El Estado es una forma histórica; hoy se encuentra en crisis, es objeto de burla y de rechazo.
Ikram Antaki

Los números son incuestionables, cuando se efectuó la segunda captura de Guzmán Loera, el 70% de los mexicanos presumían la posibilidad de la fuga del Chapo, hoy esa presencia estadística se materializó.
El narcotraficante con mayor presencia en el inconsciente colectivo nacional, con tiempo, con complicidad y con recursos se escapa por segunda vez de un penal de “máxima seguridad”; aún recuerdo cuando los Estados Unidos pidieron su extradición.
La fuga del Chapo nutre lo mexicano, lo ficticio, aquí nada es tragedia todo lo hacemos desazón. La semiótica política es clara, hay reajustes y ya se cumplieron plazos. Con este suceso el común de la población se nutre en escepticismo, en desfachatez y da pie a 10 mil corridos más y 3 nuevas narco-series para idolatrar a los que destruyen el país.
Sucede justo en la lóbrega noche del sábado 12 de julio, como si quisiera que coincidiera con el Día del Abogado, como si el ejercicio de quienes ostentan esta profesión no rozara propiamente algún vínculo con la complicidad en el éxito del suceso.
Unísonas son las expresiones que convergen en la palabra “corrupción” la cual, hoy nos cuestas implícitamente casi un regreso al Estado primitivo de las cosas, la certeza en las instituciones se sumerge a una trayectoria negativa.
El sentido del deber en el servicio público, solo lo pensamos los románticos, que debemos acallar nuestras opiniones dentro de la masa institucionalizada de “aquí así es”, “esto es normal”.
Pensemos, 1.5 km de longitud y tecnología suficiente para hacer cómoda la fuga, de esa magnitud fue la complicidad. Se escapó por la regadera, como película de ficción, por un lugar trillado y predecible.
México así se está volviendo, predecible en su actuar, se hacen señalamientos que no se imputan, se inauguran obras que no se concluyen, se penalizan actos sin razón de ser.
La impunidad se burla del Estado, la certeza en nuestro sistema jurídico es nula, el realismo político sobrepasa lo que él mismo necesita para sobrevivir.
La explicación del conflicto ya no actúa simplemente como distractor, hoy es más que eso; en un momento tan coyuntural vemos que los afanes en aras de generar un marco de mayor eficiencia jurídica se edifican en pies de barro.
Por un espacio con ventilación, iluminación y una escalera se fue nuestro moderno capital moral para dar certeza a la eficiencia del sistema de justicia mexicano.
Comienza la nueva búsqueda, la interminable, la de nuestra identidad, quizás no la tenemos plenamente como país por eso cuando avanzamos damos pie para retroceder.
Hoy como siempre en tiempos de oscuridad, deben emerger los hombres buenos, los que luchen por traer luces y progreso, no faltará quienes intenten impedirlo, pero nuestros sueños de una país mejor no se pueden ni deben irse por una regadera.
Debemos salir de este túnel que nos conduce a la podredumbre, anclar y dar giro no depende solo del tlatoani, ser producto de una construcción congruente entre lo que vemos, leemos y hacemos. Solo la unidad de los individuos forjará mejores episodios en la vida colectiva de México.
Recordando:
• Un chiste de mal gusto: Con la fuga del Chapo volvemos a confirmar que México nunca ha sido bueno en los penales.
• Se escapa por un túnel para que la parafernalia fortalezca la idea del hombre leyenda.
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