Con la postulación del sonorense Manlio Fabio Beltrones Rivera a la presidencia nacional del PRI, sin duda, se impuso el más común de los sentidos. En el firmamento político actual, pésele a quien le pese, no hay otro político-político tan completo y de tanto peso específico como Manlio. Nadie, ni del estado de México, ni de Hidalgo, ni de ninguna otra entidad que usted nos quiera mencionar, nadie.
Ya la platicamos en alguna otra ocasión anterior, pero ahí va de nuevo esta anécdota. La primera vez que oímos hablar de Manlio fue allá por el 86. Un amigo cercano en aquel entonces con el que compartíamos una modestísima responsabilidad en el PRI estatal de aquellos años –durante la campaña político electoral de Fernando Gutiérrez Barrios-, tuvo la oportunidad de hacer un viaje de trabajo a Hermosillo, la capital del estado de Sonora, iba acompañando a Susana Torres Hernández, a la sazón oficial mayor del CDE del PRI. El motivo del viaje, por encargo especial de Gutiérrez Barrios, era para entrevistarse con Beltrones Rivera, que en aquellos días se desempeñaba como secretario general de Gobierno, quien les compartiría algunas de las experiencias exitosas de gobierno en aquella entidad.
La comisión que encabezaba Susana Torres Hernández no estuvo en Sonora más de tres días, fue una visita relámpago, suficiente para que Manlio y colaboradores les mostraran algo de lo que se estaba haciendo en la administración pública de aquella entidad y que don Fernando estaba interesado en implementar en Veracruz. A su regreso, nuestro cuate en aquel entonces, de inmediato nos pasó película de la visita a Sonora, pero lo que a nosotros nos interesaba conocer en realidad era si era verdad lo que se decía sobre Manlio, un político aún muy joven en ese 86, al que ya se le veía como una futura estrella en el firmamento político nacional.
Manlio ya había trabajado al lado de Gutiérrez Barrios, de quien había sido secretario particular en la Federal de Seguridad, por lo que ambos, el veracruzano y el sonorense se conocían muy bien, el primero de alguna manera era el formador del segundo en los inicios de éste, pero para no alargar la historia, nuestro interlocutor, que había tenido oportunidad de “palpar” muy de cerca en aquella visita al sonorense, al compararlo con la otra estrella refulgente de la política que en aquellos años también era Dante Delgado, que presidía el CDE priista y coordinaba la campaña de don Fernando, concluyó que aquel, Manlio, era, con mucho, más “chingón” que el cordobés.
Juzguen ustedes algo de las trayectorias de ambos. DDR llegaría a ser gobernador sustituto de Veracruz por 4 años, secretario de Organización del PRI, Procurador Agrario, Coordinador de la Comisión para el Bienestar Social y Desarrollo Económico Sustentable para el Estado de Chiapas y embajador de México en Italia, después fundador de Convergencia y presidente de Movimiento Ciudadano, entre otros cargos. Manlio también llegaría a ser gobernador de Sonora, Subsecretario de Gobernación, diputado Federal 2 veces y senador de la República, además de que durante los 12 años del panismo en la presidencia, Manlio fue, sin duda, un factor real de poder y sirvió de puente entre los priistas con Fox y Calderón, casi casi un vicepresidente de facto.
En la actual coyuntura, se puede decir que Manlio obligadamente llega a la dirigencia nacional del PRI –cosa que él sabe muy bien-. Jugando a la futurología, diríamos que llega un poco a destiempo, el sonorense está por cumplir 63 años (30 de agosto de 1952) y esa circunstancia, por sí sola, le complica las cosas para el 2018, para esas fechas andará por los 66 años, sin contar con que no pertenece al primer círculo de EPN.
Pero Manlio es un político-político, eficiente, inteligente, que no hay que decirle cómo se hacen las cosas; que sabe hacer política, ¡mucha política!, que sabe negociar, que sabe que en política no se puede fallar, pero sobre todo, es un político a la vieja usanza que sabe que, en política, lo cortés no quita lo valiente, sin contar con que es de esos tipos cuidadosos del fondo y de las formas –quienes han visto al sonorense en persona, los zapatos, por ejemplo, siempre los trae lustrosos al extremo, lo que dice mucho de un político, aunque no se crea-, que no acostumbra dar un paso de más ni uno de menos y sabe que, como hubiera dicho el propio Gutiérrez Barrios, “… en política, la mejor declaración es la que no se hace”, es decir, sabe callar cuando hay que callar y hablar solo cuando hay algo que aporte.
Haríamos mal si a priori lo descartamos para la grande, las dos cartas principales con las que ha venido jugando el Presidente están muy desgastadas y, la tercera, que en apariencia era con la que estaba jugando para el PRI nacional –lo que era un despropósito-, no ha logrado el fogueo que a estas alturas era deseable tuviera, empezando porque en esta elección federal pasada debió haber jugado para una diputación, con lo que hubiera cumplido así con el requisito de la elección previa.
Vamos a ver, aún es muy temprano para adelantar vísperas. El 2016 será un año crucial, se elegirán 12 gobernadores, entre ellos el de Veracruz. Será entonces cuando conozcamos las destrezas partidistas de Manlio.
Del vampiro de Palo Verde.- Con los dos perfiles que hay tanto en la de Gobierno como en la particular, este último tramo se antojaría menos tempestuoso, si los dejan hacer su trabajo a ambos, por supuesto.