En México nadie comete una infracción… de la misma manera en que en nuestras cárceles nadie es culpable.
Bueno, o dicho de forma más exacta: en México nadie acepta que cometió una infracción… de la misma manera en que nadie en nuestras cárceles acepta que es culpable.
Bueno, con una excepción, pues debo decir que conocí en la cárcel de Misantla a una persona que sí aceptaba su culpabilidad, aunque se decía víctima de una injusticia. Si me permiten la ocupada lectora y el ocioso lector, se los cuento rápido: fue hace muchos años, cuando tuve un amigo en prisión y lo visitaba con cierta frecuencia. En una de ésas me presentó a una persona originaria Oaxaca y que estaba en proceso por haber matado a un policía en su pueblo.
Mi amigo le dijo que yo era abogado y que tal vez le podía ayudar si me contaba su asunto.
—Mire, joven —me empezó a relatar sus cuitas—. Yo estoy preso aquí porque me eché a un polecía en mi pueblo, y eso lo reconozco, pero están cometiendo conmigo una injusticia. Ya hace ocho meses que estoy en prisión y no veo para cuándo se va a resolver mi asunto.
Yo traté de poner lo que consideraba una cara de penalista experimentado, y le comenté, tratando de parecer muy interesado en su asunto:
—Déjeme ver qué podemos hacer por usted, sobre todo por el asunto de la injusticia que dice que están cometiendo contra su persona. ¿Será acaso que existe una dispensa por el crimen que cometió?
—Dispensa, no —me contestó con todo aplomo—. La verdad es que sí me lo eché, le vacié la pistola en plena plaza y delante del pueblo, y fue porque me andaba queriendo sonsacar a una novia, y eso un hombre como tal no lo tolera.
—¿Y la injusticia? —le dije.
—Ah, pues que como le dije, llevo ocho meses en la cárcel, y yo considero que un polecía de rancho como el que yo maté, pues ¡con unos tres meses ya estaba pagado!
Cosas de la percepción, que nos hacen ser excesivamente misericordiosos con nosotros mismos como nuestro oaxaqueño, y si le adjuntamos la costumbre de años de no respetar ningún reglamento de Tránsito, cosas que nos llevan a considerar que cualquier multa que nos quiera imponer la autoridad vial será injusta o excesiva.
Lo cierto es que en las próximas semanas en que se aplicará rigurosamente el Reglamento de Tránsito -y hasta que todos se acostumbren a la nueva normatividad- nadie que cometa una infracción en Veracruz aceptará con mansedumbre la penalización, en especial en Xalapa, en donde todos son influyentes y nadie transgrede la ley porque cualquiera considera que porque vive en una ciudad culta, es culto también.
Por eso la autoridad deberá ser inflexible en la aplicación de la ley, sobre todo la vial, para que no vaya a terminar entrando en componendas con grupos que se sientan afectados porque ya no se les perdonarán sus excesos y su falta de civilidad.
Aquí lo bueno es que Edmundo Martínez Zaleta ha demostrado a lo largo de su carrera que sabe ser firme.
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