Para quienes vivimos en carne propia el sismo que azotó a la Ciudad de México aquel ya lejano 19 de septiembre de 1985, recordar esa experiencia genera recuerdos amargos por muchas razones, entre otras porque hubo una cantidad importante de vidas humanas que se perdieron aquel día y porque fue doloroso ver los daños que dicho fenómeno causó a nuestra querida capital.

Antes de aquel fatídico acontecimiento, quien esto escribe ya había vivido la experiencia de dos sismos que también lo habían dejado marcado profundamente: el primero, el del 28 de agosto de 1973, que afectó a los estados de Veracruz, Puebla y Oaxaca, causando daños importantes en poblaciones como Orizaba, Córdoba, Ciudad Mendoza, Río Blanco, Nogales, Ixtaczoquitlán, Ciudad Serdán y Tehuacán. El segundo, el que ocurrió el 14 de marzo de 1979, cuando colapsó el edificio que albergaba a la Universidad Iberoamericana, en la colonia Campestre Churubusco, al sur de la Ciudad de México

Pero el sismo de 1985 se tiene muy fresco en la memoria porque en verdad la capital resultó gravemente herida. Solo quienes vivimos esa experiencia y fuimos testigos de la magnitud de los estragos que dicho fenómeno causo al D.F., sabemos lo que ese infortunado hecho significó para la capital de todos los mexicanos. Transitar por aquellos días vialidades como las emblemáticas Fray Servando, José María Izazaga (en donde estaban la mayor parte de los talleres de las costureras), San Juan de Letrán (hoy Lázaro Cárdenas), Cuauhtémoc, Juárez o unidades habitacionales como Nonoalco Tlatelolco o el conjunto Pino Suárez y constatar los estragos que el terremoto causó, era algo que solo con verlo se podía creer.

Muchas historias se podrían escribir de aquellos trágicos momentos, desde la transmisión interrumpida que hemos visto todos del noticiero matutino que conducían por el canal 2 de televisión Guillermo Ochoa y Lourdes Guerrero; el derrumbe de las torres de transmisión de Televisa y de parte de sus instalaciones en avenida Cuauhtémoc (tan solo ahí murieron alrededor de 100 trabajadores de la televisora); pero lo mismo se podría decir del edificio que albergaba al tradicional café La Súper Leche en las esquinas de lo que hoy es el Eje central y la calle de Victoria, los hoteles Regis y De Prado en la avenida Juárez, el edificio de la Secretaría de Comercio en la avenida Cuauhtémoc, lugar en el que posteriormente se construyó el parque de la Solidaridad, en fin, para definirlo en una sola palabra, era algo doloroso.

Finalmente, algo que también conservo muy grabado en la memoria son las imágenes del tenor hispano mexicano Plácido Domingo Embil, trabajando desesperadamente entre los escombros de lo que fue el derruido edificio Nuevo León de Tlatelolco. En ese lugar quedaron las vidas de 4 familiares del cantante de ópera, pero también ahí quedó la vida de un número indeterminado de personas que lo habitaban y que jamás imaginaron que su edificio se derrumbaría tan dramáticamente.

Se ha dicho mil veces dice que el gobierno que encabezaba Miguel de la Madrid en aquel entonces se apanicó ante la magnitud del fenómeno, y que ante la inacción del gobierno éste fue rebasado por la espontánea organización y solidaridad de la sociedad civil, esto en parte fue cierto pero también en buena medida es inexacto. Un sismo, impensado como el del 85, hubiera rebasado a las expectativas y a las políticas de previsión de cualquier gobierno en el mundo, así ha pasado con fenómenos similares en Irán, Turquía, Chile y Haití, e inclusive ante un huracán como el Katrina que en 2005 afectó a Nuevo Orleans en el sureste de los EUA, las capacidades de respuesta de los gobiernos nacionales fueron rebasadas por la magnitud de las eventualidades ocurridas en esos lugares.

Van a pasar muchos años más para que los mexicanos nos olvidemos de las 7:19 de la mañana de aquel trágico jueves 19 de septiembre de 1985, yo, por lo pronto creo que esa fecha no la olvidaré nunca.

Dos eventos que vale la pena mencionar según el Vampiro de Palo Verde.- El primero, el foro que sobre cultura organizó hace dos semanas Ernesto Aguilar Yarmuch, para lo cual contó con la presencia del senador José Yunes Zorrilla como invitado especial. Participaron en el foro especialistas en ramas como literatura, teatro, cine, danza, etc. Bien por el foro en donde Ernesto logró una buena asistencia de participantes. El otro fue el que se organizó para conmemorar el 20 aniversario de la fundación del Instituto Veracruzano de Educación Superior de Carlos Luna Escudero. Destacamos este evento porque el IVES es una institución de educación superior que se ha distinguido por su seriedad y profesionalismo, prestigio que se ha ido labrando a través de todos estos años y en donde ha tenido mucho que ver Carlos, pero no quisiera dejar de mencionar la participación que han tenido en este gran esfuerzo colectivo sus hijos Carlos Jr., y Andoni, así como Jorge Miguel Martínez Caicero, que se ha convertido en la mano derecha de Carlos, así como la doctora Esperanza Morales González, puntal del área académica de la universidad.