Cunden estos días en Veracruz las campañas que realiza el Partido de la Revolución Democrática con el fin, seguramente, de ganar simpatías y adeptos a su causa, lo que es bueno que haga cada instituto político, porque ésa es su función principal. Y resulta así, porque el objetivo mayor de cada partido es conquistar el poder, y eso se logra mediante la suma de votos a su favor en cada una de las elecciones en que se determina a quienes serán, a saber, regidores y síndicos, presidentes municipales, diputados locales y federales, representantes de la Asamblea del DF, gobernadores y Jefe de Gobierno del DF, senadores y Presidente de la República.
Cada uno de los ocho partidos nacionales (PAN, PRI, PRD, PVEM, Panal, Convergencia, PES, Morena) y cada uno de los numerosos partidos estatales buscan ganar el mayor número de elecciones, y para eso necesitan la voluntad popular. Todos la buscan de distintas maneras: unos de plano se dedican a tratar de comprar votos, otros utilizan programas de apoyo social de las entidades en las que son gobierno, otros se arriman a los corporativismos, etc.
Una forma también efectiva es encabezar protestas sociales o peticiones ciudadanas que “vendan” entre la población. Y a eso parece estar dedicado el PRD en Veracruz.
En las últimas semanas hemos visto que el diputado federal perredista por Xalapa, el indiscutido líder social Uriel Flores -apoyado también por el líder municipal Manuel Bernal-, está encabezando un movimiento en contra de una compañía que se ha propuesto introducir en la región el servicio de gas natural a través de tuberías.
Muchos ciudadanos se han arrimado a los perredistas y han firmado la petición, convencidos por éstos de que el gasoducto representa un peligro para la ciudad y sólo sirve a los fines comerciales de una empresa asentada en Coatepec.
Por otra parte, este partido de la izquierda también ha lanzado una campaña en contra del nuevo Reglamento de Tránsito, debido a las altas multas que contempla y a algunas regulaciones que atañen por primera vez a los peatones. Obviamente, esta campaña también está consiguiendo la firma de veracruzanos que se sienten afectados en sus intereses como conductores de autos privados o choferes del servicio público.
No está mal que el perredismo jarocho haga campañas en contra de instalaciones peligrosas o medidas que afectan a un buen grupo de la población. Sin embargo, ya no resulta tan positivo que solamente se queden en eso: en la protesta, en llevar la contraria a cualquier acción de gobierno.
Un papel de la oposición es estar contra lo que considere que es malo para el grueso de la ciudadanía. No obstante, los partidos que no están en el poder también tendrían la obligación de apoyar las acciones que beneficien a la población y sirvan para el desarrollo del estado.
Y ser propositivos también.
Es muy fácil pasarse siempre criticando. Lo difícil es aportar ideas, proyectos y voluntades para que Veracruz mejore.
Está bien llevar la contra… pero no siempre y contra todo.
[Los lectores descansarán de mí y yo de escribir esta columna durante la siguiente semana. Nos vemos el lunes 27, si llevan favor].
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