Pertenezco a una generación en nuestro país, digamos que intermedia, que fue profundamente imbuida por el consumo de la mariguana. No sé, tal vez unas 10 generaciones antes y 10 después, pero estos grupos poblacionales coincidentes cronológicamente, vivieron y experimentaron con la cannabis de manera cotidiana, el consumo de la yerba se convirtió entonces en una forma de vida de miles, quizá cientos de miles, para los cuales, darse un “churro” era algo más que normal, que los identificaba, era como un sello de pertenencia de toda una generación.

“Vamos a conectar”, “saca la verde”, “¡andas bien pacheco!”, “¡preeesta!” y “sácala a pasear” eran expresiones coloquiales muy comunes entre los chavos de los años 60 y 70, y había un común denominador que hay que anotar, la yerba era consumida mayoritariamente en población que pertenecía a estratos económicos medios, medios-altos y altos debido a que era un producto caro, no cualquiera la podía adquirir y su consumo comenzaba a una edad que oscilaba entre los 14 y 15 años y se profundizaba en los años de la preparatoria hasta la profesional e incluso más allá de esta etapa.

En lo particular –y antes de que se lo pregunten-, el que esto escribe también experimentó con la yerba, a decir verdad muy pocas veces la probé, la sensación que provoca nunca me convenció, pero definitivamente quienes sí se decantaron por su consumo más regular de ninguna manera merecieron mi desprecio, rechazo o censura, siempre me fui por aquello de que “cada quien su vida” y “el respeto al derecho ajeno es la paz”, y así sigo pensando hasta ahora, en nada ha variado mi sentir, yo respeto y como decía mi madre: “el que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe”, aunque en tratándose de la marihuana, quizá esta expresión sea exagerada, está demostrado que nadie muere por consumir yerba.

Sirva este breve repaso a algunos de los hechos que caracterizaron el devenir de la historia de aquellos años, para entrar al fondo del asunto ahora que se abrió el debate público para impulsar la posible despenalización de la droga con fines lúdicos y recreativos, iniciativa que está promoviendo la Corte a través del Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, que abrió la discusión pública abriéndose un muy interesante debate entre los más diversos sectores de la población.

Para empezar si me preguntaran a mí sobre qué opino acerca de una posible despenalización de la marihuana y, por lo tanto, su autorización para usos lúdicos y recreativos, con toda honestidad diría que no estoy de acuerdo porque si bien la marihuana no mata o no es tan dañina como el alcohol y el tabaco, sin que nadie se ofenda, es cierto, no te llevará a la tumba pero sí, con todo respeto, te apendeja y también te “marchita”, el semblante de una persona madura que es consumidora es, en la mayoría de los casos, la imagen de un persona con deterioro físico, pero no hay que considerar en todo caso lo que yo opino, es más, en casos como éste, estoy plenamente consciente que ni siquiera las mayorías tendrían el derecho a decidir por las minorías.

Es decir, consumo o no de tabaco, alcohol y cualquier tipo de drogas, aunque queramos o no, cae en el terreno de los derechos de cada quien –de adultos, por supuesto-, así sea marihuana (hachís), cocaína y heroína, obvio, previa advertencia de lo que le puede ocurrir a los consumidores como ocurre con la información que traen las cajetillas de cigarrillos. Y es que, insisto, nos guste o no las cosas así son o al menos así debieran ser. Este mundo que estamos viviendo es otro y es el tiempo de las reivindicaciones sociales diversas, hay que acostumbrarse a los derechos de las minorías como son, por ejemplo, los matrimonios homoparentales, hay que darse cuenta que vivimos la época de la diversidad sexual, la no discriminación y de la tolerancia.

Hay que tomar en cuenta cuando se habla de despenalizar el uso y consumo de la yerba, con una acción como esta en un país como el nuestro es impensable pensar que con esto se va a acabar mágicamente el trasiego de drogas y el clima de violencia que estamos viviendo en el país, eso es otra cosa, la marihuana es una pequeña, ¡pequeñísima! parte del problema pero no es el problema en sí, el crimen organizado ha incursionado en otros nichos de la delincuencia en donde el cultivo y trasiego de la yerba ya no es preponderante, necesariamente –por desgracia-.

Finalmente, en cuanto a este tema, creo que lo más conveniente es que nos alleguemos información, de entrada yo rechazo su despenalización pero definitivamente no le doy la espalda a esa posibilidad, no hay que negarla porque es una realidad, luego entonces hay que regular su consumo y el mercado como una potestad exclusiva de los adultos.

Una lamentable pérdida.- Este viernes 30 que pasó, lamentablemente falleció de manera inesperada Carlos Fabián Flores Lomán, amigo entrañable y sin par, al que admiré por su claridad de pensamiento e inteligencia natural. Sirva este espacio para manifestar mi solidaridad a Lily, a sus hijas Lilián, Paulina y Sofía; a sus papás Raymundo y Olga, y a sus queridos hermanos Ray, Ernesto, Jorge, Olga y Guilebaldo, a quienes reitero nuevamente mi más sentido pésame. Descanse en paz.