no encuentro a quien debiera representar a los mansos:
“Llama poderosamente la atención que muchos comunicadores hayan asumido la afirmación sobre el Arzobispo de Xalapa como cierta. Resulta increíble que algunos comunicadores hayan replicado simplemente esa falsa afirmación. No hubo seriedad, profesionalismo ni investigación.
“Esto nos pone en alerta de lo que leemos todos los días, y nos lleva a sospechar que probablemente mucho de lo que se dice, hay que creer la mitad. Parece que muchos comunicadores construyen teorías sin investigar y sin ningún código ético. No es lícito lapidar a alguien simplemente porque aparece en internet o porque lo dijo tal o cual ‘famoso’ comunicador o columnista.”
Lo cierto es que usted también ha cometido el pecado de la desinformación, y deberá platicarlo con su confesor, para que éste le otorgue el perdón, una vez que haya visto que su arrepentimiento es sincero.
Es posible que alguno de esos medios o periodistas que usted no menciona haya cometido un error de apreciación en el caso de esta lamentable declaración del señor arzobispo Reyes Larios, pero es usted injusto cuando pone en la misma canasta a comunicadores que son serios y que diariamente ponen en alto el nombre del periodismo veracruzano, incluso con el riesgo de su propia vida y de la de sus familiares cercanos.
Trate de no enojarse tanto, presbítero Suazo. Entiendo su admiración por quien es su guía y mentor, pero no deje que el afecto obnubile su corazón. Recuerde las profundas enseñanzas de Jesús en el sermón de la montaña, usted las conoce muy bien.
Aplíquelas en su vida cotidiana… y déjenos en paz a los periodistas.
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