La máxima velocidad permitida en Xalapa es de 70 kilómetros por hora. Los conductores pueden elevar sus vehículos a esa velocidad solamente en la Avenida Lázaro Cárdenas. En las otras vías que pueden ser rápidas cuando no hay tráfico solamente se puede transitar a 60 por hora, es decir en Circuito Presidentes, en el tramo sin edificaciones de Murillo Vidal, en pequeños trechos de Ruiz Cortines y la Avenida Xalapa.
En las calles sólo se puede circular a 40 km/hora, y en muchos lugares se debe hacer a 30, a 20 o a 10, según.
Quien rebase esos límites se hará acreedor a una multa bastante onerosa, que puede ser pagada con una reducción de un 75 por ciento, pero sigue siendo alta, si alguien tuviera la poco práctica idea de estar subsidiando su rapidez por la vía de las infracciones.
Bueno, eso sería también impráctico, porque se contempla la posibilidad de cancelar la licencia de manejar a los conductores que reincidan en su conducción más veloz de lo permitido.
Muchas multas serán aplicadas a través de los radares y cámaras automáticos, que vigilan permanentemente las vías más concurridas, para levantar infracciones robóticas que llegarán a casa del infractor por la vía del correo.
Obvio, la medida está siendo en primera instancia poco popular, porque en las redes y en algunos medios de comunicación han imperado las voces que se quejan de que la Dirección de Tránsito del Estado imponga tales castigos económicos.
Se quejan, como muchos ciudadanos se quejan de todo, porque se sienten afectados en sus intereses y en sus hábitos comunes.
Lo confieso: es difícil obligarnos y obligar a nuestros vehículos a que se conduzcan dentro de los límites de velocidad. Es extraño y desesperante ir en Murillo Vidal, por ejemplo, sólo a 60, cuando teníamos años de atravesar esa vía a 80 y hasta a 100. Se siente uno una tortuga, cuando antes nos desplazábamos cual modernos Aquiles, a todo lo que daban nuestros motores… O ir a 40 por Ávila Camacho, cuando sin meterle el fierro, el puro coche de bajada alcanza los 60 o los 80 sin ningún esfuerzo del acelerador.
Y en verdad que enoja cuando llega a tu casa la foto-multa porque no pudiste frenar a tiempo o porque te descuidaste y se te olvidó que hay una nueva regla del juego en las calles y avenidas del estado.
Estoy de acuerdo con todo lo anterior, pero las dudas y los enojos se me acaban cuando escucho de labios de un especialista en vialidades, que la reducción de las velocidades permitidas y la aplicación de multas para garantizar que se respeten ha tenido un magnífico efecto bienhechor, pues se han reducido drásticamente los accidentes entre vehículos y los atropellamientos de peatones.
Piénselo bien usted, ¿no está de acuerdo en que una vida humana, una sola vida, vale más que todas las multas que tengamos que pagar?
Yo creo que sí.

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