LOS MEXICANOS, celebramos en estas fechas, el supremo derecho a ser libres, recordando los acontecimientos que tuvieron lugar en mil ochocientos diez, cuando un ejército de nacionales, encabezados por el padre de la patria, Don Miguel Hidalgo y Costilla, decidieron lanzarse a la lucha, iniciando de esta manera, la guerra de independencia, con la cual, más tarde, se libraría al país y sus habitantes de una dependencia extranjera que duró, por lo menos, trescientos años.
Este día, como cada momento de la historia de nuestro país, estos hechos, nos invitan, necesariamente, a la reflexión sobre el legado que los hombres y mujeres de aquellos tiempos, nos hicieron a todos los mexicanos, para que hoy, gozáramos de mejores condiciones de vida.
Y viene, pues, esa oportunidad para preguntarnos constantemente, primero, sobre lo que también, nosotros, los mexicanos de ahora, hemos hecho de nuestra patria, de nuestra nación y de nuestro compromiso, de alguna manera, así definido, con el México de hoy.
¿Qué pasa en México, cuando teniendo importantes fuentes de riqueza, cuando gozamos de libertad completa, diferente a la de otros países similares al nuestro, nos la pasamos discutiendo, reordenando, engañando, supuestamente analizando y proyectando, sin llegar, prácticamente, a una meta concreta?
Los mexicanos esperamos siempre que sea el gobierno, el mayor comprometido con las acciones de justicia, de paz y de tranquilidad, además de mantener una política económica que nos permita vivir cómodamente, pero no somos capaces de contribuir a esas esperanzas, puesto que nos hemos convertido, solamente, en meros observadores de los acontecimientos, sin que, reclamemos, una verdadera justicia para todo el pueblo en general.
Mientras que en el gobierno, la clase con privilegio, la que manda, la que administra nuestros recursos, insulta permanentemente, la propia inteligencia de los mexicanos en general, creyendo que puede hacer lo que le de la gana, sin que pase nada.
Reflexiones como esta, hay muchas, pero bien valdría la pena, que un día como estos o cualquier otro más de los trescientos sesenta y cinco días del año, nos dedicáramos a pensar que hemos hecho de nuestro país, de nuestra patria, de nuestro territorio nacional, cuando, de hecho, todos los días, seguimos una lucha por sobrevivir en esta tierra que tiene todo, pero que no hemos sabido aprovechar.
México, requiere en estos tiempos, más que nada, unidad, trabajo y solidaridad. Unidad para mantenernos fuertes, ante el avance de la violencia y la inseguridad, ante la pérdida de los valores en general, ante la violación constante de nuestros derechos, principalmente, por la autoridad, la cual debiera ser la primera en comportarse como garante de esta importante condición jurídica para vivir en paz, para estar pendiente de no dejar que la corrupción avance y que cada día haya más ricos y más pobres que establecen una condición de desigualdad, por la que también, nuestros héroes, lucharon permanentemente.
No dejemos, pues, que el país, nuestro país, se nos escape de las manos, por las malas acciones de unos cuantos, pues, finalmente, los mexicanos, somos fieles a la historia, respetuosos de los derechos de los demás, capaces de sobrevivir ante circunstancias negativas, capaces de ser, como auténticos mexicanos, trabajadores y solidarios ante las desgracias, combativos cuando se es necesario, por lo que, de ninguna manera, dejemos que la pasividad nos invada, pues hay mucho por hacer en nuestra patria, aún cuando unos cuantos, volvemos a insistir, cobijados por el poder, nos quieran arrebatar lo más importante que tenemos, que es la libertad…
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DUELE, DE VERDAD duele que compatriotas mexicanos, hayan sido asesinados en Egipto, cuando, realizaban una visita turística.
Es lamentable que ocho mexicanos hayan muerto, cuando su objetivo principal, era conocer aquellas tierras y visitar los centros turísticos e históricos de aquella patria.
No es concebible, todavía, que miembros de aquél ejército, los hayan confundido con terroristas, que es lo menos que tenemos los mexicanos, aquí y allá o en cualquier parte del mundo.
El gobierno mexicano, debe ser permanente reclamante de justicia por estos actos y no dejar que solamente, una investigación amañada, termine, como el caso Ayotzinapa, en nuestro país, que estas vidas queden perdidas entre los escombros de la burocracia y el engaño.
Hoy, el mundo, también se da cuenta que ya no son tiempos de estas acciones, pero que todavía persisten mentes que primero ven por sus propios intereses y después por el de los demás, si es que, en algún momento, piensan en quienes les rodean.
Son tiempos de reflexión, como decíamos ayer, tanto en nuestro país por la celebración de nuestra libertad, como por los hechos internacionales, que como en este caso, nos hacen pensar, todavía en la intolerancia de unos cuantos, como siempre.
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TODOS LOS DIAS, tomamos este espacio para referirnos, principalmente, a los temas políticos de México, y de nuestro Estado, en lo particular.
Comentamos lo que esta sucediendo en torno a la vida política de Veracruz, de sus grandes problemas económicos, de sus procesos de desarrollo, y de la sucesión gubernamental, que es, sin duda, un tema que trae a todos de cabeza, por diversa razones.
Sin embargo, hoy quisimos referirnos, más que nada, a las reflexiones que los mexicanos tenemos pendientes con nuestra historia, aprovechando los días patrios, que son, de la misma manera, una buena oportunidad para entender un poco la importancia de todos nuestros valores, tantos cívicos como morales, que si bien se han ido perdiendo con el tiempo, nunca es tarde para recuperarlos y precisamente, hablando de la historia de México, ésta es, precisamente, una buena fuente, para demostrarnos que tenemos capacidad para entender lo bueno y lo malo, para apreciar los valores que tenemos, lo que podemos hacer por la patria y por Veracruz, en lo particular, no dejando que nadie nos robe este preciado tesoro que en la patria chica en que vivimos.
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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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