La vida publica de Veracruz genera opiniones, deliberaciones y debates de regular tamaño y nivel; algo en los medios tradicionales y mucho en las redes sociales. Los rezagos democráticos dominantes condicionan el tipo de planteamientos, hay desde los tímidos hasta los apasionados y de confrontación. Lo que se dice de los asuntos sociales y políticos es reflejo de nuestra cultura en general y política en particular. Es evidente que nos enredamos entre cortinas de humo, rebotamos en la paja y vemos apenas hacia lo inmediato. Eso es en lo general, porque también hay posiciones serias, objetivas y propositivas en los medios periodísticos, académicos, civiles y políticos.
Los hechos y posturas suceden con rapidez, muestran rasgos para el momento y signos de tendencias. Me parece que hay acontecimientos rutinarios mezclados con ciertos sucesos de tipo inédito que casi siempre son enfocados con ojos costumbristas. Eso observo actualmente en Veracruz, donde se viene configurando un escenario dinámico, incierto e inédito. Habrá que hacer un esfuerzo mayor para estar informados, tomar posición y emitir alguna opinión.
Me despierta curiosidad la forma en que algunas figuras públicas abordan la coyuntura política; hay de todo, en extremos, desde los «sabedores de todo» hasta los propagadores de simpatías o fobias. Faltan análisis, rigurosos, que aporten datos, hagan las comparaciones, objetivos, con perspectiva; sobran especulaciones y ocurrencias, algunas en grado de fantasías. Observo, incluso, una negativa tendencia al dolo o irresponsabilidad en la exposición de ciertos hechos. Hay quienes exageran y echan a volar su imaginación, locuaz, mas propia de la literatura (mala), para hablarnos de reuniones, choques, acuerdos y desiciones entre actores políticos que solo suponen.
Me parece que desde algunos círculos de poder se filtran ciertas informaciones y se echan a andar estrategias de comunicación; lo hacen intencionalmente, para tender cortinas de humo, confundir y llevarnos a sus escenarios. Muchos caen replicando esas informaciones, debatiendo en falso, dando por hecho lo que les interesa a grupos de poder. Nos falta transparencia y originalidad para sostener deliberaciones públicas sobre los asuntos que nos deben interesar, porque nos afectan o nos van a afectar. El acceso a la información es para los ciudadanos un principio básico de convivencia democrática; es lo que genera una sociedad fuerte, apta para enfrentar la corrupción y la violencia. Lo contrario es la opacidad y el miedo.
Veracruz vive en el escándalo por los enfrentamientos entre el gobierno estatal con la oposición y los senadores; los diputados oficiales, locales y federales, ocupan su agenda en choques ínter partidistas. Este tipo de litigios son impropios de un comportamiento mínimamente democrático, son mala señal para todo y todos. Son tan intrascendentes e ilógicos que uno tiene que preguntarse cuál será su causa y fin. Muestran a Veracruz como un estado bananero, donde la política es pendenciera, represiva y ociosa.
Ante los desfiguros y barbaridades que dominan la escena pública en nuestro estado, urgen voces sensatas, los llamados a la reflexión y a la convivencia sana. No es con exclusiones y ataques hacia los diferentes como se construirán bases para el desarrollo, como se relanzará el estado y como se ganará confianza nacional e internacional. Alguien tendría que decirles, o ellos hacer caso, que están haciendo un papelazo, que esas formas ya resultan anacrónicas y que hay otros métodos de hacer política. La lucha por el poder no debe ser a toda costa, es un fin que no justifica todos los medios y debe respetar reglas mínimamente democráticas.
Entiendo que toman medidas calculadas o desesperadas contra sus enemigos, que no deberían ser más que adversarios; muchas veces actúan sin tener claro hacia donde dirigen sus pasos, lo hacen porque pueden y no calculan suficientemente los resultados. Son reglas del sistema, ya vetusto, y de la condición humana. Esa es la historia de la humanidad, recuérdese a los ejecutores del genocidio en la Segunda Guerra Mundial cuando en sus juicios manifestaban que sólo obedecían ordenes; así pasa ahora en local, hacen lo que sea por costumbre, por interés propio, por órdenes o por que no ven más allá del largo de su nariz.
Recadito: Lamentable que, por ahora, no hayan otorgado el nombramiento de Pueblo Mágico a Naolinco.