La polémica que levantó las declaraciones recientes del Arzobispo de Veracruz Hipólito Reyes Larios, merecen un análisis objetivo fuera de poses y de ataques que no ayudan a esclarecer un problema de fondo– que hoy toma dimensiones muy elevadas–:el que cada vez haya más madres solteras en nuestra sociedad. Lo que no podemos negar.
Y no pretendo justificar lo injustificable sino de ubicar el análisis en el fondo y sentido sano de sus expresiones. Quizás no fueron las palabras adecuadas: epidemia o plaga– como así lo han mencionado algunos medios–, pero el hablar del prelado siempre ha sido claro y sencillo y por ello muy cercano a la gente, usando términos muy comunes para poder darse a entender de la mejor manera y nunca con una intención ofensiva.
Pero ¿qué dijo exactamente el pasado domingo 21 de Junio en la misa coincidente con la celebración del día del padre?, trataré de recordar exactamente sus frases:
“México, tiene un montón de mamás solteras y unas dicen somos padre y madre, pues en los hechos sí…pero no pueden hacer el papel del padre”. “Y eso se hace una epidemia porque la que es hija de madre soltera al rato no tiene otro modelo que ese aunque sea inconscientemente”. Igualmente se refirió a: “antes las mujeres eran solteras porque quedaban viudas o no lograban entenderse con sus esposos, pero ahora simplemente optan por no casarse”. “Se necesita que el papá esté presente, que sea responsable, que sean cercanos a sus hijos y que sean buenos maridos, que quieran a su esposa”, Fin de la cita.
Fuera de la palabra “epidemia” que bien pudo decir “la generalización de la condición de madre en soltería” y el afirmar la repetición de patrones en los hijos, veo que el sentido de sus expresiones—en el fondo– no es falso. Porque si hay algo que es cierto y está totalmente probado científicamente, es que los modelos que reciben los hijos y que aprenden de sus padres en el hogar son determinantes para definir los comportamientos futuros. Y, aunque no necesariamente una hija de madre soltera por fuerza tiende a repetir el patrón—todo depende del grado de madurez y del proyecto de vida que elija la hija—también obedece al grado de consciencia y plan de vida de la madre.
Por ejemplo, si una madre soltera se pasa presentando un mal ejemplo –en el tiempo–, a sus hijos sosteniendo relaciones afectivas con diferentes parejas en la búsqueda de resolver su problema emocional, antes de resolver los problemas de sus retoños–, tendrá efectos sin duda muy serios en éstos, pero especialmente en las hijas. Porque lo único que estará trasmitiendo a ellas, es inseguridad emocional y poca voluntad para tomar decisiones asertivas, y eso es un determinante que aumenta la probabilidad de que la hija pueda hacer elecciones equivocadas a la hora de planear su vida.
Por eso el dicho de que: “a los hijos se les educa 30 años antes de que nazcan”, es una gran verdad, porque educando bien a las nuevas generaciones desde ahora, se logrará que cuando sean padres asuman la responsabilidad de la educación integral de los hijos, evitando pretextos de que se descuiden por motivos de trabajo, estudios o distracciones propias de la edad.
Y vuelvo a al tema, pero ahora sobre el hecho de que las madres no puedan sustituir el modelo del padre al cien—como así lo dijera el arzobispo—y eso también en parte es cierto y aunque el sacerdote nunca puso en duda las potencialidades de las madres, si defendió en el fondo, la imagen y rol que también comparte el varón en la educación y atención hacia los hijos y el papel que juega en el contexto de la sociedad.
Porque las madres solteras pueden ser proveedoras, rígidas y cumplidoras de las exigencias de las hijos y su esfuerzo encomiable para que los hijos no resientan la ausencia del padre, pero nadie puede negar que la presencia de la figura del varón siempre será necesaria, desde los aspectos físicos, emocional-afectivos y psicológicos, especialmente en los aspectos de identidad sexual, hecho que la mujer por naturaleza no puede sustituir. Y eso, no debe ponerse a discusión; porque si se hace, sólo se estaría demostrando una visión sesgada de la realidad en las relaciones de equidad entre hombres y mujeres.
Muchos hijos de madres solteras, buscan la sustitución de la imagen paterna en el abuelo o el tío, y eso hace que atesoren lazos muy fuertes hacia éstos, lo cual es positivo cuando estas figuras ofrecen buenas enseñanzas, pues proporcionan desde la visión masculina: seguridad, hábitos positivos, protección, orientación y fortalecimiento del carácter. Cuando estas personas no ofrecen buenas enseñanzas, entonces el problema en los hijos se recrudece.
Otro aspecto que veo, que no se equivoca el prelado –porque no lo hace juzgando–, es cuando habla del incremento de madres solteras– y yo agrego–, especialmente en edades muy tempranas. Porque las estadísticas no mienten, hay un alto porcentaje de adolescentes y jóvenes que tienen relaciones sexuales irresponsables que derivan en embarazos no deseados, que traen al mundo a criaturas a las que no saben cómo educarlas y que terminan delegando la responsabilidad a los padres o abuelos. Porque no es lo mismo, ser madre soltera entre los 13 a 17 años, que de los 25 años en adelante donde las mujeres han ido realizando ya sus proyectos personales, profesionales y laborales y eso les da autosuficiencia y madurez para poder tomar las decisiones que mejor convengan para ellas.
Pero igualmente, hay otro asunto que también vale la pena relacionar con la paternidad en soltería y es el de, que si las mujeres deciden tener hijos y no casarse, es porque también existe una generación de varones jóvenes que hoy no les interesa formalizar relaciones, que utilizan la moda del “vivir juntos para probar”, y que sólo confirma en ellos, la falta de compromiso y madurez de asumir un proyecto de vida junto a una pareja, con todas las de la ley o con todas las de la Iglesia, sea de la religión que sea.
Y es que la misma emancipación de la mujer ha derivado, que ella pueda satisfacer la forma de llevar su vida dentro o fuera de un matrimonio, legalizado o no en lo civil o en lo eclesiástico y el número de hijos a tener. Y qué bueno que sea así, pero sin engañarse a sí mismas, porque ello obedece a decisiones personales muy respetables, que por una parte, facilita las cosas a los mismos varones y por la otra, es una acción calculada de la mujer, para realizarse en su fase maternal y conservar su autonomía, porque es así su gusto y asumiendo en ello toda la responsabilidad de esa decisión. Es decir en este caso la mujer así lo asume, por lo tanto no es ninguna víctima.
Y concluyo con una última expresión del Arzobispo: “Se necesita que el papá esté presente, que sea responsable, que sean cercanos a sus hijos y que sean buenos maridos, que quieran a su esposa”. Y tienen razón, porque si algo da al traste a una familia, es justamente la irresponsabilidad, la lejanía de los hijos y el que no amen a las parejas como lo merecen. Y esa expresión sólo confirma su intención de hacer ver que lo mejor es la familia unida, que sabe enfrentar los problemas y disfrutar también las cosas bellas de todos los días. Y creo que eso, es de lo que se están perdiendo las madres solteras.
Por lo tanto, lo que hizo el ministro Reyes Larios, en el uso de su libertad de hacer ver a su feligresía lo que considera que esta dentro de sus principios y leyes propias, fue recordarles a los y las que pertenecen a esa religión—y lo hacen en todas–, que están obligados a comportándose de acuerdo a los cánones que ésta establece. Y que si bien es cierto lamentablemente uso dos palabras peyorativas que él lo ha subsanado con las disculpas correspondientes, no cambia su posición de pugnar por el matrimonio por amor, la unión de la familia, y la mejor educación para los hijos, sin que esto quiera decir, que no tenga un reconocimiento especial por la lucha diaria que emprenden las mujeres madres que no tienen pareja.
Pero como todos los temas religiosos polémicos, estos son aprovechados por algunos grupos, los mismos que refutan a la Iglesia su posición en temas como: el aborto, los matrimonios gay y que hoy, tomaron como bandera el de las madres solteras para exhibir a un ministro. Estos siempre están a la expectativa para convertir, cualquier aseveración de la Iglesia –católica en particular– en cuestionamiento o en discusión y rechazo. Pero esos grupos, deben de considerar que su lucha no debe ser frente a la iglesia, sino frente a la sociedad que es la que, con más frecuencia, juzga y discrimina severamente a su prójimo.
Luego entonces, sin caer en subjetividades, considero que fue un exceso, el casi “juicio público” al que se sometió al representante de la iglesia católica en Veracruz, tomándose como pretexto un tema que no lo merecía, porque con seguridad, la intención de éste nunca fue ofender o incomodar. Por fortuna, la prudencia del Arzobispo de corregir esos conceptos y disculparse por haber creado una molestia involuntaria, le permite hoy continuar cumpliendo con su misión con dignidad, frente a todos los que pertenecen o no a su comunidad, pero especialmente frente a las madres casadas y solteras y frente a los papás que son complemento en ellas, que como él dijera, les reconoce, respeta y ora por ellos todos los días.
Gracias y hasta la próxima.