Primera de dos partes * Rafael Vargas González maestro de excelencia en un sistema donde se ignora eso. *Existe pobreza de conocimientos en programas educativos, por ello hay; sed de saber Desde siempre he tenido la oportunidad de compartir anhelos, objetivos, acciones y proyectos con excelentes y memorables docentes, unos como mis instructores, otros más como colegas y sin duda muchos más como alumnos en escuelas de nivel superior. Aprovecho la coyuntura y manifestar mi beneplácito por mantener la amistad del MAESTRO (así con mayúsculas) Rafael Vargas González, que con similar visión a la de quien esto escribe, hemos compartido vicisitudes sobre el proceso enseñanza aprendizaje de nuestro sistema educativo nacional. Quizá sea la necesidad, el deseo de superación o la formación en general lo que hace que sigamos “pregonando en el desierto” los beneficios de una educación-instrucción de calidad palpable y visible, y pese a estar desde hace unos ayeres jubilados del sistema educativo nacional, nuestras acciones siguen siendo una realidad. Estando hace unos días en un evento en la ciudad de Guadalajara, recibí una llamada de mi amigo y admirado compañero, posponiendo la plática -pues estaba en uso de la palabra ante cientos de congresistas de varias ciudades del país- para cuando llegase a esta ciudad capital. Vargas González siempre me invita para compartir algo que nos fascina y predicamos, la formación, instrucción y perfeccionamiento de disciplinas que son elementales en la educación de la población en general y el disfrute de una plena existencia. Así hemos dado conciertos y apoyos a diversos asilos, atención a estudiantes de diversos niveles educativos a través de talleres y clínicas de diversas disciplinas y fungir como jurados en eventos donde el principal invitado es la excelencia en la expresión oral y escrita. En esta ocasión fue acudir a una invitación que le hicieron para iniciar un taller de oratoria en la escuela telesecundaria “Rafael Hernández Ochoa” que inició este fin de semana, donde tuve intervención para poner en práctica el “Programa de Lectura en Acción” del cual soy responsable en el país dentro del Leonismo internacional. Rafael y un servidor sabemos que nadie puede hablar de lo que no conoce, y un excelente orador debe basar su discurso sustentado en un amplio bagaje cultural, el que sólo se obtiene en los libros. Tratando de evitar que se convierten en simples jilguerillos (muchos de éstos llegan a planos superlativos de la sociedad, siendo unos ignorantes), que sorprenden a la gente con argumentos memorizados, pero que nunca comprenden o entienden; pues un excelso orador debe conocer y ser sensible con el alma del ser humano, sabiendo su historia, esencia y trascendencia. El compañero Vargas González inició este taller con ejercicios prácticos de escritura, lenguaje y ademanes en general; ejercitando a los nueve jóvenes que asistieron de los distintos salones de esta institución, y aprender a presentarse ante los demás, rompiendo el pánico escénico de la primera vez, temor que siempre acompañará a los que tratamos de comunicarnos frente a un auditorio, pero controlándolo con conocimiento y técnica. Pronto me vi inmiscuido en esta charla en donde compartí ante estos adolescentes la necesidad de redoblar esfuerzos, tiempo y dedicación por alcanzar los objetivos que cada uno de ellos se propuso al asistir a este taller. Aproveche la ocasión para incentivar su preocupación por ser mejores, así como motivarlos con el reparto de material bibliográfico accesible a sus intereses y gustos, sabiendo que por medio de una lectura dinámica y de acción, pronto dominarán ciertas cuestiones que antes les parecían inalcanzables. De cosas pequeñas, pero trascendentales para la educación de las nuevas generaciones seguiremos compartiendo, pues sabemos, que lo que es en pequeño, puede y debe resultar en grande, sólo es cuestión de saber y poder; pues el querer siempre estará presente ¡Estamos! alodi_13@nullhotmail.com