Estoy convencida de que a nuestros jóvenes se les educa con el ejemplo. Con hechos y no con palabras. Que nuestro actuar sea congruente con lo que decimos, pues sólo así podemos aproximarnos a ciertas realidades que construyan una verdad: la esperanza de cambiar, para mejorar.

Pero también debemos “animarlos” a conocer nuevas experiencias. Como dicen los artistas: hay que crear nuevos públicos, para que la gente nunca deje de asistir a los foros y teatros. Es decir, no puedo pedir a mis nietas que les guste tal o cual actividad o algún alimento, si no las he llevado o se los he dado a probar.

Lo anterior viene a cuento, porque se acaba de realizar el VI Parlamento de Acción Juvenil en el Palacio Legislativo. Ahí, jóvenes venidos de diversas partes del estado tuvieron la oportunidad de intercambiar ideas, confrontar posiciones, aprender y enseñar en la misma sede donde nuestros representantes populares elaboran el andamio jurídico de nuestra entidad.

La bienvenida estuvo a cargo del presidente de la Junta de Coordinación Política de la LXIII Legislatura del Estado, diputado Juan Nicolás Callejas Arroyo, quien les dijo que no son diputados “de mentiritas”, pues este Parlamento merece ser tomado con toda seriedad: “Para entrar a la lucha de las ideas hay que tener carácter y hacer lo que se piensa”.

La experiencia vital que estos jóvenes tuvieron es tinta indeleble. Ellas y ellos son personas privilegiadas, por darse y permitirse la oportunidad del debate de las ideas, de la argumentación, de la tolerancia y del saber que las divergencias nos fortalecen, para encontrar las convergencias y el bien común.

A conocerse y reconocerse en las palabras de las y los otros. A darse cuenta de que puede haber más puntos de coincidencia y que éstos tienen diversos caminos para llegar. Están en edad del ensayo y error, y se vale caer, para levantarse de nuevo.

Nuestra juventud tiene una mirada muy diferente a la nuestra. Son generaciones sin temor a la tecnología, que han tenido oportunidades que jamás habíamos soñado en tiempos pretéritos. Pensemos en nuestras ancestras, quienes se sentaban alrededor de un aparato de radio de transmisiones para escuchar sus radionovelas. O una, que veía la televisión en blanco y negro, cuyo mueble ocupaba buena parte de la sala y funcionaba a base de bulbos. ¿Podrían entendernos, como nosotras los entendemos? No sé.

En fin, los trabajos se realizaron por tres días hasta este fin de semana. Presentaron propuestas en materia de derechos humanos, desarrollo agropecuario, vivienda y empleo y de representación popular.

Toda juventud se caracteriza por su creatividad y por marcar su distancia con la generación que le antecede. La actual no es la excepción y tiene mucho que aportar. Nunca olvidemos que también pasamos por esa edad, que también nos “azotamos” y nos desenamoramos. Que también cuestionamos a la autoridad y sus representaciones de poder. Pero sobre todo, no olvidemos que las jóvenes de los sesenta, hoy somos abuelas amorosas.

Por hoy es todo. Le deseo un excelente inicio de semana y nos leemos en la próxima entrega.