Por Ramón Durón Ruíz
Me encanta el siguiente cuento: “Maestro, dame un consejo para comenzar mi día.
— Hijo, mi consejo sería que no pidas, ni sigas ningún consejo. ¿Es que acaso necesitas un bastón para caminar, siendo que no eres inválido? Si sigues un consejo estarás viviendo las experiencias ajenas, no las tuyas. Mejor descubre dentro de ti cuál es la mejor dirección a seguir… y síguela. Nadie puede darte el mejor consejo que tú mismo… ¡a través de tu intuición!”1
Y para el viejo Filósofo ¿Qué es la intuición? Es no permitir que la voz de otros sea tu discurso ante la vida, no permitir vivir sueños o problemas ajenos; intuición es una fuerza más poderosa que la razón, porque surge de la fuente primaria de donde emana el amor, –que te conecta con la vida– que es nada menos que el corazón.
Corazonadas e intuición van de la mano, son el santuario del más profundo sentido de vida que marcha en armonía con el universo, son poderosamente valiosas porque emanan de tu conciencia Divina, que nunca se equivoca, porque en tu proceso espiritual te ayuda a descubrir tu camino.
La intuición llega a ti, cuando te das tiempo de conectarte con tu brújula interior, es la voz y luz de tu corazón, que más allá de la lógica de la razón, te señala el camino correcto, para que emerja la creatividad y trabajes con una inigualable imaginación que tenga la magia de empoderarte de la vida.
Las mujeres tienen más desarrollada que el hombre el poder de la intuición, que es un sexto sentido que las conecta con la vida, a la que ven de una manera más amplia, más correcta y con la inigualable policromía que provee su excepcional panorama.
En muchas ocasiones la razón estorba a la intuición, es por una lúcida intuición que descubres, creas, te posicionas de la vida, encuentras el camino y disfrutas los retos que la existencia tiene para ti.
El mundo en el que vivimos dominado por el ego y la prisa, hace que omitamos darnos tiempo para echar una mirada hacia adentro, ahí encontraremos a la intuición, que es una fuerza espiritual que te lleva a experimentar con tu inagotable creatividad y sensibilidad, pues siempre viaja por los entresijos de la felicidad y el amor,
Las madres y los abuelos cuando desconfían de algo o de alguien, difícilmente se equivocan, porque vibran con la intuición, que no es otra cosa que la lucidez de su alma, que tiene la virtud de desarrollar su mundo holístico a la par con su sabiduría y rica imaginería.
Es por el poder de la intuición que el corazón abre de par en par sus ojos, para afirmar que sabe caminos que la ciencia desconoce, es entonces que aprendes a gozar el aquí y el ahora, aprendes a vivir y dejas de sobrevivir.
Para éste Filósofo tenemos sentidos corporales –olfato, gusto, oído, tacto y vista– y sentidos extra corporales –sentido de la vida, sentido común, sentido de obviedad, sentido del amor, sentido de la ubicuidad, intuición y sentido del humor–, la intuición forma parte de los sentidos extra corporales, que te llevan a fluir con el río de la vida e interpretar en su justa dimensión el misterio que posee.
Intuir, es “Mirar hacia atrás… y llenarte de gratitud; mirar hacia delante… y llenarte de una visión positiva del presente y del futuro; mirar hacia arriba… para llenarte de fuerza y mirar hacia adentro… para descubrir la paz interior”
Intuir, es reconocer el breve espacio de la transitoriedad de la vida, y luego entonces aprender a disfrutar el aquí y el ahora, saber que no estas vivo por casualidad, así que date tiempo para ser feliz, abre tus brazos, prepárate a volar por el universo y recuerda que… ¡tú límite es el cielo!
A propósito el Padre “Chuyo” estaba en el confesionario cuando entra a la iglesia una joven, con una minifalda y un straple que no dejaba nada la imaginación, llena de una voluptuosa e incandescente carnalidad, intuye que va a confesarse; efectivamente llega con él e hincándose le dice:
— Padre, acúsome que peque… ¡tuve relaciones íntimas con el padre de la Loma!
— ¡Mijita!, –dice el Padre– ¿Qué andas haciendo allá?… ¡TU PERTENECES A ÉSTA PARROQUIA!