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Desde que tuve uso de razón supe a qué quería dedicarme, soñaba con escribir, contar historias, plasmar mi manera de ver el mundo. Llegado el momento de elegir la carrera no tuve duda alguna, aunque todos se empeñaran en decirme que del periodismo no se puede vivir. Antes de ingresar a la universidad un profesor me recomendó leer a Ryszard Kapuscinski, comencé con Los cínicos no sirven para este oficio, y cada una de sus páginas me hizo reafirmar lo que ya sabía: dedicaría mi vida a ser crítica, analizar y compartir mi opinión con otros, porque el verdadero periodismo intenta provocar un cambio.
Quizás pocos se dan cuenta del poder de los medios, no sólo informamos. Las guerras, las crisis, y los problemas sociales se reflejan antes de manera mediática. El impacto y alcance que tienen los medios ha llevado a los que ejercemos la comunicación a dos líneas: la primera; es un camino que requiere pasión, valentía, pero sobre todo calidad humana, porque como el mismo Kapuscinski decía “las malas personas no pueden ser periodistas. La segunda; es un camino tentador para muchos en los que el poder corrompe y aunque puede llevarte a los más altos niveles también puede darte grandes caídas.
En la actualidad podemos apreciar fácilmente los contrastes, hay personas que dedican su vida a la investigación, sin importar lo que ponen en riesgo porque para ellos lo principal es dar a conocer la verdad, en este mismo grupo ubicamos a los incómodos del poder, un ejemplo de ello es Jorge Ramos, Periodista mexicano que radica en Estados Unidos y que en más de una ocasión ha encarado a grandes figuras, en abril, aprovechó el momento de su discurso como premiado de la revista times para pedir la renuncia del Presidente de México, Enrique Peña Nieto, quien acababa de ser portada de la misma.
Su aparición más reciente fue durante una conferencia de prensa de Donald Trump, aspirante a la Presidencia de los Estados Unidos y quien en más de una ocasión ha dejado en claro su desprecio hacia los migrantes. En dicho evento el periodista estrella de Univisión, cumpliendo con su labor intentó cuestionar al magnate respecto a la deportación de los millones de personas sin nacionalidad que laboran en el país, sin embargo la pregunta pareció no ser escuchada y al insistir fue sacado de la sala.
En contraste con lo anterior está el polémico caso del periodista más televisado en nuestro País, Joaquín López Dóriga. Quien se ha visto envuelto en un escándalo por las severas acusaciones de una de las mujeres más poderosas de los Estados Unidos Mexicanos: María Asunción Aramburuzabala. De acuerdo a la empresaria, la esposa del comunicador intentó extorsionarla con la cantidad de 5 millones de dólares a cambio de permitir la construcción de unos departamentos, sin embargo lo más grave del asunto son las presuntas amenazas de una campaña de destrucción mediática hacia la mujer más rica de México por parte del periodista de Televisa.
Hay un vídeo circulando en redes sociales que evidencia la solicitud del dinero, pero también estamos viendo un abuso de poder y tráfico de influencias que no debería darse en ningún funcionario y mucho menos en alguien cuya labor es informar para un bien común, más no personal. La diferencia entre un periodista y otro es que mientras uno critica a las figuras del poder, el otro se corrompe por el mismo e incluso controla a través de él a quienes nos brindan servicio.
Los medios no son para ponerse a disposición de quienes puedan comprarlos, son para dar voz al entorno, para difundir los hechos como son, para incomodar a los corruptos, y en ellos debe prevalecer la verdad. Como periodistas, comunicadores y sobre todo seres humanos la mejor enseñanza que puedo compartirles del gran Ryszard Kapuscinski es la siguiente: “Existimos solamente como individuos que existen para los demás, que comparten con ellos sus problemas e intentan resolverlos o al menos describirlos”.