La crisis aguda y permanente que estamos viviendo, con impactos de sobresalto y terror en la seguridad y paz públicas, tiene que ver con la forma que han adquirido los gobiernos de nuestro país, marcadamente el federal y los estatales. Se han vuelto aparatos de auto consumo, administradores (pésimos) del erario, gobernantes virtuales, ultra facciosos, ajenos a los problemas sociales y, especialmente, dedicados a ganar elecciones con pretensiones de perpetuarse en el poder. Sin talento, sin convicciones, sin eficacia y, muchos menos, sin transparencia y apertura, aparecen en el papel, dicen algo -lo que sea-, dejan hacer y pasar, practicando una política excluyente y depredadora.

La apuesta de los gobiernos de ahora es la desinformación y la pobreza, sin visión moderna y democrática, sin contrapesos, sin rendición de cuentas, con personalísmo y con planes de grupo; no se les ve nivel de Estado, ni compromiso social y colectivo. Siguen la ruta de la regresión en todo, del inmovilismo, de la prioridad del negocio y los amigos. Sobre esas bases se establece la impunidad, la corrupción, la violencia y, lo peor, el enclaustramiento de la ciudadanía en el silencio, el miedo y hasta en la contaminación con los vicios del poder.

Significativos y preocupantes resultan los comentarios del Gobernador Duarte, en charla informal con periodistas que, en ejercicio de su trabajo, lo difunden ampliamente. Dice el gobernador que va a ganar las elecciones «llueva o truene», que puede hablar como priista porque es sábado, que va a destruir a la oposición, que sus enemigos están afuera de su partido y que coloca al frente del PRI a un «guerrillero», entre otras confesiones inauditas. Seguramente casi todos los gobernadores y el propio presidente Peña, piensan lo mismo, pero no lo dicen, son cuidadosos de las formas. Exponerlo así puede ser por euforia, sinceridad-ingenuidad o meramente como aviso al auditorio opositor.

Estamos ante un discurso pobre y premoderno, anacrónico y dinosaurio. Es el mensaje y las formas de los setentas, cuando se podían controlar todos los factores. Habla de una visión corta, que ya no aporta nada al desarrollo de Veracruz, que introduce inestabilidad y seguramente fracasará. Si en esa estrategia se alinean todos los dirigentes priistas, lo cual ya es dudoso, van a tener problemas con una sociedad más urbana, más joven y mas informada. Antes de proponerse mantener el poder a toda costa deben hacer el balance de su paso previo y actual en el gobierno de Veracruz, hacerse cargo de los indicadores sociales, de los niveles de inseguridad y, sobre todo, del desarrollo democrático .

Con la reprobación y alarma ante un discurso tan limitado, fuera de época, uno puede pensar que han perdido las proporciones de la realidad, que viven en una burbuja, que ya no tienen nada que aportar y que, con esos tonos agresivos y oscuros, se constituyen en un verdadero peligro para Veracruz, dado que se muestran intolerantes y, aparentemente, dispuestos a lo que sea, hasta a llegar a la violencia física, para sostenerse en el poder.

Creo que hay mucho de espejismo, extravío y soberbia en esas posturas de aparente hegemonismo y de manotazos en la mesa. Además de un obvio error de apreciaciones y cálculos. No entienden que hay muchos factores claves que no controlan, las variables que no están sujetas a consignas o buenos deseos. Me explico: Con todo y sus fallas hay partidos nacionales de oposición que no van a ceder su derecho a gobernar y que se van a defender con sus espacios de poder ante cualquier embate y ofensas; hay una oposición real a nivel local, no todo es membrete y palerismo; pero lo más importante es la voluntad y libertad de amplias franjas de veracruzanos que van a sufragar sin que haya manera de impedirlo o condicionarlo; si mucha gente, como es perfectamente posible, se decide a participar, polariza y suma voto útil, no habrá amenaza ni sueño guajiro que lo impida.

Desde el autoritarismo y las formas tradicionales del gobierno y la política siempre se ha pensado que controlan todo, que tiene la varita mágica para decidir resultados electorales, pero siempre se dan de frentazos con una realidad que les recuerda que no son genios, que también son humanos y totalmente falibles. Recuérdense las alternancias federales del 2000 y el 2006, las estales en muchas entidades y las municipales en Veracruz. Cuando arranquen las campañas y vean la respuesta de los ciudadanos tal vez se arrepientan de sus excesos y su anacronismo. Lamentablemente, no aprendieron nada positivo.

Ufa.1959@nullgmail.com

Recadito : Taller sobre agenda democrática el 9 de noviembre en el CESEM.