Bien dice Enrique Krauze en el prólogo de su libro “Siglo de caudillos. Biografía política de México 1810-1910”, cuando hace un dibujo de cuerpo entero a los (pro) hombres que gobernaron el país en su primer siglo de vida independiente: “Los caudillos mexicanos tenían algo que iba más allá del mero carisma: un halo religioso, ligado en ocasiones al providencialismo, otras a la idolatría, a veces a la teocracia. En todo caso una concomitancia con lo sagrado”, y este rasgo, nunca mejor dicho como decimonónico, parece el fundamento central de la caracterización política de Andrés Manuel López Obrador, empeñado a costa de lo que sea en alzarse ahora sí con la victoria en el 2018.
Por lo que se ve, Andrés está dispuesto a echar mano de todo lo que esté a su alcance con tal de lograr su propósito, “el fin justifica los medios” hubiera dicho Nietzche y más tarde lo ratificó Gustavo Adolfo Hitler en su obra literaria cumbre “Mi lucha” (“Mein Kampf”), y a esta intención tampoco escapó el Papa Francisco, seguramente Andrés Manuel lo vio durante la gira que el argentino hizo por Cuba y los Estados Unidos, del consistente pensamiento social y político que mostró el pontífice y, tan superficial como a veces es el de Tabasco, seguramente pensó con una maliciosa sonrisa dibujada en el rostro: “… a éste me lo conchabo, utilizo su imagen y lo sumo a mi proyecto para el 2018”.
Por ello no nos sorprendió aquel pasado jueves 15, cuando por la mañana nos despertamos con la noticia de que Andrés había logrado “colarse”, el miércoles anterior, en la primera fila para saludar en la audiencia general al Papa Francisco, sacarse unas fotos con el prelado y entregarle una carta en donde le manifestaba al argentino su “profunda admiración a su persona y a su liderazgo”, celebrando al mismo tiempo su decisión de visitar México en 2016, por supuesto sin dejar pasar la oportunidad para llevar agua a su molino: “Por nuestra parte, le compartimos que continuamos trabajando para lograr una transformación que nos permita eliminar la corrupción política, que ha sido la causa principal de la desigualdad, de la pobreza y de la violencia que padecemos en México. Este cambio de régimen lo estamos impulsando por la vía pacífica y electoral, convenciendo, incluso, a los adinerados de no dar la espalda a los que sufren, bajo la premisa de que solo siendo buenos podemos ser felices, y de que por el bien de todos, primero los pobres”.
Cómo ven, y es que al margen de que haya mucho de razón en lo expresado por Andrés Manuel, no deja de ser criticable el tono con el que está escrita la misiva: “… convenciendo, incluso, a los ¡adinerados! de no dar la espalda a los que sufren”, el acentuado con signos de admiración es nuestro. ¿Qué pensará Andrés Manuel para que se le ocurran estas cosas que rayan francamente en lo ridículo?, que el Papa Francisco le va a levantar la mano y va a gritar: ¡Viva Andrés Manuel, por el bien de México, primero los pobres!, no sé, pero me parece que el de Tabasco necesita con urgencia unas clases de comunicación política, ahora sí que ¡por el amor de Dios, esta estrategia no le va a funcionar!
México en estos momentos aciagos, como él mismo los califica, no necesita de un caudillo, ni de una figura mesiánica que se ostente como el salvador de la patria, es lo que menos le conviene a nuestro país en la coyuntura actual. México necesita claridad en el rumbo, claridad en una propuesta de gobierno con políticas públicas viables, perdón, pero lo que menos requiere nuestro país son ocurrencias, volver a los principales postulados que alimentaron la Revolución de 1910, entre otros ¡revivir el Plan de Ayala! –como lo ha ofrecido en incontables ocasiones-. Que me perdonen sus fieles, pero Andrés Manuel necesita ponerse al día, el fin de la historia hace mucho que se dio, la historia ya no es lo que fue, estamos en 2015, en el siglo XXI, este mundo ya no es lo que fue el siglo pasado.
Además, ¡a cuenta de qué se fue a pasear a Europa con los gastos pagados por todos los mexicanos a través de las prerrogativas públicas que Morena recibe! En verdad AMLO necesita actualizarse, hace poco tuve la oportunidad de escucharlo en un programa de radio (El Weso) de la capital de la República, en donde presumía de los resultados que Morena había logrado en las pasadas elecciones para renovar la Cámara de Diputados Federal, la del Distrito Federal y las delegaciones políticas, que si bien no son descartables, tampoco son como para decir “ya la hicimos”, pero no solamente eso, Andrés Manuel les decía a los conductores del programa, con un tono de infinita arrogancia y autosuficiencia: “Todo mundo está hablando de Podemos –la fuerza política que encabeza Pablo Iglesias que irrumpió el escenario político español en el primer semestre de este año, y que puso en jaque la dominancia política del PP y del PSOE-, pero lo nuevo es Morena, Morena es el futuro de México y nosotros estamos cambiando la historia del país”.
Pues que le baje a sus ansias de novillero Andrés Manuel, porque ya Podemos se cayó, ahora, lo nuevo lo nuevo, pero que digamos lo nuevo en España es Ciudadanos, que fue la fuerza que desde una posición minoritaria se opuso al rompimiento en Cataluña y neutralizó las ansias independentistas de Artur Mass y de Convergencia Democrática del resto de España, con dos nuevas figuras que habrá de seguírseles la pista por su discurso y propuestas novedosas: Albert Rivera e Inés Arrimadas –así se apellida-, pero eso es otra cosa, con todo respeto para el tabasqueño pero me parece que no tiene por qué andar viajando por el mundo con cargo a las prerrogativas públicas de Morena, la política hay que hacerla aquí y con una propuesta viable y razonable, sin mesianismos ni posturas caudillistas, además, él y otros no se deben equivocar con Francisco, seguramente su viaje va a ser con un acento pastoral, no va a ir ni al Congreso, ni a Ayotzinapa, ni a Tlatlaya, ni mucho menos a la plaza de las 3 Culturas. México no es Estados Unidos y no es lo mismo hablar ante el pleno de San Lázaro que ante el pleno de la Cámara de Representantes del vecino país del norte, el foro y el escenario es distinto.
Del Vampiro de Palo Verde.- Te lo dije –me lo dijo a mí-, todo apunta a la continuidad hasta ahora, ya veremos mañana.