«He luchado contra la dominación de los blancos y contra la dominación de los negros. He deseado una democracia ideal y una sociedad libre en que todas las personas vivan en armonía y con iguales oportunidades. Es un ideal con el cual quiero vivir y lograr. Pero si fuese necesario, también sería un ideal por el cual estoy dispuesto a morir».
Nelson Mandela (1964)
Aunque el racismo como concepto, se ha interpretado como una doctrina que exalta la superioridad de una raza sobre de otra, basándose en características biológicas o culturales, también se ha interpretado como un sentimiento de rechazo hacia las razas distintas a la propia y en algunas sociedades, como las situaciones de conflicto violento entre los seres humanos por razones de pertenencia a grupos o etnias diferentes.
Sin embargo, el concepto queda más claro en función de sus objetivos, entre estos están: a) identificar la disminución o anulación de los derechos humanos de las personas discriminadas o puestas al margen haciendo notar la superioridad de una parte, b) denotar toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico. c) que tenga como resultado, anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad de los derechos humanos y libertades fundamentales en el aspecto económico, social, cultural y político o en cualquier otro aspecto de la vida pública.
Las explicaciones evolutistas o evolucionistas, sobre el racismo, incorporan dos grandes clasificaciones: a) el biologicista y b) el racismo étnico, que están dados en diferentes circunstancias históricas, aunque con las mismas consecuencias.
a) El racismo biologicista,
Se trata de clasificar y explicar a los seres humanos a partir de la existencia de razas diferentes, con características que las convierten en inferiores o superiores, y que transmiten genéticamente dicha condición. Supone una racionalidad fundamentada en la superioridad o inferioridad biológica o fisiológica: el color de la piel, la estructura corporal o determinados antígenos sanguíneos. Sin embargo, aunque este enfoque predominó por siglos, estudios recientes sobre las diferencias genéticas entre los seres humanos, han demostrado que tales diferencias no son mayores ni más significativas que los parecidos, de manera que las clasificaciones raciales son arbitrarias y nulas desde el punto de vista científico.

b) El racismo étnico
Dado que a partir del Homo Sapiens los grupos humanos se fueron separando desde el punto de vista geográfico, adaptándose a diversos climas y formas de vida hasta transmitir hereditariamente los resultados de dicha adaptación, esa nueva forma de agruparse por razones de sobrevivencia o adaptación, dio como resultado que los grupos se integraran también por circunstancias de identidad, aceptación y pertenencia, definiendo así el sentido psicosocial y cultural de los grupos y de subgrupos dentro de una misma etnia o raza.
La palabra raza, no se difunde en textos literarios y científicos hasta el siglo XVIII, antes de ese siglo como decía, predominó la apreciación biologicista de la trasmisión de rasgos genéticos. Es ya en el siglo XIX en que Gobineau en su “Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas (1853)” –uno de los primeros escritos de la filosofía clasista–, toma como base además del racismo biológico, el evolucionismo cultural para explicar fenómenos como la esclavitud, el colonialismo y las desigualdades de clase. Dichos argumentos sirvieron también para analizar fenómenos políticos como en la época del imperialismo, donde los conflictos interestatales eran considerados como la lucha por la sobrevivencia de los más aptos en la negociación, los mejor entrenados para la guerra, los estrategas o calculistas en las invasiones, etc. y ello marcaba las diferencias en los enfrentamientos y dominaciones sociales, culturales y políticas, etc., venciendo los más hábiles y astutos, los conocedores de los territorios o los bárbaros sobre los débiles.
Dependiendo de las circunstancias de cada espacio o sociedad, el racismo puede considerarse como una forma organizada de dominación que se concreta en hechos puntuales sin conexión entre sí o también como formas de organización de todo un régimen político, económico y cultural, como el caso del nazismo alemán o el apartheid surafricano.
El caso del racismo alemán (1920-1945), es emblemático en la historia universal, porque identifica al estado nacional socialista alemán y su discriminación por efectos de raza, tanto en su ideología como en su práctica hostil contra los judíos, que culmina en el holocausto de los campos de exterminio durante la II Guerra Mundial.
En el caso del apartheid surafricano, que inicia desde 1910 con la autonomía interna de África separándose de Inglaterra dejando al país en manos de los políticos africanos (Afrikáner), marca el inicio de la discriminación racial de facto dentro del propio país, que se formaliza en 1948 cuando el gobierno establece normas jurídicas marginando a la población negra, siendo que la población blanca era solo del 21 % en el país, 70 % negros y el resto mestizos. Los de piel negra no podían votar y estaban impedidos de ocupar cargos en la administración del país, incluso no podían tener negocios, entre otras cosas. Todas estas normas segregacionistas y racistas, impuestas de modo semioficial por la presión del gobierno emanado del Partido Nacionalista, fueron llamadas «Pequeño Apartheid”. Por esa situación se emprendió una lucha que duró 46 años plagada de discriminaciones, sufrimientos, encarcelamientos injustos, enfrentamientos, muertes, etc. y que concluye hasta 1994, con la abolición del “Apartheid” y el triunfo de la libertad y logro de los derechos sociales y políticos para los negros –en especial–en su propio país.
Luego entonces la historia de la humanidad nos da ejemplos de racismo no solo como un fenómeno antìguo, sino que se sitúa en hechos específicos, hoy con mayor intensidad, en el mundo moderno con diversos ejemplos del nuevo racismo—el moderno–, centrado en la lucha de clases y discriminaciones por motivos de género, identidades culturales de las razas, condición social o económica y por deseos persistentes de conservar la homogeneidad étnica.
Gracias y, en la próxima veremos algo sobre el nuevo racismo, siendo una figura emblemática del mismo, el polémico Donald Trump.