La violencia es la ausencia de la razón, aunque a veces se pueda pensar en cómo dañar a un semejante, a un ser vivo. Es el acto más primitivo y, quizá por eso, creemos que es normal ejercerla. Siempre se da del más fuerte hacia el débil, física, emocional o económicamente.

Las mujeres hemos sido violentadas a lo largo de la historia, pero también hemos violentado. Somos humanas y nada de esta especie nos es ajeno.

En el “Panorama de la Violencia contra las Mujeres 2011”, editado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en coordinación con el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), se establece que:

“La violencia ejercida contra la mujer se refiere a todo acto, acción o conducta de maltrato basado en su género, que tiene como resultado posible un daño físico, sexual o psicológico. Esto adopta numerosas dimensiones y busca someterla en todos los aspectos de su vida; afecta su libertad, dignidad, seguridad y su intimidad; es multiforme, pues tiene diferentes características y se manifiesta con diversos matices, unas veces interrelacionados y otras recurrentes, ya sea en situaciones cotidianas o extraordinarias, y afecta además a personas con quienes ellas mantienen ciertos vínculos afectivos”.

En este contexto inserto la propuesta de Iniciativa de Reforma al Código Penal del Estado de Veracruz, presentada por el diputado Enrique Valencia Morales, en la que se busca adicionar un párrafo al Artículo 155.

Esto, con la finalidad de castigar a quien omita dar aviso a las autoridades sobre algún caso de violencia o abuso sexual, teniendo conocimiento del delito. Dicha pena será de nueve meses a cuatro años de cárcel y multas de hasta cien días de salario mínimo.

En su exposición, el Legislador sostuvo: “Estudios revelan que una de cada cuatro niñas, y uno de cada ocho niños serán agredidos sexualmente antes de que cumplan 16 años. El 90 por ciento de las veces, la agresión sexual la cometen familiares directos, y en más de 80 por ciento, una persona conocida. La mayoría de estos casos quedan impunes, porque las personas tienen miedo a denunciar, para no externar la situación que vivieron”.

Es importante la comunicación familiar y siempre dar credibilidad a lo que nos dicen sus integrantes. Resulta aterrador saber que los principales agresores son personas cercanas a nuestro núcleo y, en muchas ocasiones, personas a las que amamos.

Ciertos ritos de iniciación en la adolescencia de mi época fueron verdaderos actos de violencia contra mis hermanos y primos. Pero era “lo normal”, según decían los adultos.

Lo bueno es que avanzamos con marcos legales y denuncias públicas, para erradicar este tipo de actos en nuestras costumbres y hábitos. Por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia debemos permitir que estas barbaridades sigan.

En 1979, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue el primer organismo internacional que detectó y reprobó la gravedad de la violencia contra las mujeres y reconoció explícitamente que esta situación en el entorno familiar es el crimen encubierto más frecuente en el mundo, por lo que en 1980 aprobó la Convención para Erradicar la Discriminación Contra la Mujer.

Casi 40 años después seguimos hablando de violencia. Lo peor, que seguimos padeciéndola en buena parte de nuestra vida privada y pública.

Por hoy es todo. Le deseo un excelente inicio de semana y nos leemos en la próxima entrega