El domingo 24 de octubre, tal como lo señalaban las encuestas, Jimmy Morales Cabrera (46), del Frente de Convergencia Nacional (FCN), ganó la segunda vuelta en la elección presidencial de Guatemala con 70% de los votos frente a Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), que obtuvo 30 por ciento.

El nuevo presidente asume el cargo el 14 de enero del 2016 y estará en él por cuatro años. En Guatemala no hay reelección. La misión de observación de la OEA calificó la jornada de tranquila y que mostró la madurez ciudadana. Al darse a conocer los resultados, el mismo domingo por la noche, Torre reconoció su derrota y deseó suerte a Morales.

Guatemala es hoy como lo menciona The New York Times, “una maraña de favores y corrupción entre políticos, las Fuerzas Armadas y la clase empresarial privilegiada”. ¿El nuevo gobierno podrá cambiar esta situación? Es claro que para eso lo eligieron. Morales se hizo del triunfo en la primera vuelta, que ahora refrenda, con el lema: “Ni corrupto, ni ladrón”.

Los guatemaltecos al votar por Morales se han pronunciado en contra de los políticos tradicionales y corruptos. Es la misma sociedad que arrojó del poder al general retirado Otto Pérez Molina y a Roxana Baldetti, vicepresidenta, por corruptos, y los dos ahora están en la cárcel. Del nuevo gobierno la sociedad espera honestidad y transparencia. Ésa es la mayor demanda.

El FCN, partido por el que participó Morales, lo funda el general retirado José Luis Quilo Ayuso. El politólogo Renzo Rosal asegura que los dirigentes son un grupo que participó en operaciones de contrainsurgencia. Y el director del Instituto Centroamericano de Estudios Políticos (INCEP) considera que “la forma en que se ha hecho política en Guatemala a base de círculos de poder, o la cercanía de grupos de intereses de veteranos (militares), da una alta garantía de que van a manejar una cuota de poder y de influencia” en el gobierno de Morales.

Desde 1993, Morales tiene un programa cómico en la televisión. Él para las audiencias es sinónimo de buen humor. Está casado con Hilda Patricia Marroquí y tiene cuatro hijos. Es bautista. En el 2011 ingresó a la política. Tiene una maestría en Altos Estudios Estratégicos y un doctorado en Seguridad Estratégica, por la Universidad de San Carlos; estudios de posgrado donde el Ejército tiene una gran influencia.

El reto de Morales es enorme y las expectativas ciudadanas son muy altas. De los 16 millones de guatemaltecos, 55% vive en la pobreza. ¿Podrá cumplir? Analistas locales ven como una ventaja que no pertenezca a la clase política, pero como desventaja que no tiene experiencia en las tareas de gobierno y la administración pública. Es claro que la sociedad, ya lo demostró, no va a permitir ser gobernada por políticos corruptos. En su apoyo tiene a la CICIG, que probó la corrupción de Pérez y Baldetti.