> Buen día apreciado lector:
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> A través de los años se ha ido acentuando la idea general de que la mayoría de los seres humanos somos creyentes religiosos por naturaleza.
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> A los que nacimos de los años ochenta para atrás, acaso los posteriores ya no tanto, nuestras familias nos formaron rigurosamente en la doctrina católica y a pesar de estar en ese asunto a muchos no nos gusta hablar del tema, abiertamente.
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> Remontándonos a esa lejanía en el tiempo, en 1958 allá en Acayucan, empujado por mi madre doña Soledad, además de acudir al catecismo, este reportero fue seleccionado como monaguillo con el padre Alberto Villanueva.
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> Entonces la misa se oficiaba de espaldas al altar en el tradicional ritual en latín y el sacerdote volteaba a ver a los fieles y decía: “Dominus vobiscum”, que se traducía en “el Señor esté con vosotros”. La ceremonia resultaba demasiado solemne y con absoluto respeto al interior del templo.
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> Con el paso del tiempo las cosas cambiaron drásticamente, vino el Concilio Vaticano II con el Papa Paulo VI, que determinó en 1960 que las celebraciones litúrgicas debían hacerse en el idioma de cada país. Así se hizo en México, en español y eso causó cierto impacto.
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> Al correr de los años, el excesivo crecimiento de la población, incluso la pérdida de las buenas costumbres y de la buena educación, aunado a la falta de misterio, mantuvo el protocolo en algo más comprensible, pero siempre sumiso y rutinario.
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> El reportero lo advirtió allá en los noventa a
> Monseñor Don Sergio Obeso Rivera.
> En el aeropuerto de Barajas, en Madrid, platicamos de la necesidad de que los sacerdotes buscaran motivar más a los católicos no solo haciendo menos monótona la misa, sino actualizando el sermón, sin quedarse “en aquel tiempo”.
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> Como era un asunto del Vaticano, las cosas poco variaron en ese aspecto, de esta manera los llamados a misa siguieron atendidos por los adultos mayores pero dejaron de ser escuchados por muchos jóvenes que si bien conservan su fe, se fueron a un nuevo esquema dentro del cristianismo.
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> Se da el caso de que muchos padres y hermanos mayores de ahora van los domingos al templo católico, mientras muchos hermanos y sobrinos actualmente van a la llamada “congregación” de los nuevos cristianos.
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> Ellos alegan que iban a misa “por obligación”, con vacíos espirituales, y allí se sienten más comprometidos, la música es más alegre, el mensaje es diferente, no se aburren, les atrae la lectura de la Biblia.
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> En fin es un tema complicado en cuanto al estilo de las celebraciones eucarísticas. Por ejemplo en Catedral a donde suelo acudir algún domingo, Monseñor Hipólito ya puso su sello atractivo de participar levantando la mano, saludar y aplaudir, y vaya que es claridoso en el mensaje. Pero algo falta de atractivo en cuanto a las misas cantadas.
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> De lo que sí estoy cierto es que ayer domingo en la misa del templo de la Divina Providencia el párroco Jacinto Rojas Ramos se saca un diez, me parece que ha sido discípulo del Padre Rafael González Hernández, un santo vivo entre nosotros, que afortunadamente sigue pendiente, ahora del admirado ser humano que fue don Martín del Campo, que ahora en septiembre seguramente será validado como Beato allá en la Roma Eterna para satisfacción de la grey católica mexicana .
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> El Padre Jacinto no solo explicó muy bien el mensaje dominical sobre Amós, el predicador que no quería ser predicador y las buenas noticias en tiempos de malas noticias, sino que la música y la voz de los conductores de la ceremonia nos mantuvieron atentos a toda la celebración.
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> Ahí tiene un gran reto el Padre Rafael para llevar a Catedral la amenidad que se da en su anterior casa parroquial. Enhorabuena a todos.
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> Finalmente en el concepto de este reportero todas las religiones y sectas buscan lo mismo, que es la armonía y el amor al prójimo. Que así sea.
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> Gratos días para usted lector.