¿Le serán suficientes los cambios?
Peña Nieto no tuvo más remedio que castigar a dos de sus amigos y aliados políticos, y se sacó de la chistera dos nuevas caras para la sucesión del 2018 al ver que Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio, no levantaron como él esperaba. La economía y la seguridad son pendientes de su gobierno que le han pegado fuerte a su imagen política.
La aprobación de Peña, según Luis Pablo Beauregard en un artículo publicado este viernes 28 de agosto en el País, cayó siete puntos en el último año. Y, según la encuestadora Pew Center, sólo el 44% de los mexicanos respalda su gestión y el 72% está insatisfecho con el rumbo del país.
Estos datos los debe conocer el Presidente y seguramente lo obligaron a castigar y premiar a otros amigos y aliados -aunque apresuradamente al sentir y decir de la clase política, analistas y empresarios, al recordar que previo a los informes presidenciales no se acostumbraba sacudir tapetes-.
En el viejo rito político, el Informe de gobierno era el espacio para las buenas noticias y renovar esperanzas. Nada se movía previo al Informe que opacara el mensaje político del Presidente. No había nota más importante en los miles de spots en radio, televisión y medios impresos que los avances de logros que buscaban posicionar la figura presidencial para el “día grande”.
Peña sabe eso, pero prefirió llegar al día del Informe con las cabezas de sus pésimos colaboradores en la mano y con los nombres de “los que sí sabrán hacer bien las cosas”. Los cambios y sacrificios dados a conocer este jueves parecen ser el mejor spot publicitario del Presidente para menguar el rechazo y la inconformidad social hacia su persona.
Sobresale el sacrificio los dos amigos y aliados políticos más cercanos provenientes de los grupos políticos más fuertes que lo llevaron a la Presidencia. Uno del Grupo Atlacomulco, Emilio Chuayffet, y otro del Grupo Hidalgo, Jesús Murillo Karam.
El primero, Emilio Chuayffet, revolvió el voto del magisterio con una Reforma Educativa que a decir de los maestros que sí cumplen y que sí saben de qué hablan, no tiene pies ni cabeza, y además golpeó indignamente al Magisterio que sí trabajaba y hoy está –junto con los rijosos de la Coordinadora- a punto caer en los brazos amorosos de Andrés Manuel López Obrador, además de amenazar con enfrentar con pruebas, los Cuasimodos exámenes de evaluación.
Pero al que le fue peor fue a Murillo Karam, ya que a Peña no le bastó degradarlo, quitarle la PGR y enviarlo a la SEDATU, sino que ayer de plano lo mandó a su casa. Me imagino que cada vez que Peña lo veía o sabía de él, se le venía a la cabeza la imagen de los desaparecidos de Ayotzinapa.
Hay que reconocer que Peña se vio tigre y logró bajarle el gas negativo al próximo Informe de Gobierno, pero según la gente de a pie y en los cafés, se asegura que le tembló la mano para remover a Luis Videgaray y a Miguel Ángel Osorio Chong.
Del primero se ha descubierto que pagó la otra “casita blanca” siendo Titular de Hacienda y no como dictaminó Virgilio Andrade, titular de la Función Pública. Además, sus políticas hacendarias y financieras han fracasado. El PIB no ha logrado crecer más allá del 3% y los empleos prometidos no han llegado. Y, el segundo, Osorio Chong, dejó escapar al Chapo. Otro tema que igual que lo de Ayotzinapa y la fallida Reforma Educativa, le han pegado y duro a la imagen de Peña.
Sin embargo, en el café, los sabios aseguran que más allá de lo anterior, lo que en verdad le ha pegado a la imagen del Presidente has sido los escándalos de la “Casita Blanca” de su esposa; la otra Casita de Videgaray; la burla de Virgilio Andrade; los viajes ostentosos y publicidad desmedida en caras revistas de espectáculos de Angélica Rivera y sus hijas; los contratos millonarios otorgados a empresarios amigos y la marginación de los demás empresarios del país… Así que quién sabe si estos movimientos le resulten suficientes.
Por lo demás, Peña les encimó a Videgaray y a Osorio Chong, a dos nuevos presidenciables: Aurelio Nuño y a José Antonio Meade. Le pagó la cuota de campaña al PVEM al darle la cabeza de la SEMARNAT a Rafael Pacchiano Aguilar, militante de ese partido y al que pudieran darle juego político para tenerlo listo para cualquier eventualidad en el 2018. De todas formas, se dice en los cafés que el único que podría hacer sombra a Manlio Fabio para la sucesión podría ser el nuevo Santa Claus, José Antonio Meade… ¿Será?