De manera previa al desarrollo de mi opinión sobre el tema del título de este artículo, quiero invitar a la búsqueda y análisis de dos hechos paradigmáticos de los comportamientos obsesivos e inerciales desde el poder: estos son los momentos previos a la revolución mexicana y los juicios a los genocidas del fascismo Alemán. En el primero se destaca la fiesta magnificada del centenario de la independencia, con un Porfirio Díaz, mostrándose seguro y pleno, aparentando dominio absoluto del país y, si acaso, preocupado por las recepciones a sus invitados; al poco tiempo no solo tuvo que dejar el poder, sino que se vio obligado al exilio. En el segundo, los responsables del asesinato de millones de personas, sobre todo judíos, apenas balbuceaban respuestas acudiendo al expediente burocrático de haber obedecido ordenes. Las lecciones de esos hechos son tan duraderas como lo exige el absolutismo y el quehacer inercial. El control absoluto, fundado en represión e ilegitimidad, se vuelve, en horas, descontrol absoluto; el cumplimiento ciego de órdenes nocivas es letal, por lo que debe ser detenido inmediatamente.
Hablar de que en Veracruz, tenemos un congreso bananero, es una obviedad, es descubrir el hilo negro; la mayoría de sus integrantes se esmeran, todos los días, de confirmarlo con todos los colores y matices a su alcance. Reiterar la crítica a un papel tan limitado en autonomía y calidad pero abundante en consignas y docilidad, es recordar, dejar constancia, señalar los puntos concretos de lo que debe cambiar, de lo que no se debe hacer desde los espacios legislativos. Dado que hay grados de sumisión y exhibición de pequeñez y caricaturas entre los diputados oficialistas y sus aliados, históricamente, siempre será necesario y sano establecer las comparaciones y alcances de su papel; hay más o menos Legislaturas entreguistas, con disputas de récords, las hay inocuas, también las más dañinas, las opacas, hay de todo… y la actual.
La legislatura que funge – finge – actualmente es muy llamativa y curiosa, cumple un papel poco decoroso, ajenos a un rol al menos regular, no sólo aprobando todo lo que le mande el Ejecutivo sino también obviando el debate y, sobre todo, la información a la sociedad. No deliberan, no fijan postura, no informan y, sin embargo, aprueban asuntos que inciden en el presente y futuro de todos los Veracruzanos. Es evidente su desapego al papel más importante que le asigna la constitución: representantes populares. No representan a la gente, solo sirven al poder ejecutivo. No tiene caso siquiera hablar de legislar para la ciudadanía o de ser contrapeso de los otros poderes. Ni soñarlo; no saben, no quieren o no pueden desempeñar un papel digno y de utilidad social y democrática.
Recién se han presentado polémicas iniciativas del ejecutivo, la referida al aumento del impuesto a la nómina y la llamada reestructuración de la deuda, ambas con un amplio cuestionamiento de los más variados sectores sociales de Veracruz. La actitud de la mayoría de diputados ha sido penosa, dando celeridad a las aprobaciones pero sin argumentos. Se han olvidado definitivamente de cumplir con sus obligaciones básicas de representación para lo que fueron electos. En esas condiciones pierden respeto, utilidad social y legitimidad. Abonan en concreto al descrédito de las instituciones, generando malos ejemplos y convirtiéndose en un estorbo para la democratización de Veracruz.
Es una pena tener a diputados dedicados a servirse, a agradar al ejecutivo y a auto representarse. No merecen ese cargo, no cumplen ni con lo elemental. Han degradado, todavía más, el nombre del legislador, hasta convertirse en vulgares empleados del ejecutivo. Parecieran no darse cuenta de su contradicción, acostumbrados a cumplir órdenes, a ver por sí mismos; es alta la traición que le hacen al pueblo, renuncian a ser poder para agachar la cabeza y levantar el dedo. Supongo que, como los genocidas del nazismo, solo siguen instrucciones, en ellas se refugian y, cuando sean juzgados, agacharan la cabeza y dirán que hicieron los que les mandaron.
De las legislaturas que he conocido pocas o ninguna como esta en carencia de debate, de baja personalidad y abundancia de ocio; en su mayoría dedicada a cumplir agenda y caprichos de partido hasta el ridículo. Es muy penosos ver cómo se disputan los reflectores para hablar de asuntos de gobierno y defender a los secretarios de despacho; igual de enternecedor y censurable es el reparto público e histriónico de mochilas y mesa bancos, hablando de acciones que corresponden a otras autoridades y a la aplicación de políticas públicas del ejecutivo. Así están la mayoría de los diputados locales, sin rumbo ni utilidad social y democrática; de espaldas a la gente y avalando gruesas cadenas que amarran negativamente nuestro futuro.
Ufa.1959@nullgmail.com
Recadito: Con estos políticos tan depredadores mil veces mejor darle la bienvenida a nuestros muertos.