Es aforística la expresión que alude a que “la historia, cansada de crear se repite”, aunque no necesariamente con la exactitud que pudiera pensarse por la variedad de elementos que intervienen en los acontecimientos sociales, particularmente la dinámica de las circunstancias. Para explicarlo podemos tomar de referencia un caso convertido en paradigmático en materia electoral, como tal es el triunfo de Jaime Rodríguez, alias El Bronco, quien ganó el gobierno del estado de Nuevo León en la condición de candidato independiente. Rodríguez, es un político que militó bajo las siglas del PRI por varias décadas, pero al no ser favorecido por la consigna decidió participar como candidato independiente logrando una votación a su favor tan copiosa como inusitada.
En este proceso electoral 2015 se estrenó la figura de “candidatura independiente”, fue un inicio afortunado porque rindió frutos en alcaldías, diputaciones y gubernatura; como consecuencia ha dado lugar a la especulación, pues el triunfo de Rodríguez, investido con el sobrenombre de “El Bronco”, pronto se convirtió en prototipo, al grado que han surgido Broncos, doble Broncos y bronquitos, porque en México acostumbramos a imaginar que en política lo posible allá es factible aquí.
Esa “broncomanía” imagina o supone que ya hay un librito escrito para ganar como candidato independiente, al menos esa es la percepción que sugiere las invitaciones a El Bronco a diferentes partes de la república y, entre otras, la visita del veracruzano Gerardo Buganza al santuario de Jaime Rodríguez, como si la balsámica comunión pudiera hacer un milagro electoral. Olvidan que “el milagro” ya se produjo en México y en proporción mayúscula, en tal magnitud que el fenómeno de Nuevo León 2015 no es sino réplica de lo ocurrido el año 2000; la diferencia entre ambos fenómenos estriba en que Fox representó el hartazgo ciudadano contra el sistema político y El Bronco es renovada esperanza en lucha contra la partidocracia, tras el fracaso de Fox por instaurar un nuevo régimen, pues no impidió la restauración que, aunque pálida, acarrea los vicios de antaño.
¿Recuerdan a Vicente Fox, ese fenómeno electoral que aturdió la conciencia de México durante la campaña presidencial del año 2000, cuando sacó al PRI de Los Pinos? Ese si fue un fenómeno que consternó la vida política de México. Nada contra “El Bronco”, solo es poner las cosas en su dimensión precisa con las correspondientes secuelas, porque es evidente que ahora Jaime Rodríguez querrá ser presidente de la república, ya conoce el camino que Fox pavimentó y hará lo que el de Guanajuato hizo a partir de que ganó el gobierno de ese estado. ¿Qué hizo Fox? (el candidato a la presidencia, no el presidente).
Vicente Fox fue elegido diputado en 1988 cuando participó por las siglas panistas, se le pronosticaban pocas probabilidades de ganar, pero triunfó; durante las sesiones del Colegio electoral, con boletas para votar se colocó orejas de tamaño superlativo en protesta por el supuesto fraude electoral que llevó a la presidencia de la república a Carlos Salinas de Gortari, ese detalle tuvo consecuencias posteriores. En 1991 el señor de las botas fue candidato del PAN al gobierno de Guanajuato, el candidato del PRI fue Ramón Aguirre Velásquez, a quien todas las encuestas daban como ganador y los comicios lo confirmaron con una votación que le favoreció ya que obtuvo 626 mil 436 sufragios contra 418 mil 324 de Vicente Fox. Hubo conflicto postelectoral, el argumento base se centró en el excesivo gasto que Aguirre había hecho en su campaña con recursos provenientes de fondos públicos; “la protesta alcanzó tal dimensión que Ramón Aguirre decidió no presentarse para recibir la constancia de un triunfo que los priístas ya habían hecho suyo” (El Fin de una Era”, de Alfredo Bielma, Colegio de Veracruz).
En defensa de su supuesto triunfo, Vicente aseguraba que «Un verdadero ejército de ciudadanos libres tomará la capital de la República en el corto plazo. Porque a la capital de la República llegará el pueblo entero atrás del paso firme del doctor Nava”. (Se refería a la caravana que encabezaba el Dr. Salvador Nava Martínez en camino hacia la Ciudad de México en protesta por lo que calificaban de resultados electorales fraudulentos en Guanajuato y en San Luís Potosí). De su presunto triunfo en Guanajuato, Fox aseguraba: “ganamos un batalla pero nos falta ganar una guerra», aludiendo a su ya adelantada campaña para la presidencia de la república” (ídem). La presión de la protesta obligó al presidente del PRI, Luís Donaldo Colosio a reconocer “la exigencia de conciliar el triunfo con los principios de nuestra moralidad…. y anteponer nuestra responsabilidad superior con la nación y con la sociedad en su conjunto, al legítimo reclamo de la victoria». Pero el gobierno de Guanajuato no fue para Vicente Fox, que participó en la elección, sino que por una aberración política y legal se entregó el gobierno a Carlos Medina Plascencia, alcalde panista de la ciudad de León. (El detalle de las orejas cobró consecuencias).
Vicente Fox Quezada ganó en 1997 el gobierno de Guanajuato al derrotar al candidato priista, Ignacio Vázquez Torres, y a partir de ese año inició una sugestiva campaña nacional, y hasta fuera de México, que le permitió obtener la candidatura por el PAN para la presidencia de la república el 14 de noviembre de 1999. (En esas elecciones de 1997 el PRI también perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y el gobierno del Distrito Federal ante Cuauhtémoc Cárdenas).
Escribo en el “Fin de una Era”: En el año 2000 “La novedosa campaña de Vicente Fox, apoyada financieramente por diversos grupos de la iniciativa privada que le allegaron recursos sin límites para la promoción de su imagen instaló favorablemente en la opinión pública al candidato panista, en tanto que Labastida Ochoa nadando contra la corriente no acertaba a convencer con discursos plagados de lugares comunes a una población ávida de cambios…”.
En el contexto social, ahora se habla de la devaluación del peso, de la caída del precio del petróleo, de la inoperatividad de Pemex, de corrupción, de inseguridad, pero en el entorno foxiano la tónica la marcaban el incremento de la tasa del IVA del 10% al 15%, la aprobación del Fobaproa y la privatización de importantes empresas paraestatales como Ferrocarriles Nacionales y el proceso de desmantelamiento de la petroquímica nacional. ¿El Bronco, una novedad electoral? Por supuesto que no. A propósito, en la secuencia lógica, ¿Quién gobernará Nuevo León mientras Jaime Rodríguez recorre la república buscando la presidencia el año 2018? Exacto, Fernando Elizondo Barragán, y más bien los empresarios. ¿Qué hay de nuevo bajo el sol?
alfredobielmav@nullhotmail.com sociedadtrespuntocero.com.
23-agosto-2015.