Qué pena que le cueste tanto a las mujeres poder llegar a las posiciones de titulares de un país, pero más pena el que lleguen, quienes son cuestionadas, impulsadas o sostenidas por la imagen de sus maridos presidentes o gobernantes y no por sus propios méritos, porque lamentablemente no existe la garantía de que éstas puedan llegar a realizar un buen papel, en caso de ganar en una contienda y ejercer el poder.
El país de Guatemala, podría estar próximamente en esa posibilidad.
Esta nación se apresura ya a recorrer la segunda fase de su proceso de elección 2015, después de la primera vuelta que se celebrara el pasado domingo 6 de Septiembre y en donde sus ciudadanos votaron los cargos de: Presidente de la República (primera vuelta), vicepresidente, 338 alcaldes, 158 diputados y 20 escaños del parlamento centroamericano, desarrollándose este proceso tras una penosa crisis política en la que el expresidente Otto Pèrez Molina y su exvicepresidenta Roxana Baldetti, renunciaran bajo presión y fueran recluidos en la cárcel tras el escándalo de involucramiento de ambos en un asunto ilegal conocido como “La Línea”.
Pero ¿qué es “La Línea”? La Línea, se le denominó a un caso de corrupción iniciado desde mediados del mes de abril del presente año, cuando la Comisión Internacional contra la impunidad de Guatemala (CICIG), evidenció a altos funcionarios del gobierno del Presidente Otto Pèrez Molina Presidente, entre ellos el Gral. Juan Carlos Monzón, Secretario Privado de la Vicepresidenta Roxana Baldetti y directores de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), al descubrirse una red de contrabando en las aduanas de ese país. Ante ese escándalo, la Vicepresidenta renunció a su cargo a principios de mayo, a la par que se efectuaban marchas de las clases medias y de los campesinos guatemaltecos exigiendo la renuncia del Presidente Pérez.
Para el 20 de mayo del presente, el Ministerio Público de Guatemala descubrió y denunció un nuevo caso de corrupción a gran escala, ahora en el sector salud, en donde los miembros de la Junta Directiva del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), fueron encarcelados acusados de haber otorgado contratos a la empresa “Pisa de Guatemala” del empresario mexicano Carlos Álvarez Bermejillo, para el tratamiento de diálisis peritoneal donde mediaron sobornos. La empresa no tuvo equipamiento para cumplir con los tratamientos y se le rescindió el contrato el 13 de mayo de 2015, habiendo afectado a un buen número de pacientes con peritonitis y dando como resultado una decena de fallecidos. Y hubo uno más, el caso “Redes”, que involucró al exsecretario de la presidencia y yerno del Presidente Pérez Molina.
Ante este cúmulo de evidencias, la CICIG y el Ministerio Público de Guatemala giraron una orden de aprensión contra Roxana Baldetti y se dio paso a la solicitud de juicio contra el presidente Otto Pérez Molina por los delitos de cohecho pasivo, asociación ilícita y defraudación aduanera, en virtud de que el resultado de la investigaciones señalaron que Juan Carlos Monzón no era el líder de “La Línea” sino que lo eran presuntamente, el hoy expresidente y la exvicepresidenta, actividad que desarrollaban mucho antes de que ocuparan los cargos. Hoy Baldetti esta encarcelada y desde el 2 de septiembre pasado Pèrez Molina, después de presentar su renuncia al cargo y sustituido de inmediato por Alejandro Maldonado Aguirre, enfrenta juicio desde prisión.
Pero pese a toda esa crisis política, el 6 de septiembre pasado, se celebraron las elecciones citadas, en el que contendieron para el cargo de Presidente de la República Manuel Maldizòn, candidato oficial de la derecha, Sandra Torres, del Partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) exesposa del expresidente Álvaro Colom, y Jimmy Morales, líder derechista del partido Convergencia Nacional, sin experiencia de Estado, pero con currículo académico y más conocido públicamente como comediante en su programa televisivo “Moralejas”, todo indicando que su principal atractivo es precisamente, su falta de trayectoria política, que se toma casi como una “cualidad riesgosa” en el particular momento que atraviesa el país.
Una vez concluida la primera vuelta celebrada el pasado domingo, que se considera exitosa pues salió a votar el 70 % del padrón electoral, Morales puntea en los resultados y de acuerdo a los últimos informes se enfrentará en segunda vuelta a Sandra Torres del UNE quien obtuvo una ligera ventaja sobre el millonario Manuel Baldizòn, elecciones finales que habrán de celebrarse el 25 de octubre próximo.
Y al “colarse” Sandra Torres a la segunda vuelta, el escenario electoral puede cambiar pues ésta cuenta con un alto número de simpatizantes que se agenciara desde que fuera la primera dama de Guatemala en el cuatrienio 2008-2012. Pero ¿quién es esta dama?
Sandra Torres, cumplirá 61 años próximamente, nacida en Mencos, una población abandonada de Petén, la provincia más grande del país. Mujer de cuna humilde que creció superando carencias y que en los años 70 se involucró en la guerrilla, aunque de manera pasiva. Su vida política empezó en 1999, cuando junto con Álvaro Colom—con quien contrajo matrimonio en segundas nupcias–, fundaron el partido Unidad Nacional de la Esperanza de tendencia socialdemócrata. Ella acompañó a su esposo en los 4 años de su gestión como Presidente.
Y ahí es donde viene el meollo. Cuando las mujeres se fortalecen a la sombra de los maridos, como gobernantes y utilizan esa posición para abrogarse funciones que no les corresponden o a conformar desde ahí—tendenciosamente en razón de su ambición–, plataformas políticas para poder usarlas a su favor en un futuro.
En el caso de Sandra Torres, mucho se critica la forma de actuar durante el mandato de su marido pues ejerció un poder dictatorial, similar al de un Primer Ministro pues presidía el Consejo de éstos, función que le correspondía al Vicepresidente, lo que causaba incomodidad en esa instancia y en el gobierno. Tomó fuerza su figura por la creación e impulso que dio a los programas sociales dando alimento a miles de campesinos, lo que le valió críticas porque gracias a esos programas—a los que denominaron “clientelares”–, pudo agenciarse simpatías y le allanó el camino hacia el poder que quiso disputar en el 2012 en la intención de sustituir a su marido, llegando su ambición a tal grado que se divorció de éste para que las leyes guatemaltecas no tomaran su matrimonio, como impedimento legal para contender.
Luego entonces, conociendo los tamaños de Torres, cuando se propone algo, sus posibilidades de triunfo son fuertes, pues lo basaría en la sólida estructura partidaria en la provincia y en la falta de experiencia de Jimmy Morales en lides políticas, quien es más conocido en la capital. Aunque también puede pesarle a la señora, la desconfianza que inspira hacia la clase patronal y otros sectores del poder, pues no olvidan su carácter autoritario y déspota cuando estuvo como primera dama de Guatemala.
Sin embargo, la moneda está en el aire para estos dos candidatos.
Pero, sea una u otro, la realidad es que como dice el dicho: “no sea que salgan de Guatemala y entren a Guate-peor”. Porque en octubre se medirán las fuerzas: popularidad o “populismo”—vs—“colmillo” y ambición, dos tendencias que— la historia lo ha probado–, no convencen y menos garantizan en el fondo lo más importante: confianza y buen gobierno.
Y algo similar puede pasar en México, con el gobierno de “El Bronco” en Nuevo León–quien algunos ya nombran “ciudadano distinguido” sin que aun empiece a gobernar– y de Cuauhtémoc Blanco en Cuernavaca, Morelos, en donde en ambos casos, ganó el populismo, el voto de castigo, la novedad o el hartazgo y no la evaluación de los méritos de los candidatos para poder colocar a quien garantizara lo mejor para la población.
Gracias y hasta la próxima.