La vieja máxima griega de mente sana en cuerpo sano es todavía un ideal para buena parte del mundo occidental. Hemos testificado en los últimos años la apertura de espacios cerrados para realizar actividades físicas de diversa índole. Parece que cada gimnasio tiene una especialización extra que ofrecer al público.
Los y las usuarias son de diversas edades, pero con el mismo objetivo: mantener un cuerpo perfecto y cuidar su salud. Es loable ver cómo hombres y mujeres realizan rutinas con disciplina, constancia y dedicación.
Normalmente, el éxito de un gimnasio tiene que ver con la publicidad que los propios usuarios hacen entre sus amistades. Vamos, se recomienda de boca en boca y se exaltan sus instalaciones, servicio, preparación de los entrenadores, etcétera.
Todo esto se relaciona con los costos de inscripción y mensualidades. Pero, ¿está usted segura de que sus entrenadores realmente saben lo que hacen? ¿Tienen salida de emergencia? ¿Cuentan con personal médico capacitado para atender posibles lesiones, propias de la actividad física?
En este sentido, el diputado presidente de la Comisión Permanente de Juventud y Deporte de la LXIII Legislatura del Estado, Octavio Pérez Garay, presentó una Iniciativa en la que se pretende obligar a los dueños de gimnasios y centros deportivos de la entidad a contar con personal calificado en primeros auxilios e instructores certificados, que otorguen un servicio de calidad al usuario.
De acuerdo con la propuesta, que presentó ante el Pleno el pasado 30 de julio, se reformarían diversas disposiciones de la Ley del Sistema Estatal de Cultura Física y Deporte del Estado, para garantizar que gimnasios y otros establecimientos tengan instalaciones adecuadas, medidas de protección civil y de primeros auxilios, en caso de que algún usuario los requiera.
El Diputado comentó que “la intención es que las personas que asisten a estos lugares tengan confianza y puedan desarrollar sus actividades físicas, con la seguridad de que en caso de sufrir algún accidente tendrán apoyo calificado y profesional”.
Pareciera una nimiedad, o que no debieran ocupar al Congreso temas como el aquí aludido. Pero si consideramos la popularización de los gimnasios en la entidad, podríamos acercarnos a su dimensión real y los problemas que pudiesen presentarse en algunos de ellos.
Así como exigimos la certificación en muchas de las actividades profesionales que se realizan, que brindamos o nos brindan, también debemos estar seguras de quién es quién con relación al cuidado de nuestros cuerpos, cuando los ejercitamos.
Si bien los amigos de la juventud seguían el manual de Charles Atlas, enviado por correo, ahora los tiempos han cambiado y las actividades se diversificaron, buscando siempre mejores resultados sin afectar nuestro organismo.
Se trata de garantizar al usuario y usuaria su salud. De eso, simple y llanamente. Ojalá esta reforma alcance también a quienes brindan asesoría y entrenamiento en espacios al aire libre, a personas de la tercera edad y público en general.
Por hoy es todo. Le deseo un excelente día y nos leemos en la próxima entrega