Y cuando lanzamos esta pregunta al aire nos referimos concretamente a la “izquierda” que encarna el Partido de la Revolución Democrática, fuera de esta organización partidista, con todo respeto, pero ni MORENA y mucho menos el Partido de los Trabajadores, a punto de la desaparición por la pérdida del registro, se pueden considerar partidos de la izquierda política y social entendida ésta –sin entrar en mayores detalles- como “la búsqueda y defensa de la sociedad igualitaria”.
A propósito de esta discusión, hace poco un amigo muy cercano y respetado nos decía, casi como reclamándonos respecto a las críticas que una y otra vez le hemos endilgado al proyecto de Andrés Manuel y de su partido: “¡Es que es el único que se le opone al Estado…!”, mmmm, está bien, estamos de acuerdo, pero no necesariamente la posición antisistémica y antiestatal del tabasqueño significa que se le pueda considerar de izquierda, más allá también de que MORENA tenga en su filas a militantes que se llaman Martí, Vietnika, Lenia y Valentina.
A estas alturas del partido, ni en la misma Rusia actual hay izquierdistas clásicamente considerados como tales y dudamos que alguien se pueda llamar así en la antigua Unión Soviética, como los respetados hermanos Batres, es más, ya ni las míticas ciudades de Stalingrado y Leningrado llevan ese nombre oficial, hoy son, respectivamente, Volgogrado y San Petersburgo. Ahora bien ¿por qué consideramos al PRD como el único partido político de izquierda en México?, bueno porque es el heredero de las viejas luchas de la vieja guardia de los militantes de izquierda, los socialistas y comunistas de viejo cuño, y de las diferentes corrientes que derivaron de estas tendencias (“troskos”, maoístas, línea de masas, etc.), más los partidos que de alguna manera le antecedieron al actual PRD, desde el Partido Comunista, el Partido Socialista de los Trabajadores, el Partido Mexicano de los Trabajadores, hasta el mismo Partido Socialista Unificado de México y el Frente Democrático Nacional.
¿Cuál debe ser la tendencia de un izquierdista en el México del siglo XXI, en qué espejo nos debemos mirar? Actualmente buena parte de Latinoamérica –ojo, este es el término que gusta, decir América Latina se le puede considerar ofensivo o como una expresión del imperialismo yanqui- está gobernada por políticos que son una expresión de izquierda, por ello es conveniente que tratemos de ubicar a la que el México actual requiere y necesita en, por ejemplo, los espejos de la revolución cubana de Fidel y Raúl Castro; el desdibujado bolivarismo que hereda Nicolás Maduro de Chávez, lo que queda del sandinismo de Daniel Ortega en Nicaragua; el Movimiento al Socialismo de Evo Morales en Bolivia; el peronismo de Cristina Fernández de Kirchner; el fallido gobierno laborista de Dilma Rousseff en Brasil manchado por la corrupción o el centro-izquierdismo de Rafael Correa en Ecuador.
En estos días nos dimos a la tarea de investigar algo sobre lo que significa o debe significar ser de izquierda en el México actual, y encontramos trabajos ilustrativos y serios, expresiones de un pensamiento crítico y autocrítico que, ignoramos, si políticos (auto) denominados de izquierda habrán leído o siquiera hojeado alguna vez. Entre estos destacaría el último artículo que publicó Jesús Ortega (el “chucho mayor”) en Excélsior, en donde de plano dice que hay que redefinir –renunciar- la tendencia ideológica del PRD, olvidándose de cualquier idea que lo asocie con el marxismo leninismo.
Hay otros como el que Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano escribió en 2012. Se trata del ensayo ¿Qué sigue para la izquierda en México?, en el que plasma una idea de izquierda asociada a un progresismo más evolucionado y moderno. Parte central de su argumentación es la práctica que hace del PRD actual en donde domina una política de cuotas de poder de acuerdo al peso específico de las corrientes y tribus, y finaliza su trabajo con la propuesta de impulsar un activismo internacional de México que privilegie la solidaridad y un orden mundial más equitativo, la autodeterminación, independencia y la integración latinoamericana. Por supuesto prioriza la defensa de los recursos naturales, principalmente lo que corresponde al petróleo, el gas y la minería.
Otro ensayo muy destacable, académico cien por ciento, es el del ex perredista hasta 2003, Gilberto López y Rivas, “La izquierda en México: problemas y perspectivas”, en donde hace una revisión histórica de las diferentes tendencias de la izquierda, en dónde empieza por preguntarse si se debe hablar de izquierda en singular o en plural. Identifica a lo que él denomina la institucional o sea la organizada en partidos políticos; la que se ha aglutinado alrededor del movimiento zapatista; la izquierda marxista ortodoxa y la “de tipo social, inorgánica y diversa, pero con mucha presencia en la sociedad civil y en la intelectualidad”. El de López y Rivas es un ensayo extenso que vale la pena leer, es un tanto histórico porque no corresponde necesariamente a la realidad actual de la izquierda en México.
Dentro de ese bagaje de ensayos, artículos y estudios de la izquierda partidista, está uno de Jorge Fernández Menéndez, “Historias fantásticas de la izquierda mexicana”, en donde destaca, con bastante humor negro diríamos, las incongruencias en que han caído partidos como el de los Trabajadores, que han acogido en su filas a personajes tales como Manuel Bartlett y Ricardo Monreal, y nos recuerda algunos de los antecedentes político ideológicos de ambos, que chocan con cualquier idea progresista y democrática de la izquierda.
Finalmente hay dos trabajos que recomiendo ampliamente, el primero, publicado en la revista Nexos (aparentemente publicado el 1 de junio de 1982) “¿Quién es quién en la izquierda mexicana?”, de Christopher Domínguez Michael, en el que hace una recuperación histórica del actual PRD y de sus principales figuras, desde Vicente Lombardo Toledano, Rafael Galván, Heberto Castillo, Valentín Campa, Demetrio Vallejo, Felipe Martínez Soriano y Rosario Ibarra de Piedra. Vale la pena echarse un clavado en este ensayo histórico para no olvidar a estos viejos luchadores sociales. El otro es “9 tesis sobre la identidad de izquierda en el siglo XXI”, del cientista político argentino Manuel Luis Rodríguez Uribe, donde se hace 3 preguntas fundamentales que trata de contestarse: ¿Qué es ser de izquierda en los inicios del siglo XXI? ¿Cuáles podrían ser los fundamentos de una nueva definición de la condición de izquierda en el futuro? y ¿Cuál es el sentido profundo que identifica actualmente y qué podría identificar en el futuro al ser de izquierda?, muy interesante, otra perspectiva, otra visión, más prospectiva.
Lo que sí es un hecho, ya para terminar, es que en México la izquierda que encarna el PRD pasa por una severa crisis de valores e identidad, se ha vuelto en extremo pragmática, olvidándose de principios, pero, sobre todo, se ha burocratizado y anquilosado, dando la espalda a un reformismo necesario. No veo a MORENA como un partido de izquierda, lo veo más como una organización vertical, en cierto modo autoritaria y, a veces, inclusive con una tendencia conservadora y anti cambio. Andrés Manuel tiene que ser autocrítico y revisar sus estrategias y tácticas de lucha política si quiere sobrevivir a la elección de 2018.