De la invención de la imprenta al poder de los medios transcurrieron prácticamente tres siglos. Los periódicos, considerados como la antesala de la opinión pública, se consolidaron durante el siglo XIX en Europa y después en Norteamérica.

Durante el siglo XX la radio, la televisión y al final, el internet transformaron nuestra percepción del mundo, acorde a los otros cambios que ocurrieron con las distintas revoluciones del siglo.

Ahora en el siglo XXI las redes sociales han roto nuestros paradigmas de la comunicación: la inmediatez es posible, sin toda la parafernalia que involucra la televisión y sin los candados de la transmisión radiofónica.

Pero las redes sociales no son los medios, ni la opinión pública.

Y aquí tengo que resaltar un accidente histórico, por así llamar a la injusticia de haber sacado del aire a la mala, a Carmen Aristegui. Ella sin duda representa un papel fundamental en nuestra sociedad, que permite la comunicación entre las distintas clases sociales, los diferentes grupos que existen y que nos recuerda las carencias que padecemos y los errores que se cometen en el servicio público, entre muchas otras bondades que propicia su trabajo.

Al quedar fuera del aire, ese público que ha construido a lo largo de los años, y que durante muchas décadas ha estado acostumbrado a informarse a través del radio, se ha visto obligado a mudar sus hábitos.

Y la palabra es mudar, ya que la existencia previa del internet permite la existencia de las redes sociales. De esta forma, a través de ellas, nuestra sociedad velozmente se ha familiarizado con el uso de la red de redes. Exponencialmente han aumentado los usuarios y cada día la inversión pública también ha generado lugares gratuitos de acceso.

Cuando el gobierno federal presionaba a los concesionarios para sacar a un periodista del aire, el periodista no tenía los recursos para instalar una transmisora, ni para comprar tiempo aire, ni para nada, por lo que en la mayor parte de los casos, se ahogaban, por usar el eufemismo. Ahora con internet, tanto Aristegui Noticias como el portal Sin Embargo y en su momento SDPNoticias, han contribuido, obligados por las circunstancias, a ofrecerle contenido al público crítico del radio, de la televisión y de los periódicos que no encuentran nada allí más que información sesgada, interesada.

De esta manera, el concesionario que expulsó a Carmen Aristegui (o el Gobierno que lo presionó) le terminó haciendo un favor: la está obligando a construir, como le ha pasado a Sin Embargo, un público para internet, más allá de las redes sociales.

Si Carmen Aristegui siguiera en la radio, no saldría de su zona de confort. Ahora las circunstancias la obligan. Es muy buena en la radio, pero eso no le quita que es una excelente periodista, por lo que el desafío de entrar al periodismo de la era digital estoy seguro que nos traerá, a sus seguidores, gratos resultados.

Ahora “los medios” están en internet. Los radioescuchas y lectores de periódicos también se están transformando en cibernáutas. En un par de décadas veremos desplazada a Televisa a un segundo lugar en cuanto a noticias, dedicada exclusivamente al entretenimiento. Y a Slim más fuerte que nunca, porque los dados, como siempre están cargados.

Pero tanto Carmen Aristegui como Jorge Zepeda Patterson están labrando un camino digno de seguirse a través de su trabajo por el periodismo para la era digital.

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