La siguiente legislatura federal se enfrentará a una situación compleja. Y es que la comida que hace unos días tuvieron el presidente Peña y el secretario Videgaray con los gobernadores en funciones y con los entrantes sirvió de preámbulo, de advertencia, de aviso, ya que los recursos para el próximo año serán escasos.
Vale la pena recordar que 4 de cada 10 pesos del presupuesto federal, hasta este año, entraban a través de los impuestos que el gobierno le cobraba a Pemex. Para aquellos que piensan que alguna vez la paraestatal estuvo quebrada o no produjo bienes para el país, están equivocados.
Ahora con los cables que se han dado a conocer por DeSmogBlog en los que se evidencia la participación del Departamento de Estado norteamericano en la privatización de Pemex, en beneficio particularmente de empresas norteamericanas, el argumento de la quiebra de Petróleos Mexicanos es risible. Todo lo contrario, los altos márgenes de ganancia volvieron “necesaria” la reforma al sistema energético.
De esta manera, el secretario Videgaray advierte que habrá pocos recursos, que muchos programas tendrán recortes, si no es que se eliminarán por completo. Obviamente, se trata de programas sociales, como las subrogaciones que han comenzado en el IMSS para darle un respiro a las finanzas públicas.
La solución fue simple: quitemos los ingresos del Pemex al Estado y quitemos los beneficios que el Estado otorgaba a la sociedad. Sin embargo, la decisión de la venta de Pemex no vino a través de las urnas, sino del robo de soberanía, que encarnan ahora Peña y Videgaray.
Me gustaría preguntarle al secretario si de verdad le pareció tan impactante la señora Hillary, como para no saberle decir que no, no por motivos personales, sino por motivos de gobierno.
El caso es que los diputados federales como Alberto Silva, Jorge Carvallo o Adolfo Mota serán los encargados de aprobar las propuestas de Videgaray, y difícilmente le podrán decir que no. Además de todo esto, no existe una agenda legislativa clara.
El tema electorero está en boga, se discute por todos lados, pero no es el asunto de fondo de la cuestión política. Lo que está en juego no es un tema electoral, ni se trata de cómo van a quedar las elecciones del 16 y del 18. El tema es que entre tanta confusión, opacidad y falta de claridad en el panorama mexicano, se deja entrever un débil proyecto de nación, que año con año ve mermados los recursos que necesita ya no digamos para implementarse a futuro, sino para operar en el día a día. Ése es el tema. Y la pregunta es ¿y ahora cómo le hacemos?
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