Cuando hablamos de las niñas y los niños, algunas personas tienden a referirse metafóricamente a esta etapa de la vida, quizá porque tuvieron una infancia “normal”. Es decir, aquella de sueños e ilusiones, de jugar a ser grande y querer ser enfermera, doctora, maestra o sobrecargo (aeromoza decíamos en esos tiempos). Por desgracia, la burbuja rosa en la que crecimos se rompió hace tiempo. Hoy, nuestros niños viven otras realidades, que antes no imaginamos.
Estudios de organizaciones civiles, instituciones públicas y privadas, así como la academia han registrado violencia en contra de niños y adolescentes. No sólo violencia intrafamiliar, sino la relacionada con la trata de personas y el acoso escolar, por mencionar algunas de sus formas. Ya hace años, la periodista Lydia Cacho denunció una de las tantas redes de pederastia que hay en el país, y sobran los testimonios y las noticias sobre las otras formas de agresión.
Ante estas situaciones debemos tomar las medidas preventivas necesarias. Tanto en las familias como en los ámbitos gubernamentales. De ahí que en el Congreso local haya aprobado hace poco más de un mes la nueva Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado, que constituye un marco jurídico que los reconoce como titulares de derechos y les garantiza el pleno ejercicio, respeto, protección y promoción de sus derechos humanos.
Dice el comunicado oficial: “El Dictamen, derivado del análisis de las iniciativas que presentaron por separado el gobernador Javier Duarte de Ochoa y el Grupo Legislativo del Partido Acción Nacional (PAN), se aprobó por unanimidad del Pleno y será el marco que rija los derechos de este sector de la sociedad.
“Se establece que la evaluación de las políticas de desarrollo social vinculadas a la protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes estará a cargo de un organismo especializado en la materia, determinado por acuerdo del Sistema Estatal de Protección Integral”.
Así, las autoridades estatales y municipales deberán adoptar medidas de protección especial de derechos de niñas, niños y adolescentes que se encuentren en situación de vulnerabilidad por circunstancias específicas. Entre éstas, las de carácter socioeconómico, alimentario, psicológico, físico, de discapacidad, identidad cultural, origen étnico o nacional, situación migratoria o de ciudadanía, o bien, relacionadas con aspectos de género, preferencia sexual, creencias religiosas, prácticas culturales u otros que restrinjan o limiten el ejercicio de sus libertades.
La violencia es la diferencia entre una sociedad civilizada y una pre civilizada. De ahí que debamos cuidar a nuestras hijas y nietas con base en el diálogo, la educación, la cultura y el respeto. Pero no debemos olvidar que nuestro “mundo ideal” sólo es nuestro. Hay muchas niñas y niños que aún sufren de maltrato y violencia en todas sus tipificaciones.
Esta nueva ley es clara y precisa, y toma lo mejor del pasado para construir un marco legal en correspondencia con lo que requerimos.
De verdad espero que su aplicación rinda los frutos que esperamos y que necesitamos. Vivimos en un mundo con violencia y para erradicarla nos falta un buen trecho que caminar. No debemos posponer los cambios que nos benefician, pero sobre todo, los que beneficia a nuestra niñez y juventud.
Por hoy es todo. Le deseo un excelente día y nos leemos en la próxima entrega