El divorcio es el fracaso de la relación, pero no de nuestra vida. Por supuesto que a nadie le gusta fracasar, mas no podemos continuar en una ruta cuando las condiciones son adversas y ponen en riesgo nuestra salud física y emocional. Obvio que hay desencanto o coraje porque a nadie le gusta escuchar esa frase: “te lo dije”.
Si bien el finiquito del contrato civil es entre dos partes, no debemos olvidar a quienes procreamos durante la relación, porque luego resulta que las hijas y los hijos se vuelven moneda de cambio, de presión y chantajes entre el varón y la mujer. O bien, simplemente se olvidan de las responsabilidades económicas, pero sobre todo de las morales y éticas que tenemos con nuestra descendencia.
Hace unas semanas el diputado Édgar Hugo Fernández Bernal presentó una Iniciativa de Decreto para introducir al Código Civil del Estado la figura de “Alienación Parental”. Según Wikipedia: ”El síndrome de alienación parental (SAP) es un término que el profesor de psiquiatría Richard Gardner acuñó en 1985 para referirse a lo que él describe como un desorden psicopatológico en el cual un niño, de forma permanente, denigra e insulta sin justificación alguna a uno de sus progenitores, generalmente, pero no exclusivamente el padre.”
En este sentido, el legislador Fernández Bernal expone lo siguiente: “Cuando una pareja se divorcia por las razones que sean, necesitamos salvaguardar a estos niños para que sigan teniendo contacto, independientemente que no haya un vínculo afectivo entre el padre y la madre, pero ellos siguen siendo los hijos de esta pareja, por lo que deben tener contacto con cada uno de ellos sin el manipuleo que muchas veces se da por presiones de tipo económico, psicológico, por golpes y por información totalmente ajena a la verdad”.
Aquí lo importante es salvaguardar los derechos de las hijas e hijos, y que sepan quienes los procrearon que los problemas entre adultos no deben trasladarse a ellas y ellos. Vamos, no se vale ahondar en el dolor y perjudicarlos con nuestras acciones.
El matrimonio es una decisión tomada libremente entre dos personas. Incluso, ante comentarios adversos y “malos augurios”. Entonces, el divorcio debe ser igual: sólo entre dos sin afectar a terceros.
La Iniciativa de Decreto presentada por el diputado Hugo Fernández fue enviada al Centro de Estudios para la Igualdad de Género y los Derechos Humanos del Congreso local y a la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), para perfeccionarla en un acuerdo que se dio derivado de una reunión de trabajo sostenida con los integrantes de la Comisión Permanente de Justicia y Puntos Constitucionales, diputados Ciro Gonzalo Félix Porras, presidente; Domingo Bahena Corbalá, secretario, y Juan Manuel Velázquez Yunes, vocal.
Si bien la “Alienación Parental” aún es cuestionada en los círculos académicos, a nosotras nos permite reflexionar sobre el cómo y el porqué de nuestras responsabilidades con nuestras hijas e hijos. El principio es paritario: una es madre y el otro padre para el resto de sus vidas. Eso nunca debemos olvidarlo. Ya cada uno sabrá qué hacer y cómo responder cuando la vida nos pase las facturas que debemos.
Por hoy es todo, les deseo un excelente fin de semana y nos leemos en la próxima entrega.