El presupuesto de la federación para el año 2016 se está haciendo por segunda vez en la historia contemporánea de México a partir de una base cero. La primera debió haber sido cuando lo elaboraron primigeniamente, tal vez después del Constituyente de 1917.
Significa que en lugar de tomar el presupuesto del año anterior de las dependencias gubernamentales y hacerle algunos incrementos para establecer la ley de egresos del año siguiente, ahora se analizarán concienzudamente todas las acciones y programas oficiales, para asignarles los recursos que realmente necesitan.
Así, cada oficina que quiera ejercer un peso deberá sustentar el costo y la viabilidad de su petición.
Nos vamos a llevar muchas sorpresas, con toda seguridad, porque van a aparecer dependencias superfluas, programas duplicados, nóminas abultadas.
Y será algo bueno, muy bueno, para las finanzas de la nación, tan maltrechas por tantos factores externos y externos, y por la corrupción.
Y así como las dependencias de los tres poderes, los otros niveles de gobierno le van a tener que entrar a la explicación y la justificación de sus peticiones presupuestales ante el Gobierno de la República.
El monto de las participaciones federales que cada año recibían -con su correspondiente aumento- los gobiernos estatales y los ayuntamientos, ahora se van a determinar de acuerdo a cómo argumenten su petición los responsables de las áreas de finanzas en cada entidad y en cada municipio.
Nada de que “el año pasado nos dieron 3 mil, así que ahora auméntale el 5 por ciento y pídeles 315 mil millones”. Noooo, ahora los secretarios de finanzas y los tesoreros tendrán que justificar cada peso que soliciten, por la vía de proyectos de factibilidad y de necesidades realmente demostrables.
Mucho tendrán por hacer también los flamantes diputados federales, para apoyar las peticiones de sus representados, de sus alcaldes y de sus gobernadores, e irlas haciendo realidad en el que será un sorprendente presupuesto hecho esta vez a partir de la realidad del país.
Habrá que ver lo que sucederá con el presupuesto educativo, que este año ascendió a 240 mil millones de pesos, de los cuales casi 210 mil millones se fueron en salarios y prestaciones para el millón 800 mil profesores y empleados que laboran para el sector de la educación pública.
Habrá que ver en que quedarán las enormes sumas que se destinan ahora a sustentar nuestra democracia… y a los partidos políticos… y a los funcionarios electorales.
Habrá que ver si los diputados y senadores le entrarán a la base cero también para que ya no nos salgan tan caros sus sueldos, sus viáticos y sus asesores.
Base cero, bendita sea, si en realidad va a servir de algo para evitar el dispendio, legalizado a través de autorizaciones presupuestarias que no nunca estuvieron debidamente fundamentadas.
Realizar un presupuesto nacional a partir de la base cero es una verdadera hazaña por todo el trabajal que implica. Es de esperarse entonces que en esta primera oportunidad habrá fallos y dilaciones, y a medida que se acerque la fecha en que debe estar autorizado, seguro habrá carreras, apresuramientos, errores.
Pero finalmente, será para bien, y para ir saliendo del hoyo.
No nos queda de otra.
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