“Si me preguntan qué es la cultura, no lo sé. Si no me lo preguntan, lo sé”. A qué tanto delirio por definir la cultura, lo cual ayuda, sin duda, por lo menos a delinear políticas públicas al respecto. Pero resulta que por muchas investigaciones y estudios, aquí en México la cultura vale madres. Incluso es el “octavo pasajero” al que hay que anular, porque es un alien para la sociedad. Digo, hablando de esa cultura que hace pensar, crear, criticar, actuar, transformar, la que activa las neuronas, hormonas y demás. La cultura –sin definirla- es la oveja negra, el pelo en la sopa, el raro de la familia, el apestado, el ya se chingó todo… El gobierno lo sabe y por eso entre más lejitos la mantenga, mejor. No hay mucho presupuesto para eso. Que se chinguen lo ilusos.

A más ignorantes, más prosperidad para unos cuantos que nunca se sacian ni de dinero ni de poder. ¿A poco no políticos, autoridades, empresarios y dueños del mundo mediático? En fin, ser o no ser, esa es la cuestión.

Caray, pero “primero que nada: me complace enormísimamente ser un poeta de segunda del tercer mundo”, escribe Efraín Huerta. ¿Para qué alfabetizar si les vamos a dar porquerías de lecturas y ni siquiera tendrán oportunidad de nada? El hambre es canija; ni en eso los complacemos. “Tengo hambre. Es necesario que me ponga a ayunar”, versifica Jaime Sabines.

Sostiene Adán: “La canción que más me gusta es el palpitar de tu corazón enamorado del mundo”. Y luego agrega: “A qué definir la poesía, la noche y el día, el horizonte y el cielo, el viento y el vuelo, el universo, se fijan siempre en cada verso”.

“-¿Qué haces aquí, chiquillo?

-Nada.

-Entonces, ¿por qué estás ahí tan quieto?

-Pues…

-¿Sabes leer?

-Claro que sí.

-¿Cuántos años tienes?

-Nueve cumplidos.

-¿Qué te gustaría más: una chocolatina o un libro?

-Un libro.” (Fragmento de la novela Auto de fe, de Elías Canetti).

En fin, que la cultura es todo. Carajos, ¿por qué no apoyarla? Viene a cuento este desliz por el México tan pobre que vivimos, sumergido en nimiedades, en el correr de los días tras la papa, en imitaciones baratas, en falto de identidad. ¿Qué es México? Ahí se las dejo.

Por lo pronto, me alegra que el Bar de Poesía, al mando generoso de mi amiga Claudia Constantino, siga su rumbo, persista, y que las autoridades volteen a ver lo que está en sus narices para poder salir del atolladero: la educación y la cultura, pero desde otras muchas perspectivas, y no sólo la que les dictan sus mamadas de programas institucionales. Hay mucho más. ¿Por qué no coordinarse y colaborar? Todos ganaríamos.

Versifica Adán: “Un pedazo de cielo/ En la mano/ Un poco de agua mar/Sereno/ Bebo en el bar”. Versos que le prometí a Claudia escribirlo en ese espacio de cultura: “…sereno bebo en el bar poesía”.

Los días y los temas

Cuando se trabaja bien, las víboras salen ponzoñosas. Mi estimada Vicky Hernández, titular de la Coordinación de Comunicación Social de la LXIII Legislatura local, viene trabajando duro y tupido, de calidad, con su dedicado y talentoso equipo de colaboradores. Pero claro, las envidias-espinas afloran en las manos de quienes aplauden por interés, cuando hay; cuando no, ya sabemos lo que sucede. Hipocresía andando de todos esos que adolecen de humildad y se consumen de avaricia. Un saludo Vicky, desde Toluca, a seguir remando. Ya lo dijo Jaime Sabines: “El piquete de una mariposa es más peligroso, mucho más que el de una víbora”. El que tenga oídos, oiga.

Por lo pronto, ahí se ven.