Por más que se quiera que las cosas en el estado de Veracruz fueran distintas, no pueden dejar de advertirse acontecimientos, de la vida real, que han afectado el devenir de los veracruzanos en estos días.
Es innegable y harto evidente que una mala racha de sucesos se ha encadenado para alterar la buena marcha y la tranquilidad de la sociedad jarocha. Hechos desafortunados dentro y fuera del territorio de la entidad, con muy diversas lecturas y consecuencias, forman parte de un tránsito difícil donde concurren numerosos factores incidiendo en explicables preocupaciones de la población abierta.
Nadie en su sano juicio desea que algo malo suceda pero los hechos duros son de que contingencias muy preocupantes, suceden. ¿Qué pasa, tolerancia, ineptitud, connivencia, corrupción, flojera?, alguna explicación debe haber y los ciudadanos deben saber. De otra suerte se abre la puerta a la especulación, a la sospecha y al temor social.
No es un fenómeno de generación espontanea, tiene largos antecedentes a pesar de un reiterado afán de minimizar el grave problema. Se atienden los perniciosos efectos, no las verdaderas causas. Lo innegable es que, siendo obligación legal a cargo del ejercicio del Poder, sufren el Bien Común y la Paz Pública y el recelo popular crece. ¿Qué ocurre?
Dónde y cuándo se extravió el camino de aquel Veracruz tan señero en el acontecer nacional, que representaba un baluarte por la valía de sus hombres y mujeres, en torno a ideales y trabajo digno y honrado. Había problemas, claro que los había, pero se enfrentaban y se resolvían. El indicador virtual de “felicidad social”, no estaba tan deprimido como el actual. ¿Dónde y cuándo se perdió el rumbo del desarrollo y el progreso?
Dentro de un año habrá gobernador electo, por solamente dos años, en Veracruz. Se habrán producido todos los episodios del proceso electoral. ¿Qué le espera al nuevo gobernador, del origen político que sea? ¿Con que elementos contará para gobernar y en que escenarios?
Existe un gran número de distinguidos veracruzanos que desean servir a sus conciudadanos. Son toda una legión de políticos de buena fe, sin importar el partido político o formación ideológica a la que pertenezcan. No se duda de su derecho a aspirar al poder, pero sobre cada uno de ellos sean militantes de algún organismo político u opten por la vía independiente, que ahora permite la ley electoral, ¿Tienen idea y conciencia de lo que el próximo mandatario de los veracruzanos tendrá que afrontar, enfrentar y resolver?
¿Cuáles son sus programas y proyectos de gobierno contra la pobreza, el desempleo, la inseguridad, la educación, la obra pública, la salud, la vivienda, el transporte y mil temas pendientes? Por el momento la atmosfera política solo se llena de sesudas suposiciones, especulaciones y conjeturas politiqueras que se convierten en un deporte meramente ocioso de: ¿Quién va adelante en las encuestas, quien es amigo de quien, quien se retrato o no saludo a quien? y de este modo se llenan los espacios huecos de una engreída especulación intrascendente. Ningún aspirante esboza siquiera, cómo pretende ejercer el mandato del pueblo.
Veracruz no es Nuevo León, donde un “bronco”, candidato independiente, gano las elecciones para el gobierno del estado prometiendo maravillas y, aun a sabiendas de que no cumpliría, pavimento su triunfo con mentiras que muy pronto le salieron a la cara, debiendo admitir que no dejaría de cobrar la tenencia de vehículos, que fue una de sus promesas y otras más que pronto lo obligaron a retractarse. ¡No!, así no es.
¿Cuál es, entonces para Veracruz, la fórmula, que se antoja mágica, la que los candidatos ofrecerán para administrar una economía maltrecha, y otros flagelos, a un electorado al que le es difícil creer en promesas de campaña política?
Si las cosa no mejoran, algo que se percibe muy difícil, Dios agarre confesados a los veracruzanos, habitantes de este entrañable girón de la Patria, pueblo heroico, sufrido, reformista, liberal y revolucionario, presente en todas las grandes empresas nacionales, cuyo infortunio actual no corresponde a su lucha secular siempre en pro de las causas nobles y superiores del, eternamente deseado, México prócer.