La próxima semana regresan a labores estudiantes y docentes de educación básica. El mundo vuelve a la “normalidad”, y con ello los problemas, prisas y gastos que conlleva. Madres y padres han iniciado el recorrido por diversas papelerías y tiendas de uniformes escolares. Hay que cumplir con nuestras obligaciones.

Pero un dato que se nos escapa es la venta de comida no apta para nuestros menores, que se expende en los centros escolares. Ahí seguimos teniendo una asignatura pendiente de resolver. No basta con hacer llamados o saber que el país tiene el deshonroso primer lugar mundial en obesidad infantil. Debemos poner manos en el asunto.

De estas realidades se desprende el comentario de la diputada secretara de la Comisión Permanente de Educación y Cultura del Congreso Local, Minerva Salcedo Baca:

“Tiene que existir políticas sanitarias y de revisión que impidan la venta de productos chatarra. Incluso, de ser necesario, un organismo que regule la venta de alimentos en las escuelas, porque se está dañando a los niños”.

Los buenos y malos hábitos se incuban en el hogar y el alimenticio es uno de los que más debemos cuidar, para evitar problemas de sobrepeso. Sin embargo, es innegable que hemos cambiado mucho en nuestra dieta cotidiana. Prueba de lo escrito son los establecimientos de “comida rápida”, que tanto gusta a nuestra niñez.

Buscar los equilibrios en nuestra dieta es lo mejor que podemos hacer. A las nuevas generaciones se les educa con el ejemplo, no con discursos y buenas intenciones. Sólo así podremos mitigar los problemas de salud del presente y futuro.

Pero también habrá que impulsar políticas de cooperación entre nuestras instituciones educativas. La Universidad Veracruzana nos puede ayudar mucho con este propósito. Su alumnado puede enseñarnos cómo ubicar correctamente los alimentos en el refrigerador y purificar el agua con métodos y técnicas baratas y sencillas.

A realizar pláticas en los planteles de educación básica para alumnos, docentes, padres y madres. A saber combinar nuestros alimentos y hacer una dieta balanceada con lo que tenemos al alcance de nuestras manos.

El Ayuntamiento podría establecer convenios con la Cámara de la Industria Restaurantera para que en cada mesa nos informen la cantidad de sodio que contienen sus alimentos y la información nutricional respectiva.

Los alumnos de la Unidad de Ciencias de la Salud pueden hacer su servicio social o prácticas (pienso en las facultades de Nutrición, Medicina y Odontología, pero pueden haber más) en los centros escolares, para que orienten a niños y jóvenes para mejorar sus hábitos alimenticios.

Pero, lo más importante, que las autoridades educativas prohíban la venta de “alimentos chatarra” dentro de los planteles oficiales. Se puede escuchar drástico, pero la obesidad infantil ya es un problema de salud pública.

Dice la diputada Salcedo Baca: “El sobrepeso infantil tiene su origen en malos hábitos alimenticios, ya que en la dieta diaria se incluye muchos carbohidratos, edulcorantes, grasas y azúcares”.

Aunado a lo anterior, una buena práctica deportiva o recreativa en las que el centro sea la actividad física nos permitirá ser y tener una sociedad más saludable. Insisto: los hábitos y costumbres empiezan en casa.

Por hoy es todo. Le deseo un excelente día y nos leemos en la próxima entrega.