Después de resueltos los relevos en las dirigencias nacionales de los dos principales partidos políticos del país, el PRI y el PAN, con la ascensión, respectivamente, de Manlio Fabio Beltrones Rivera en el primer caso y de Ricardo Anaya Cortés en el segundo, ahora le toca al PRD elegir al que será su dirigente nacional luego de la dimisión anticipada de Carlos Navarrete a la presidencia nacional, luego de permanecer 10 meses en el cargo y para el que había sido designado por el Consejo Nacional del partido del sol azteca por un periodo de 3 años.
Como se sabe, en el caso del PRI, Manlio llegó al cargo luego de que la Comisión Nacional de Procesos Internos de su partido los declarara a él y su compañera de fórmula, Carolina Monroy del Mazo, presidente y secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional. En los hechos, fue una designación directa del propio Presidente Enrique Peña Nieto y que fue acogida por aclamación y unánimemente por el priismo. Esta elección, designación o como prefiera usted llamarle, ha sido muy criticada por la oposición porque el PRI, señalan, en lugar de abrir la elección al escrutinio de la militancia priista, respondió como siempre a los ritos y tradiciones que este partido ha seguido desde su fundación, en donde el Presidente de la República en turno emanado de ese partido, como el jefe nato del priismo, se arroga la facultad de elegir al dirigente en turno.
Nos guste o no o haya sido como haya sido, son las formas, son los ritos, son los procedimientos internos que los priistas se han dado y aceptan de conformidad. Así están contentos, así están conformes y esa realidad la asumen como algo “natural” en su partido, nadie las discute y todo mundo las acata, pero en el caso particular de Beltrones Rivera, sin exagerar, repetimos, nos guste o no, los priistas han acogido por aclamación su designación al frente del tricolor, lo que le otorga fuerza, legitimidad y el aval necesario para conducir los destinos del partido.
En el PAN, ya lo habíamos dicho en ocasiones anteriores, el proceso reciente que hicieron para, ¡ahí sí!, elegir a su dirigente nacional, en donde contendieron el joven maravilla Ricardo Anaya Cortés y Javier Corral Jurado, mereció todo nuestro reconocimiento, fue un ejercicio democrático más allá de las críticas que recibió por sospecharse una cargada partidista en favor de Anaya Cortés y de las sospechas, supuestas o reales, de ser éste, el candidato de Gustavo Madero, quien en la realidad seguiría conservando el “poder tras el trono”. Como sea, el pasado domingo 16 fue elegido Anaya Cortés por una mayoría apabullante del panismo, alrededor de 8 de cada 10 panistas votaron por él, pero más allá de este ejercicio de elección directa, destacaríamos una cosa, el debate que en su momento escenificaron los dos candidatos, Anaya y Corral, que fue un debate de mucha altura, civilizado, rudo a veces, pero que por momentos, hasta pareció un debate como a los que nos tienen acostumbrados los norteamericanos, vamos, hasta pareció, a veces, que Anaya y Corral traían apuntador o tenían un telepronter de los diálogos tan fluidos y bien estructurados que esbozaron.
Ahora toca el turno al PRD, el principal partido de lo que queda de la izquierda real en el país y, para empezar, los “chuchos” (Nueva izquierda), la principal corriente dominante al interior del partido, necesaria y convenientemente se tiene que hacer a un lado, ya tuvieron su oportunidad y fracasaron, en especial esta última elección federal evidenció cómo, sus contradicciones internas y sus permanentes disputas políticas –más Iguala y Guerrero- los llevaron a obtener una votación muy baja que apenas alcanzó el 10.87% de la votación nacional (contra el 8.39 de MORENA) y, además, perdieron la mayoría en la asamblea legislativa del D.F., y la mayoría de las jefaturas delegacionales.
Para relevar a Carlos Navarrete suenan tres jóvenes contendientes: Zoé Alejandro Robledo Aburto (36 años). Estudió Ciencia Política en el ITAM, cuenta además con estudios la escuela George Washington, en la Universidad Complutense de Madrid y en la escuela de gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. Actualmente cursa la Maestría en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Actualmente es senador de la República.
El otrp aspirante es el famoso “jaguar”, Armando Ríos Píter (43 años), que rstudió Derecho en la UNAM y Economía en el ITAM. Tiene además una Maestría en Seguridad Nacional en la Universidad de Georgetown y una Maestría en Administración Pública en la Universidad de Harvard y actualmente se desempeña como senador de la República por el estado de Guerrero.
Finalmente está Fernando Belaunzarán Méndez (45 años), que es el precandidato de mayor militancia dentro del sol azteca. Belaunzarán es Licenciado en Filosofía por la UNAM, y es un polemista muy consistente, colabora en varios medios impresos y electrónicos, y tiene una imagen radical, rebeldona. Actualmente se desempeña como diputado federal, encargo que termina a fines de este mes.
Pues ahí están estas tres figuras endémicas consistentes, frescas, bien preparadas, con consistencia tanto teórica como partidista, con una visión totalmente alejada de los viejos cánones que dominaron la plataforma ideológica de la izquierda durante muchos años: nacionalismo a ultranza, revolución, marxismo-leninismo, internacional socialista, la hoz y el martillo como símbolos históricos de lucha, etc.
Nos parece que hoy deben voltear la vista a otros ámbitos en donde se están experimentando otras formas de hacer política de las fuerzas progresistas de la izquierda en el mundo, con otro tipo de liderazgos. La tarea no es fácil, en el mundo, y en especial en América Latina parece haber una crisis de liderazgos auténticos de tendencia izquierdista, no estamos seguros, incluso, de que el ejemplo de Podemos y Ciutatans en España sea el mejor espejo.
Como quiera, creemos que se abre un nuevo espacio de –otra- oportunidad para la izquierda en México. El PRD debe experimentar y poner en juego, necesariamente, otras formas y otros estilos, pero, sobre todo, debe dar paso a nuevos liderazgos, más frescos y mejor preparados para hacer frente a liderazgos tan fuertes como son los del PRI y el PAN.